– Es lo mismo: un drogadicto toda su vida. Es imposible predecir lo que va a hacer esa gente, ni cuando se van a enganchar o desenganchar. Son casos perdidos, Harry.

– Pero el lo habia dejado, o al menos eso creo. Solo tiene un pinchazo fresco en el brazo.

– Harry, me has dicho que no lo veias desde Saigon ?Como sabes si lo habia dejado o no?

– No lo vi, pero hable con el. Me llamo por telefono una vez, el ano pasado. Fue en julio o agosto. Los de estupefacientes lo habian detenido despues de una redada. No se como, quizas a traves del periodico o algo asi (era la epoca del caso del Maquillador), descubrio que yo era policia y me llamo a Robos y Homicidios. Me telefoneo desde la carcel de Van Nuys para pedirme ayuda. Solo tenia que pasar, no se, unos treinta dias en chirona, pero; estaba hecho polvo, me dijo. Me conto que no lo soportaria, que no tenia fuerzas para dejar la droga solo…

Bosch se quedo callado sin terminar la historia. Al cabo de un rato, Edgar lo animo a continuar.

– ?Y que paso? ?Que hiciste?

– Le crei. Hable con el poli. Recuerdo que se llamaba Nuckles, porque ese nombre me hacia pensar en kruckses, «nudillos», muy adecuado para un policia callejero. Llame a la clinica de la Asociacion de Veteranos de Sepulveda y meti a Meadows en un programa de desintoxicacion. Nudillos me ayudo; el tambien estuvo en Vietnam y consiguio que el fiscal pidiera al juez una suspension de condena y su traslado. Total, que a un centro de rehabilitacion; Meadows entro en la clinica de la Asociacion de Veteranos. Yo me pase por alli seis semanas mas tarde y me dijeron que habia completado el programa; habia dejado la droga y estaba bien. Bueno, al menos eso es lo que me dijeron. Se encontraba en la segunda etapa, la de mantenimiento: sesiones con el psiquiatra, terapia de grupo y todo eso. No volvi a hablar con Meadows despues de esa primera llamada. El nunca me volvio a llamar y yo nunca intente localizarlo.

Edgar bajo la vista hacia su libreta, aunque Bosch veia que la pagina estaba en blanco.

– Mira, Harry -dijo Edgar-, de eso hace casi un ano. Para un yonqui es mucho tiempo. Desde entonces podria haberse enganchado y desenganchado tres veces. ?Quien sabe? Ese no es nuestro problema en este momento. Ahora mismo la cuestion es: ?que quieres hacer con lo que tenemos aqui?

– ?Tu crees en las casualidades? -pregunto Bosch.

– No lo se. Yo…

– Yo no.

– Harry, no se de que me estas hablando, pero ?sabes lo que pienso? Que no veo nada que me llame la Mencion. Un tio se mete en la tuberia, en la oscuridad no v. muy bien lo que hace, se chuta demasiado caballo y la palma. Ya esta. Tal vez habia alguien con el, alguien que porro las huellas al salir y le birlo la navaja. Hay miles de posibilidades dis…

– A veces las cosas no llaman la atencion, Jerry. Ese es el problema. Es domingo: todo el mundo quiere irse a descansar, jugar al golf, vender casas o ver el partido de beisbol. A ninguno de nosotros le importa demasiado; solo estamos cubriendo el expediente. ?No ves que ellos cuentan con eso?

– ?Quienes son «ellos», Harry?

– Los que hicieron esto.

Bosch se callo un momento. No estaba convenciendo a nadie, ni siquiera a el mismo. Ademas, atacar la dedicacion de Edgar no era buena idea. A Edgar le faltaban veinte anos para retirarse. Cuando llegara ese momento pondria un pequeno anuncio en la revista de la policia -«Agente jubilado. Descuentos para companeros»- y ganaria un cuarto de millon de dolares al ano vendiendo casas de policias o para policias en el valle de San Fernando, el valle de Santa Clarita, el valle de Antelope o en el proximo valle que se les pusiera por delante a las excavadoras.

– ?Por que iba a meterse en la tuberia? -continuo Bosch-. Dices que vivia en el valle de San Fernando, en, Sepulveda. ?Por que venir aqui?

– ?Y yo que se, Harry? El tio era un yonqui; igual lo echo su mujer o la palmo y sus amigos lo trajeron aqui para no tener que dar explicaciones.

– Eso sigue siendo un delito.

