encuentran la de Binh. O a lo mejor ya sabian cual era la suya. Debieron de seguirlo para planear el robo y averiguar donde guardaba lo que quedaba de los diamantes. Tenemos que volver al banco para ver si las visitas de Frederic B. Isley coinciden con las de Binh, pero me apuesto algo a que si. Nuestro hombre sabia cual era la caja de Binh porque entro con el en la camara acorazada. Luego robaron su caja y, para disimular, vaciaron todas las demas. Lo mas genial es que sabian que Binh no lo denunciaria, porque legalmente aquello no existia. Era perfecto. Y lo mejor fue que se llevaran todo lo demas para tapar su verdadero objetivo: los diamantes.
– El golpe perfecto -opino ella-. Al menos hasta que Meadows empeno el brazalete de jade y lo mataron. Eso nos lleva de nuevo a la pregunta de hace unos dias: ?por que? Y hay otra cosa que no tiene sentido: ?por que Meadows vivia en esa mierda de casa? Si era un hombre rico, ?por que no actuaba como tal?
Bosch camino un rato en silencio. Aquella era la pregunta que se habia venido haciendo desde la entrevista con Ernst. Penso en el alquiler de once meses de Meadows, pagado con antelacion. Si estuviera vivo, se habria mudado la semana siguiente. Mientras caminaban por aquel jardin de piedras blancas, todo empezo a encajar; ya no quedaba arena en la parte superior del reloj.
– Porque el golpe perfecto solo estaba medio terminado -anuncio Bosch-. Al empenar el brazalete, Meadows lo descubrio demasiado pronto. Por eso tuvieron que cargarselo y recuperar la joya.
Ella se detuvo y lo miro. Estaban en un camino de acceso a la seccion de la segunda guerra mundial. Bosch se fijo en que las raices de un viejo roble habian empujado algunas de las viejas lapidas. Parecian dientes a la espera de un odontologo.
– Explicate -le pidio Eleanor.
– Los ladrones robaron un monton de cajas para cubrir que lo que realmente querian estaba en la caja de Binh, ?no?
Ella asintio con la cabeza.
– Vale. ?Cual es el siguiente paso? Quitarse de encima las cosas de las otras cajas para que no vuelvan a aparecer nunca mas. No me refiero a venderlas a un perista, sino destruirlas, tirarlas al mar o enterrarlas para siempre en un lugar donde no lo encuentren nunca. Porque en el momento en que aparezca la primera joya, moneda o certificado, la policia tendra una pista y empezara a investigar.
– ?Entonces crees que a Meadows lo mataron porque empeno el brazalete? -pregunto Wish.
– No del todo. Tiene que haber algo mas. ?Por que iba Meadows, si poseia una parte de los diamantes de Binh, a molestarse en empenar un brazalete que solo valia un par de miles de dolares? ?Por que iba a vivir como vivia? No tiene sentido.
– Me he perdido, Harry.
– Yo tambien, pero miralo desde este punto de vista. Imaginemos que ellos (Meadows y sus colegas) supieran el paradero de Binh y el otro capitan de la policia, Nguyen Tran, y que supieran donde guardaba cada uno lo que quedaba de los diamantes que habian traido desde Vietnam. Digamos que habia dos bancos y los diamantes estaban en dos cajas de seguridad. Supongamos que van a robar los dos. Primero asaltan el banco de Binh y ahora iran a por el de Tran.
Ella hizo un gesto para indicar que le seguia. Bosch noto que la tension aumentaba.
– De acuerdo, planear estas cosas lleva tiempo; hay que elaborar una estrategia, escoger un fin de semana cuando el banco este cerrado durante tres dias seguidos… Necesitan ese tiempo para abrir muchas cajas y que parezca real. Y luego esta el tiempo necesario para cavar el tunel.
Bosch se habia olvidado de fumar, pero en ese momento se dio cuenta y se metio un cigarrillo en la boca. Sin embargo, antes de encenderlo, comenzo a hablar de nuevo.
– ?Me sigues?
Ella asintio. Bosch encendio el pitillo.
– Vale. Entonces, ?que harias tu despues de robar el primer banco, pero antes de asaltar el segundo? Evidentemente procurarias pasar inadvertida para no dar ni una sola pista. Destruirias toda la mercancia de la tapadera, los objetos de las otras cajas, sin quedarte nada. Y no tocarias los diamantes de Binh. No podrias empezar a venderlos porque podrian atraer la atencion y estropear el segundo golpe.
