– Fantastico -exclamo-. Ya no podremos sacarle nada. Ahora mismo llamara a Tran y… ?que es eso?
– Un regalito de los buitres. Me pincharon el telefono; muy tipico de Asuntos Internos.
– Y tu lo has colocado en… -Ella senalo la tienda y el asintio-. Bosch, ?te das cuenta de lo que podria pasarnos, de lo que esto significa? Ahora mismo vuelvo y…
Ella abrio la puerta del coche, pero el alargo la mano y la cerro de golpe.
– No lo hagas. Esta es nuestra unica forma de llegar a Tran. Binh no iba a decirnoslo, por muy bien que hicieramos la entrevista y, aunque pongas esa cara de odio, en el fondo sabes que es verdad. O esto o nada. Si Binh avisa a Tran, con un poco de suerte descubriremos donde esta o al menos podremos empezar a buscarlo. Lo sabremos muy pronto.
Eleanor lo miro a los ojos y sacudio la cabeza.
– Bosch, podriamos perder nuestro trabajo. ?Como has podido hacer una cosa asi sin consultarme?
– Por eso mismo. Yo puedo perder mi trabajo; tu no lo sabias.
– Pero no lograria probarlo. Todo pareceria una trampa; yo le mantengo ocupado mientras tu interpretas tu pequeno papel por telefono.
– Lo era, pero tu no lo sabias. Ademas, Binh y Tran no son los objetivos de nuestra investigacion. No estamos reuniendo pruebas contra ellos, sino gracias a ellos. Esto nunca entrara en nuestro informe. Y si el encuentra el microfono no puede probar que yo lo meti. No habia numero de registro; lo comprobe. Los de Asuntos Internos son tontos, pero no tanto. No pasara nada; no te preocupes.
– Harry, eso no es…
La luz roja del Nagra se encendio. Alguien estaba usando el telefono de Binh. Bosch comprobo que la cinta estaba girando.
– Eleanor, tu decides -dijo Bosch sosteniendo la grabadora en la palma de la mano-. Apagala si quieres.
Ella miro a la grabadora y luego a Bosch. Justo entonces terminaron de marcar el numero y el coche se quedo en completo silencio. Un timbre empezo a sonar al otro lado de la linea. Eleanor desvio la mirada. Alguien contesto el telefono. Hubo un intercambio breve de palabras en vietnamita y despues mas silencio. Finalmente respondio otra voz, que inicio una conversacion, tambien en vietnamita. Bosch sabia que una de las voces pertenecia a Binh. La otra sonaba como la de un hombre de la edad de este. Eran Binh y Tran, de nuevo juntos. Eleanor solto una risa forzada.
– Genial. Harry, ?a quien vamos a pedir que nos lo traduzca? No podemos contarle esto a nadie; seria demasiado arriesgado.
– No pensaba traducirlo. -Bosch apago el receptor y rebobino la cinta-. Saca tu libretita y un boligrafo.
Bosch puso la grabadora a la velocidad mas lenta posible y le dio al PLAY. Cuando Binh comenzo a marcar, Bosch empezo a contar el numero de clics y le fue recitando los numeros a Eleanor, que los apunto en su libreta.
El telefono llevaba el prefijo 714, el del condado de Orange. Bosch encendio la grabadora; la conversacion entre Binh y el hombre continuaba. Despues de apagarla, Bosch llamo por radio a centralita y pidio el nombre y la direccion correspondientes a aquel numero de telefono. Como iban a tardar unos minutos en comprobarlo, Bosch arranco y se dirigio al sur, hacia la autopista 10. Ya iba por la 5 en direccion al condado de Orange, cuando le devolvieron la llamada.
El numero pertenecia a un negocio llamado Tan Phu Pagoda en Westminster. Bosch miro a Eleanor, que desvio la mirada.
– Little Saigon -aclaro el.
Al cabo de una hora Bosch y Wish llegaron a la Tan Phu Pagoda, un centro comercial en Bolsa Avenue donde ninguno de los rotulos estaba en ingles. La fachada del edificio, de estucado crema, estaba compuesta por media docena de ventanales que daban al aparcamiento. Casi todos los negocios eran pequenos bazares donde se vendian una amplia variedad de articulos, desde productos electronicos a camisetas. Habia dos restaurantes vietnamitas, uno en cada punta, que se disputaban el negocio. Al lado de uno de ellos, una puerta de cristal daba paso a un local sin escaparate. A pesar de que ni Bosch ni Wish sabian descifrar las palabras de la puerta, en seguida dedujeron que se trataba de la oficina del centro comercial.