– Si, pero ya me diras que fiscal del distrito presenta los cargos.

– Su equipo estaba limpio, nuevo. Las marcas de brazo, en cambio, parecian viejas. No creo que se estuviese pinchando otra vez, al menos regularmente. Hay algo que no encaja.

– Bueno, ya sabes, con el sida y todo eso han de llevarlo todo limpio.

Bosch tenia la mirada perdida.

– Harry, escuchame -insistio Edgar-. Lo que quiero decir es que quizas hace veinte anos este tio fuera tu companero de trinchera, pero este ano era un yonqui; no vas a encontrar explicaciones para todas sus acciones. Lo del equipo y las huellas no lo se, pero lo que si se es que este no parece un caso por el que valga la pena matarse. Este es un caso de nueve a cinco sin fines de semana.

Bosch se rindio…, de momento.

– Yo me voy a Sepulveda -dijo-. ?Tu vienes, o te vuelves a tus casas?

– Ya sabes que yo hago mi trabajo -respondio Edgar suavemente-. El que no estemos de acuerdo en algo no significa que no vaya a hacer lo que se me paga por hacer. Ya sabes que nunca ha sido asi y nunca lo sera. De todos modos, si no te gusta, manana por la manana vamos a ver a Noventa y ocho y le pedimos un cambio.

Bosch se arrepintio inmediatamente de haber hecho aquel comentario, pero no dijo nada.

Muy bien -decidio Bosch-. Tu vete a compro-i hay alguien en la casa. Yo me reunire contigo en cuanto acabe por aqui.

Edgar se dirigio hacia la tuberia y cogio una de las fotos de Meadows. Sin dirigir la palabra a Bosch, se la metio en el bolsillo del abrigo y se encamino hacia el camino de acceso, donde habia aparcado el coche.

Despues de quitarse el mono, plegarlo y meterlo en el maletero de su coche, Bosch contemplo a Sakai y a Osito mientras colocaban el cuerpo sobre una camilla y lo metian en la parte trasera de una camioneta azul. Bosch se dirigio hacia ellos, pensando en como conseguir que dieran prioridad a esa autopsia para obtener el resultado al dia siguiente, en lugar de cuatro o cinco dias mas tarde. Cuando los alcanzo, el ayudante del forense estaba abriendo la puerta de la camioneta.

– Bosch, nos vamos.

Bosch le aguanto la puerta.

– ?Quien corta hoy?

– ?A este? Nadie.

– Venga, Sakai. ?A quien le toca?

– A Sally. Pero a este ni se va a acercar.

– Mira, acabo de tener la misma discusion con mi companero. ?No empieces tu tambien!

– Mira tu, Bosch. Y escucha. Llevo trabajando desde las seis de la tarde de ayer y este es el septimo cadaver que examino. Tenemos varios atropellados, un par de ahogados, un caso de agresion sexual. La gente se muere por conocernos, Bosch. Estamos hasta las orejas de trabajo y no tenemos tiempo para algo que no se sabe si es un caso. Por una vez escucha a tu companero. Este fiambre pasara a la cola, asi que le haremos la autopsia el miercoles o el jueves. Te prometo que como mucho el viernes. Ademas, ya sabes que las analisis del laboratorio tardan diez dias como minimo. ?Me quieres decir a que viene tanta prisa?

– Los analisis, no las analisis.

– Vete a la mierda.

– Dile a Sally que necesito el informe preliminar para hoy y que me pasare mas tarde.

– Joder, Bosch. Te estoy diciendo que tenemos pasillo lleno de cuerpos que son 187 seguro. Salazar va a tener tiempo para algo que todo el mundo menos opina que es un caso clarisimo de sobredosis. ?Que quieres que le diga para convencerle de que haga la autopsia hoy?

– Ensenale el dedo, dile que no habia huellas en tuberia. Ya se te ocurrira algo. Dile que el muerto sabia demasiado de inyectarse para morir de una sobredosis

Sakai apoyo la cabeza sobre la chapa de la camioneta, solto una carcajada y luego sacudio la cabeza como un nino hubiera hecho un chiste.

– ?Y sabes lo que me dira? Me dira que no importa el tiempo que llevara picandose. Todos acaban palmandola. A ver, ?cuantos yonquis de sesenta y cinco ano conoces? Ninguno dura tanto; al final los mata la jeringa, como a este tio de la tuberia.

Bosch se dio la vuelta y miro a su alrededor par; comprobar que ninguno de los policias de uniforme es taba

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