– Pues si -contesto Bosch-. Me hicieron un examen psiquiatrico, pero sigo prefiriendo mi cabeza a la vuestra. Vosotros no necesitais a un psiquiatra, sino a un proctologo.
Bosch dijo esto acercandose a Clarke. Despues se alejo unos pasos y continuo trazando circulos alrededor de los dos detectives.
– Os propongo una cosa. Yo estoy dispuesto a olvidarlo si vosotros contestais unas cuantas preguntas.
Entonces estaremos en paz. Al fin y al cabo todos formamos parte de una gran familia, ?no?
– ?Que preguntas? -inquirio Lewis-. ?De que cono hablas?
– ?Cuando empezasteis la vigilancia?
– El martes por la manana. Te seguimos cuando saliste del FBI -respondio Lewis.
– No se lo digas -le dijo su companero.
– Ya lo sabe.
Clarke miro a Lewis y nego con la cabeza como si no lo creyera.
– ?Cuando me pinchasteis el telefono?
– Nosotros no fuimos -repitio Lewis.
– Y una mierda. Pero no importa. Vosotros me visteis entrevistar al chico en Boytown. -Aquello era una afirmacion, no una pregunta. Bosch queria que creyesen que lo sabia casi todo y solo necesitaba rellenar los espacios en blanco.
– Si -dijo Lewis-. Ese fue el primer dia de vigilancia. Vale; nos calaste. ?Que pasa?
Harry vio que Lewis se llevaba la mano al bolsillo de la cazadora y, con un movimiento rapido, lo detuvo. Lewis habia intentado sacar un llavero con la llave de las esposas. Bosch lo tiro dentro del coche y, situandose detras de Lewis, le pregunto: -?A quien se lo dijisteis?
– ?El que? -exclamo Lewis-. ?Lo del chico? A nadie. No se lo dijimos a nadie, Bosch.
– Pero llevais un diario de vigilancia, ?no? Y sacais fotos; seguro que hay una camara en el asiento trasero del coche o en el maletero.
– Pues claro.
Bosch encendio un cigarrillo y continuo dando vueltas alrededor de los detectives.
– ?Que hicisteis con la informacion?
Antes de contestar, Bosch vio que Lewis miraba a Clarke.
– Entregamos el primer informe y carrete de fotos ayer -confeso finalmente-. Lo dejamos en el despacho del subdirector, como siempre. Ni siquiera sabemos si se lo ha mirado y es el unico informe que hemos hecho. Quitanos las esposas, Bosch. Esto es ridiculo. La gente nos esta viendo. Podemos hablar de todos modos.
Bosch camino entre ellos, solto una bocanada de humo en el centro y les comunico que no iba a quitarles las esposas hasta que terminara la conversacion. Entonces acerco su cara a la de Clarke y volvio a preguntar:
– ?Quien mas lo ha recibido?
– ?El diario de vigilancia? Nadie -le contesto Lewis-. Eso iria en contra de la politica del departamento.
Bosch solto una carcajada e hizo un gesto de incredulidad. Sabia que Lewis y Clarke no admitirian ninguna accion ilegal o violacion de la politica del departamento, asi que dio media vuelta y se dispuso a regresar a su casa.
– Espera, espera, Bosch -le grito Lewis-. Le pasamos el informe a tu teniente, ?vale? ?Vuelve!
Bosch volvio.
– Queria que lo mantuvieramos informado; tuvimos que hacerlo -prosiguio Lewis-. Nuestro jefe, Irving, dio el visto bueno. Nosotros solo cumpliamos ordenes.
– ?Que decia vuestro informe sobre el chico?
– Nada. Solo que era un chico… Algo asi como: «Sujeto entablo dialogo con menor y lo condujo a la comisaria de Hollywood para una entrevista formal.»
– ? Lo identificasteis?
– No. No dimos su nombre porque no lo sabiamos, te lo juro. Te hemos estado siguiendo y ya esta. Venga, quitanos las esposas.
– ?Y Home Street Home? Vosotros me visteis llevarlo alli. ?Lo pusisteis en el informe?
– Si.
Bosch volvio a acercarse a ellos.
