ha enviado a un par de equipos a las direcciones de el y Delgado que figuraban en el Registro de Vehiculos. Han llamado hace un rato para decirnos que, o bien los sospechosos se habian mudado, o nunca vivieron en esos lugares. Parece que se los haya tragado la tierra.

– ?Que hacemos ahora?

– No lo se. Rourke esta pensando en dejarlo un tiempo hasta que los encontremos. Tu seguramente volveras a tu mesa de Homicidios. Cuando cojamos a uno de ellos, te llamaremos para que lo interrogues sobre el asesinato de Meadows.

– Y el asesinato de Tiburon. No te olvides.

– Tambien.

Bosch asintio con la cabeza. Se habia terminado; el FBI iba a cerrar la investigacion.

– Por cierto, tienes un mensaje -anadio Eleanor Wish-. Te ha llamado alguien, un tal Hector. No ha dicho nada mas.

Bosch se sento en la mesa junto a la de ella y marco el numero directo de Hector Villabona. Este lo cogio casi inmediatamente.

– Aqui Bosch.

– Oye, ?que estas haciendo en el Buro? -pregunto Hector-. He llamado al numero que me diste y me han dicho que era el FBI.

– Si, ya te contare. ?Has encontrado algo?

– No mucho, y la verdad es que no creo que lo encuentre porque no puedo conseguir el archivo. Tal como nos habiamos imaginado, este tio, Binh, debe de tener buenos contactos porque su expediente todavia es confidencial. Telefonee a un amigo que tengo alli y le pedi que me lo mandara. El me llamo al cabo de un rato y me dijo que no podia ser.

– ?Por que sigue siendo confidencial?

– ?Quien sabe? Por eso es confidencial; para que nadie se entere.

– Bueno, gracias. De todos modos ya no parece tan importante.

– Si tienes un amigo en Washington, alguien con mas poder que yo, puede que tenga mas suerte. Yo solo soy una pieza pequenita en este enorme engranaje -se burlo Hector-. Pero, oye, a este amigo mio se le escapo una cosa.

– ?El que?

– Bueno, yo le di el nombre de Binh y el me contesto: «Lo siento, el expediente del capitan Binh es confidencial»; asi, tal como te lo estoy diciendo. Le llamo capitan, o sea, que el tio debio de ser militar. Por eso tuvieron que sacarlo de alli tan rapido; para salvarle el pellejo.

– Si -contesto Bosch y, despues de darle las gracias, colgo.

Bosch se volvio hacia Eleanor y le pregunto si tenia algun contacto en el Departamento de Estado. Ella nego con la cabeza.

– ?Inteligencia militar, la CIA, o algo asi? -insistio Bosch-. Alguien con acceso a los archivos.

Tras meditar un momento, Eleanor respondio:

– Bueno, conozco a alguien en el piso de Estado de mi epoca en Washington. Pero ?que pasa, Harry?

– ?Puedes llamarle y pedirle un favor?

– Nunca habla de trabajo por telefono. Tendremos que bajar un momento.

Bosch se levanto y salieron de la oficina. Mientras esperaban el ascensor, le conto a ella lo de Binh, su rango y el hecho de que se hubiera marchado de Vietnam el mismo dia que Meadows. Cuando se abrio la puerta, los dos entraron y ella apreto el numero 7. Estaban solos.

– Tu sabias que me estaban siguiendo -le dijo Bosch-. Los de Asuntos Internos.

– Si, los vi.

– Pero lo sabias antes de verlos, ?no?

– ?Importa mucho?

– Pues si. ?Por que no me lo dijiste?

– No lo se -contesto ella-, lo siento. Al principio no lo hice y luego, cuando quise decirtelo, no pude. Pense que lo estropearia todo. Bueno, supongo que lo ha estropeado igualmente.

– ?Por que no me lo contaste al principio, Eleanor? ?No confiabais en mi?

– Al principio, no.

Con la vista fija en la pared de acero del ascensor, Bosch insistio:

– ?Y despues?

La puerta se abrio en el septimo piso.

– Todavia estas aqui, ?no? -contesto Eleanor, saliendo del ascensor.

Bosch la siguio, la cogio del brazo y la retuvo un momento. Los dos se quedaron inmoviles mientras dos hombres con trajes casi identicos se abrian paso hacia la puerta del ascensor.

– Si, pero no me lo dijiste.

– Harry, ?por que no hablamos de esto mas tarde?

– La cuestion es que nos vieron con Tiburon.

– Si, ya lo habia pensado.

– Entonces, ?por que no dijiste nada cuando yo mencione la idea de un posible topo y te pregunte quien podia saber lo del chico?

– No lo se.

Bosch bajo la vista. En ese momento se sintio como el unico hombre del planeta que no entendia lo que estaba ocurriendo.

– Hable con Lewis y Clarke -le informo Bosch-. Dicen que solo nos vieron con el chico, pero no investigaron mas. Ellos juran que no sabian quien era y que el nombre de Tiburon no aparecio en sus informes.

– ?Y tu les crees?

– Hasta ahora nunca les he creido, pero no me los imagino involucrados en todo este asunto. No me cuadra. Ellos me estan siguiendo y harian cualquier cosa para hundirme, pero no liquidar a un testigo. Eso es una locura.

– Quiza, sin saberlo, le estan pasando informacion a alguien que si esta implicado.

Bosch volvio a pensar en Irving y Pounds.

– Es una posibilidad. Pero la cuestion es que hay un hombre infiltrado; seguro. El topo puede estar en tu lado o en el mio, pero tenemos que ir con mucho cuidado con quien hablamos y con lo que hacemos.

Al cabo de un momento, Bosch la miro directamente a los ojos y le pregunto:

– ?Estas de acuerdo?

Aunque tardo un buen rato, ella asintio con la cabeza. -No se me ocurre otra explicacion a lo que esta pasando.

Eleanor hablo con la recepcionista mientras Bosch esperaba. Unos minutos mas tarde, una mujer joven salio de detras de una puerta cerrada y los guio a traves de un par de pasillos hasta un pequeno despacho. Dentro no habia nadie; Bosch y Wish se sentaron en dos sillas de cara a una mesa.

– ?Con quien vamos a hablar? -susurro Bosch.

– Cuando yo te presente, el ya te dira lo que quiere que sepas de el -contesto ella.

Bosch estaba a punto de preguntarle que queria decir con aquello cuando la puerta se abrio y un hombre irrumpio en la habitacion. Debia de rondar los cincuenta anos; tenia el pelo plateado y cuidadosamente peinado y una constitucion que se adivinaba fuerte bajo su americana azul. Sus ojos eran grises y apagados como viejos rescoldos. El hombre se sento sin mirar a Bosch, con la vista fija en Eleanor Wish.

– Que sorpresa, Ellie -dijo-. ?Como estas?

Wish le contesto que bien, intercambiaron un par de frases corteses y finalmente ella le presento a Bosch. El hombre se levanto para darle la mano.

– Bob Ernst, director adjunto de Comercio y Desarrollo, encantado de conocerlo. ?Entonces esto es una visita oficial, no amistosa?

– Si, lo siento, Bob, pero estamos trabajando en un caso y necesitamos tu ayuda.

– Hare lo que pueda, Ellie -respondio Ernst. A Bosch ya empezaba a incordiarle y eso que solo lo conocia desde hacia un minuto.

– Bob, necesitamos informacion sobre alguien para un caso que estamos investigando -le explico Wish-. Me

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