tomo nota para comprobarlo.

– Alguien ha entrado en el piso, Harry -le informo Edgar-. No lo digo solo por la puerta, sino por otras cosas. Lo han registrado todo, no demasiado mal, pero se nota. Tenian prisa. Fijate en la cama y el vestidor y veras. Yo voy a intentar hablar con la portera.

Cuando Edgar se marcho, Bosch cruzo el salon y se dirigio al dormitorio. Por el camino noto un ligero olor a orina y al entrar en la habitacion vio una cama de matrimonio sin cabezal. Habia quedado una mancha grasienta en la pared, justo donde Meadows habria apoyado la cabeza al sentarse. Junto a la pared de enfrente habia una vieja comoda de seis cajones y, al lado de la cama, una mesilla barata de junco con una lampara. No habia nada mas; ni siquiera un espejo.

Bosch estudio primero la cama. Estaba sin hacer, con las almohadas y las sabanas puestas en una pila. Bosch se percato de que la esquina de una de las sabanas estaba metida entre el colchon y el somier, en la parte central del lateral izquierdo. Obviamente nadie habria empezado a hacer la cama asi. Bosch tiro de la esquina y la dejo colgando. Luego levanto el colchon, como si fuera a mirar debajo y, al dejarlo caer, vio que la esquina volvia a quedarse cogida entre el colchon y el somier. Edgar tenia razon.

A continuacion Bosch, abrio los seis cajones de la comoda. La ropa -calzoncillos, calcetines blancos y oscuros y unas cuantas camisetas- estaba bien doblada y parecia intacta. Sin embargo, cuando llego al cajon inferior izquierdo, noto que se deslizaba con dificultad, que no se cerraba del todo, asi que tiro de el para sacarlo de la comoda, y luego hizo lo mismo con el resto. Una vez tuvo todos los cajones fuera, los examino por debajo para ver si habia algo enganchado, pero no encontro nada. Fue probando a meterlos en la comoda en distinto orden, hasta que finalmente se deslizaron y cerraron perfectamente. Tras aquella operacion, los cajones acabaron en una disposicion diferente: la correcta. Bosch estaba convencido de que alguien los habia sacado todos para registrarlos por debajo y por detras y luego los habia vuelto a colocar en el lugar equivocado.

Despues, entro en el vestidor, que tambien estaba casi vacio. En el suelo habia dos pares de zapatos, unas zapatillas negras de la marca Reebok, manchadas de arena y polvo gris, y un par de botas de trabajo recien limpiadas y engrasadas. Se fijo en que habia mas polvo gris en la moqueta y, al tocarlo, le parecio que se trataba de cemento. Inmediatamente saco una bolsita de plastico y metio algunos de los granulos dentro. Luego se guardo la bolsa y se levanto.

En el vestidor tambien habia colgadas cinco camisas: una blanca clasica, y cuatro negras de manga larga, como la que llevaba puesta Meadows cuando lo encontraron. Junto a las camisas habia unas cuantas perchas con dos pares de tejanos viejos y dos pantalones de color negro. Los bolsillos de los cuatro pares de pantalones estaban del reves. En el suelo vio una cesta de plastico con ropa sucia: otros pantalones negros, camisetas, calcetines y un par de calzoncillos.

Bosch salio del vestidor y del dormitorio y se encamino al cuarto de bano. En el armarito de encima del lavabo encontro un tubo de pasta de dientes a medio usar, un frasco de aspirinas y una caja vacia de inyecciones de insulina. Al cerrar el botiquin, vio el cansancio en sus ojos reflejado en el espejo y se meso el cabello.

De vuelta en el salon, Harry se sento en el sofa frente a la partida inacabada de solitario.

– Meadows alquilo el piso el 1 de julio del ano pasado -anuncio Edgar al entrar-. He encontrado a la portera. Se suponia que el alquiler era mensual, pero el pago los primeros once meses de golpe. Cuatrocientos dolares al mes; eso son casi cinco de los grandes. Ella no le pidio referencias; cogio el dinero y basta. Meadows vivia…

– ?Por que once meses? -interrumpio Bosch-. ?Doce por el precio de once?

– Ya se lo he preguntado y me ha dicho que no, que fue el quien quiso pagar asi porque planeaba marcharse el 1 de junio de este ano, que cae… ?cuando?… dentro de diez dias. Segun ella, le conto que habia venido a trabajar desde Phoenix, si no recuerda mal. El le dijo que en ese momento era una especie de capataz en el tunel de metro que estan excavando en el centro. La mujer entendio que eso era lo que duraria su trabajo, once meses, y que luego el volveria a Phoenix.

Edgar miraba su libreta para repasar su conversacion con la portera.

– Eso es todo, creo. Tambien ha identificado a Meadows por la foto, aunque ella tambien lo conocia como Fields, Bill Fields. Dice que entraba y salia a horas raras, como si tuviera un turno de noche o algo asi. Tambien me ha contado que una manana de la semana pasada vio que lo traian a casa en un todoterreno beige. No se fijo en la matricula, pero dijo que estaba sucio, como si vinieran de trabajar.