– Ahora viene la gran pregunta. Si el FBI ha retirado su queja, ?por que Asuntos Internos me continua siguiendo? El FBI llamo a Pounds y se retracto. Vosotros hicisteis ver que lo dejabais, pero no era verdad. ?Por que?
Lewis iba a decir algo, pero Bosch le atajo.
– Quiero que me lo diga Clarke. Tu piensas demasiado rapido, Lewis.
Clarke no dijo nada.
– Clarke, el chico que visteis conmigo ha muerto. Alguien se lo cargo porque hablo conmigo. Y las unicas personas que lo sabian sois tu y tu companero. Aqui esta pasando algo y si no consigo las respuestas que necesito voy a denunciarlo y vosotros vais a acabar siendo investigados por Asuntos Internos.
Finalmente Clarke pronuncio sus primeras palabras en los ultimos cinco minutos.
– Eres un cabronazo.
Lewis intervino.
– Ya te lo digo yo. El problema es que el FBI no confia en ti. Nos contaron que te habian metido en el caso, pero que no estaban seguros, que habias entrado a la fuerza y que querian tenerte vigilado por si tramabas algo. Nos pidieron que no nos despegaramos de ti; nosotros lo hicimos y basta, asi que sueltanos. Casi no puedo respirar y las munecas me empiezan a doler por culpa de las esposas. Te has pasado.
Bosch se volvio hacia Clarke.
– ?Donde tienes la llave?
– En el bolsillo de delante de la americana -contesto Clarke en tono tranquilo, negandose a mirar a Bosch a la cara. Bosch se coloco detras de el y lo rodeo por la cintura. Cuando le hubo sacado el llavero del bolsillo, Bosch le susurro:
– Si vuelves a entrar en mi casa, te mato.
Dicho esto, Bosch le bajo los pantalones y calzoncillos hasta los tobillos y empezo a alejarse, al tiempo que arrojaba el llavero en el coche.
– ?Hijo de puta! -le grito Clarke-. ?Antes te matare yo!
Bosch estaba convencido de que mientras conservara el microfono y la grabadora, Lewis y Clarke no presentarian cargos contra el. Ellos tenian mas que perder. Un juicio y un escandalo publico serian el fin de sus carreras hacia el sexto piso.
Bosch se metio en el coche y regreso al edificio federal. Mientras analizaba la situacion, se dio cuenta de que demasiada gente habia sabido lo de Tiburon o tenido la ocasion de averiguarlo, lo cual dificultaba mucho la identificacion del topo. Lewis y Clarke habian visto al chico y habian pasado la informacion a Irving, a Pounds ya saber a quien mas. Rourke y el encargado de Archivos del FBI tambien estaban informados. Eso, sin contar a la gente de la calle que podia haber visto a Bosch con Tiburon u oido que el lo estaba buscando. Decidio que tendria que aguardar a ver que cariz tomaban los acontecimientos.
En el edificio federal, la recepcionista pelirroja del FBI le hizo esperar mientras llamaba al Grupo 3. Bosch volvio a contemplar el cementerio a traves de las cortinas de gasa y distinguio a varias personas trabajando en la trinchera excavada en la colina. Los operarios estaban cubriendo la zanja con unos bloques de piedra negra con miles de pequenos reflejos blancos. Bosch finalmente comprendio lo que estaban haciendo.
De pronto oyo que alguien le abria la puerta y la empujo para entrar. Eran las doce y media y toda la brigada antirrobos estaba fuera almorzando, a excepcion de Eleanor Wish, que se hallaba en su mesa comiendose un bocadillo de huevo con mayonesa, uno de esos que venden en envases de plastico triangulares en todos los edificios gubernamentales que Bosch conocia. Y, por supuesto, no podian faltar la botella de agua y el vasito de plastico. Bosch y Wish intercambiaron discretos «holas». Harry noto que las cosas entre ellos habian cambiado, pero no sabia hasta que punto. -?Llevas aqui toda la manana?
Ella contesto que no, que habia ido a mostrar las fotos de Franklin y Delgado a los empleados del WestLand National. Al parecer, una mujer habia identificado con toda seguridad a Franklin como Frederic B. Isley, el hombre que alquilo una caja en la camara acorazada. El espia.
– Tenemos suficiente para obtener una orden de arresto, pero Franklin se ha esfumado -explico ella-. Rourke