»De hecho, Binh seguramente contrato a tios para que buscaran los diamantes. Supongo que, despues de anos de irlos canjeando, debia de estar familiarizado con la red ilegal de piedras preciosas. Asi que los ladrones tambien tenian que ir con cuidado con el.
– O sea, que Meadows quebranto las reglas -resumio ella-. Se quedo algo; el brazalete. Sus companeros lo descubrieron y se lo cargaron. Despues entraron en la tienda de empenos y lo volvieron a robar. -Ella sacudio la cabeza, admirando el plan-. Todo habria sido perfecto si Meadows no hubiera desobedecido.
Bosch asintio. Los dos se quedaron inmoviles; primero se miraron el uno al otro y luego a su alrededor, al cementerio. Bosch arrojo la colilla al suelo y la piso. Cuando ambos alzaron la vista, descubrieron ante si las paredes negras del monumento a los veteranos del Vietnam.
– ?Que hace eso ahi? -pregunto ella.
– No lo se. Es una replica a la mitad de tamano y en marmol falso. Creo que viaja por todo el pais para que lo vea la gente que no puede desplazarse a Washington.
De repente Eleanor solto un gritito y se volvio hacia Bosch.
– Harry, ?este lunes es el dia de los Caidos!
– Ya lo se. Los bancos cierran dos dias, algunos tres. Tenemos que encontrar a Tran.
Ella se volvio para regresar al FBI, mientras el le echaba una ultima ojeada al monumento. En la ladera de la colina estaba incrustada la larga pared hueca de marmol falso con todos los nombres grabados. Un hombre con un uniforme gris barria el cemento de la base, donde yacia una corona de flores de Jacaranda de color violeta.
Harry y Eleanor permanecieron en silencio hasta que salieron del cementerio y comenzaron a caminar por Wilshire en direccion al edificio federal. Finalmente ella le hizo una pregunta que el tambien se habia formulado, pero para la cual no hallaba una respuesta.
– ?Por que ahora? ?Por que despues de tanto tiempo? Hace quince anos de todo aquello.
– No lo se. Quiza fuera el momento adecuado. De vez en cuando la gente, las circunstancias, ciertas fuerzas invisibles se alian, o al menos eso parece. ?Quien sabe? Tal vez Meadows se habia olvidado de Binh, un dia lo vio por la calle y de pronto se le ocurrio la idea: el golpe perfecto. O tal vez fuera el plan de otra persona que tomo forma el dia que los tres hombres pasaron juntos en Charlie Company. Los porques nunca se saben; lo unico que podemos averiguar son los comos y los quienes.
– Harry, ?te das cuenta de que, si estan ahi fuera, o mas bien ahi debajo cavando otro tunel, nos quedan menos de dos dias para encontrarlos? Tendremos que enviar a un par de equipos para buscarlos.
Bosch penso que mandar un equipo a rastrear por los tuneles de la ciudad era confiarse a la suerte. Ella le habia dicho que habia mas de dos mil seiscientos kilometros de alcantarillas en Los Angeles; podian buscar en vano durante meses. La clave era Tran. Si localizaban al ultimo capitan de policia, encontrarian el banco. Y a los asesinos de Billy Meadows. Y de Tiburon.
– ?Crees que Binh nos entregaria a Tran?
– Si no denuncio que le habian robado, dudo mucho que sea la clase de persona que nos vaya a contar lo de Tran.
– Tienes razon. Creo que primero debemos intentar encontrarlo nosotros. Dejemos a Binh como ultimo recurso.
– Yo empezare a buscar en el ordenador.
– Muy bien.
Ni el ordenador del FBI ni las redes informaticas a las que permitia acceder divulgaron el paradero de Ngu-yen Tran. Bosch y Wish no hallaron ninguna mencion ni en el Registro de Vehiculos, ni en los archivos del Servicio de Inmigracion y Naturalizacion, Hacienda o la Seguridad Social. Tampoco habia nada en el registro de nombres ficticios del condado de Los Angeles, ni en los archivos del Departamento de Aguas y Electricidad o los censos de votantes o contribuyentes. Bosch llamo a Hector Villabona y confirmo que Tran habia entrado en Estados Unidos en la misma fecha que Binh, pero no saco nada mas. Despues de tres horas de contemplar las letras ambar del ordenador, Eleanor lo apago.
– Nada -concluyo-. Esta usando otro nombre, pero no lo ha cambiado legalmente, al menos en este condado. No consta en ninguna parte.
Se quedaron parados, desanimados y en completo silencio. Bosch se tomo el ultimo trago de cafe de un vaso