– Tenemos que entrar para confirmar que es el negocio de Tran y comprobar si esta ahi y si hay otras salidas -dijo Bosch.
– Ni siquiera sabemos que pinta tiene -le recordo Wish.
Bosch penso un momento. Si Tran no usaba su nombre verdadero, se alarmaria si entraban preguntando por el.
– Tengo una idea -anuncio Wish-. Busca una cabina. Yo entro en la oficina, tu marcas el numero y yo me fijo si suena. Si oigo un telefono estamos en el sitio correcto. Tambien intentare ver si esta Tran y si hay mas salidas.
– Podria ser un antro o un garito ilegal, con telefonos sonando cada diez segundos -objeto Bosch-. ?Como sabras que soy yo?
Ella se callo un instante.
– Seguramente no hablan ingles, o al menos no muy bien -dijo ella-. Pides por alguien que lo hable y, cuando se ponga, dices algo que provoque una reaccion que yo pueda ver.
– Eso si el telefono esta en un sitio a la vista.
Ella se encogio de hombros. Su mirada le decia que estaba harta de que el boicoteara todas sus sugerencias.
– Es lo unico que podemos hacer. Venga, ahi hay una cabina; no tenemos mucho tiempo.
Bosch salio del aparcamiento y condujo hasta la cabina, situada media manzana mas abajo, delante de una tienda de bebidas alcoholicas. Wish camino hacia la Tan Phu Pagoda y Bosch espero a que llegara a la puerta de la oficina para meter una moneda de veinticinco centavos en el telefono y marcar el numero que habia anotado en frente de la tienda de Binh. Comunicaban. Bosch miro de reojo hacia la oficina; Wish habia desaparecido. Volvio a insertar la moneda y llamar. Seguian comunicando. Bosch repitio la operacion dos veces mas en rapida sucesion hasta conseguir linea. Estaba considerando la posibilidad de que se hubiera equivocado al marcar cuando finalmente cogieron el telefono.
– Tan Phu -dijo una voz masculina. «Joven, asiatico, de unos veinticinco anos», penso Bosch. No era Tran.
– ?Tan Phu? -pregunto Bosch.
– Si, ?digame?
Bosch no sabia que hacer, asi que se puso a silbar. La reaccion fue una rafaga verbal de la cual Bosch no pudo comprender ni una sola palabra o sonido. Despues de que le colgaran de golpe, Bosch regreso al coche y condujo de vuelta al centro comercial. Estaba circulando lentamente por el estrecho aparcamiento cuando vio a Wish al otro lado de la puerta de cristal con un hombre asiatico. Al igual que Binh, tenia el pelo gris y un aire especial: un poder y una fuerza silenciosos, sutiles. El hombre le abrio la puerta a Eleanor y asintio con la cabeza mientras ella se despedia. La observo cuando se alejaba y finalmente volvio al interior de la tienda.
– Harry -dijo nada mas entrar en el coche-, ?que le has dicho al chico por telefono?
– Nada. ?Era su oficina o no?
– Si. Creo que ese que me ha abierto la puerta era nuestro querido senor Tran. Un hombre simpatico.
– ?Y que le has contado para haceros tan amigos?
– Que era una agente inmobiliaria. Cuando he entrado, he preguntado por el jefe. Entonces el senor del pelo gris ha salido de un despacho en la parte de atras. Me ha dicho que se llamaba Jimmie Bok. Le he contado que representaba a unos inversores japoneses y le he preguntado si le interesaba vender su centro comercial.
El me ha respondido que no. En un ingles impecable me ha dicho, textualmente: «Yo compro, no vendo.» Luego me ha acompanado a la puerta, pero creo que era Tran. Tenia un no se que…
– Si, ya lo he visto -convino Bosch. Acto seguido, Bosch cogio la radio y pidio a centralita que buscaran el nombre Jimmie Bok en el Ordenador Nacional de Inteligencia Criminal y el Registro de Vehiculos.
Eleanor describio el interior de la oficina. Habia una recepcion en el centro, detras de la cual arrancaba un pasillo con cuatro puertas. La del fondo parecia una salida, a juzgar por la doble cerradura. No habia ninguna mujer y si cuatro hombres como minimo, sin contar a Bok. Dos de ellos parecian matones, ya que se habian levantado del sofa de la recepcion cuando Bok emergio de la puerta central del pasillo.
Bosch salio del aparcamiento y dio la vuelta a la manzana, metiendose en el callejon de la parte de atras.