Los dos se quedaron en silencio, pensando.

– J. Edgar, te propongo un trato -dijo Bosch finalmente.

– ?Un. trato? ?Cual?

– Tu te vas a casa, a tu oficina o a donde quieras, y yo me encargo de esto. Primero me voy a buscar la grabacion al centro de comunicaciones y luego vuelvo a la oficina y empiezo con el papeleo. Tambien tengo que comprobar si Sakai ha avisado al pariente mas cercano. Si no recuerdo mal, Meadows era de Luisiana. La autopsia es manana a las ocho, o sea que ya me pasare antes de entrar a trabajar. -Bosch hizo una pausa-. Tu parte del trato es acabar lo de la tele manana y llevarselo al fiscal del distrito. No creo que tengas problemas.

– O sea, que tu te quedas con la parte mas mierda y me dejas a mi la mas facil. El caso del travesti asesino de travestis esta mas claro que el agua.

– Si, por eso te pido un favor. Cuando vengas del valle de San Fernando manana, pasate por la Asociacion de Veteranos de Sepulveda e intenta convencerlos de que te dejen ver el expediente de Meadows. Puede que tengan algunos nombres que nos sean de ayuda. Meadows siguio tratamiento psiquiatrico en regimen externo y participo en una de esas idioteces de terapia de grupo. Quizas alguien del grupo se picaba con el y sepa algo. Es poco probable, ya lo se, pero vale la pena intentarlo. Si te ponen pegas, me llamas y yo ya pedire una orden de registro.

– Trato hecho, pero me preocupas, Harry. Ya se que no hace mucho que somos companeros, y que seguramente estas deseando que te den un ascenso para poder volver a la central de Robos y Homicidios, pero no creo que valga la pena matarse por este caso. Vale, han entrado en el piso, pero eso no importa. Lo que importa es el motivo y, por lo que hemos visto, aqui no hay nada raro. En mi opinion, Meadows la palmo de una sobredosis, alguien lo llevo a la presa y luego registro su casa por si tenia droga.

– Seguramente tienes razon -comento Bosch al cabo de unos instantes-. Pero todavia me preocupan un par de cosas. Quiero darles unas cuantas vueltas en la cabeza hasta estar seguro.

– Bueno, ya te he dicho que a mi no me importa Me has dado la parte mas sencilla.

– Creo que voy a quedarme a mirar un rato mas Vete tu y ya nos veremos manana cuando vuelva de 1 autopsia.

– De acuerdo, colega. -?Ah! Y una cosa. -?Que?

– Esto no tiene nada que ver con volver a la oficina central.

Bosch se quedo solo, sentado en el sofa, pensando y recorriendo la habitacion con la mirada en busca de pistas. Finalmente, sus ojos volvieron a los naipes dispuestos sobre la mesa baja: la partida de solitario. Los cuatro ases habian salido, asi que cogio la pila de cartas sobrantes y fue descubriendolas de tres en tres. Por el camino le salieron el dos y el tres de picas y el dos de corazones. El jugador no habia terminado la partida; le habian interrumpido. Para siempre.

Aquello animo a Bosch a seguir adelante. Primero echo un vistazo al cenicero de vidrio verde y observo que todas las colillas eran de Camel sin filtro. ?Era esa la marca de Meadows o la de su asesino? Mientras daba otra vuelta por la habitacion, Bosch volvio a notar el olor a orina. Se dirigio de nuevo hacia el dormitorio, abrio los cajones y miro en su interior una vez mas. No vio nada que le llamara la atencion. Se acerco a la ventana, que daba a la parte trasera de otro edificio de pisos. En el callejon, un hombre con un carrito de supermercado lleno de latas de aluminio escarbaba con un palo en un contenedor de basura. Bosch se alejo, se sento en la cama y apoyo la cabeza en la pared. Al no haber cabezal, la pintura blanca se habia vuelto de un color gris sucio. Bosch sintio el frio del cemento en la espalda.

– Dime algo -le susurro al aire.

Todo apuntaba a que alguien habia interrumpido la partida de cartas de Meadows, y a que el habia muerto alli. Despues, ese alguien lo habia llevado a la tuberia, pero ?por que? ?Por que no dejarlo alli mismo? Bosch apoyo la cabeza y miro directamente al frente. Fue entonces cuando se percato del clavo en la pared, aproximadamente a un metro de la comoda. Lo debian de haber cubierto con pintura al pintar la pared; por eso no lo habia visto antes. Bosch se levanto y fue a mirar detras de la comoda. En el espacio de unos cuatro dedos que la separaba de la pared, Bosch atisbo el marco de un cuadro caido. Con el hombro retiro el mueble y lo

Вы читаете El eco negro
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×