– Si -dijo Bosch. Metio la mano en el bolsillo de su chaqueta y saco su placa, levantandola por encima del hombro para que Grant pudiera verla por detras-. Mas vale que avise al encargado. Y no vuelva a llamarme senor Pounds.

Lewis se hallaba en una cabina delante de una cafeteria abierta las veinticuatro horas llamada Darling's. Estaba a la vuelta de la esquina, a una manzana del Beverly Hills Safe & Lock. Llevaba ya mas de un minuto esperando desde que la agente Mary Grosso habia respondido a la llamada y le habia dicho que iba a avisar al subdirector Irving. Lewis pensaba que si el tio queria informes cada hora -y por telefono, no por radio- lo minimo que podia hacer era ponerse rapido. Se cambio el auricular a la otra oreja y metio la mano en el bolsillo de su chaqueta para buscar algo con que limpiarse los dientes. Cuando su muneca rozo el bolsillo noto que todavia le dolia. Sin embargo, recordar que habia sido esposado por Bosch solo le ponia mas furioso, asi que decidio concentrarse en la investigacion. Aunque no tenia ni idea de que estaba pasando, de que tramaban Bosch y la mujer del FBI, estaba seguro de que se trataba de algo sucio. Y Clarke tambien. Si ese era el caso, Lewis se prometio en la cabina que el se encargaria personalmente de ponerle las esposas a Bosch.

Un viejo vagabundo con ojos asustados y pelo blanco arrastro los pies hasta la cabina contigua a la de Lewis y miro en el agujero de devolucion de cambio. Estaba vacia. Iba a meter el dedo en el telefono que estaba usando Lewis, pero el detective de Asuntos Internos lo ahuyento con un aspaviento.

– Lo que hay aqui es mio, colega -le dijo Lewis.

Sin cortarse, el vagabundo replico:

– ?Tiene veinticinco centavos para comprarme un bocadillo?

– Vete a la mierda -le contesto Lewis.

– ?Que? -respondio una voz.

– ?Que? -dijo Lewis y entonces cayo en que la voz provenia del telefono. Era Irving-. No, usted no, senor. No me habia dado cuenta de que usted estaba… se lo decia a… em… tengo un pequeno problema con alguien… -?Le habla usted asi a un ciudadano?

Lewis se metio la mano en el bolsillo del pantalon y saco un billete de un dolar. Se lo dio al hombre del pelo blanco y le hizo un gesto para que se fuera.

– Detective Lewis, ?esta usted ahi?

– Si, jefe. Lo siento. Ya esta resuelto. Queria informarle de que ha ocurrido algo importante.

Lewis esperaba que esto ultimo le hiciera olvidar a Irving su anterior indiscrecion.

– Digame que han encontrado. ?Todavia tienen controlado a Bosch?

Lewis exhalo con fuerza, aliviado.

– Si -contesto-. El detective Clarke sigue la vigilancia mientras yo le llamo.

– Muy bien, cuenteme. Es viernes por la tarde, detective. Me gustaria llegar a casa a una hora razonable.

Lewis paso los siguientes quince minutos explicando que Bosch habia seguido al Mercedes dorado desde el condado de Orange a Wilshire Boulevard.

Le conto a Irving que la persecucion habia terminado en el Beverly Hills Safe & Lock, que parecia ser el destino final.

– ?Que hacen ahora, Bosch y la mujer del Buro?

– Siguen ahi dentro. Parece que estan entrevistando al director. Algo esta pasando. Es como si no hubieran sabido donde iban pero cuando llegaron aqui, se dieron cuenta de que este era el lugar.

– ?El lugar de que?

– Ese es el problema. No lo sabemos. Sea lo que fuere, el tio que siguieron hizo un ingreso. Hay una camara acorazada, enorme, en un escaparate de cristal.

– Si, ya se donde es.

Irving no hablo durante un buen rato y Lewis sabia que lo mejor era no interrumpir. Asi que se puso a sonar despierto que esposaba a Bosch y lo escoltaba ante un corrillo de periodistas de television. Entonces oyo a Irving carraspear.

– No se cual es su plan -dijo el subdirector-, pero quiero que sigan con ellos. Si ellos no se acuestan esta noche, ustedes tampoco. ?Esta claro?

– Si, senor.

– Si han dejado escapar al Mercedes Benz, es que lo que les interesaba es la camara acorazada. Seguramente se quedaran a vigilarla. Y ustedes, a su vez, continuaran vigilandolos a ellos.

– Si, jefe -respondio Lewis, aunque seguia perdido.

Irving se paso los siguientes diez minutos dando instrucciones a su detective y exponiendo su teoria sobre lo que estaba ocurriendo en el Beverly Hills Safe & Lock. Lewis saco un bloc y un boligrafo y tomo unas cuantas notas. Al final del monologo, Irving le dio a Lewis el numero de su casa.

– No se muevan sin consultarmelo antes -le ordeno-. Pueden llamarme a este numero en cualquier momento, dia o noche. ?Entendido?

– Si, senor -respondio Lewis rapidamente.

Sin decir una palabra mas, Irving colgo el telefono.

Bosch espero a Wish en la recepcion sin explicar a Grant o a los otros hombres lo que estaba ocurriendo. Los tres se quedaron boquiabiertos tras sus preciosas mesas de anticuario. Cuando Eleanor llego a la puerta, esta estaba cerrada. Llamo y mostro su placa. El guarda la dejo entrar y ella camino hasta la recepcion.

El vendedor llamado Avery estaba a punto de decir algo, cuando Bosch intervino:

– Esta es la agente del FBI, Eleanor Wish, que esta trabajando conmigo. Vamos a entrar en uno de los despachos para mantener una conversacion en privado. Solo sera un minuto. Si hay un director, nos gustaria hablar con el en cuanto salgamos.

Grant, todavia confuso, senalo la segunda puerta del pasillo. Bosch entro en la tercera puerta y Wish lo siguio. Acto seguido cerro con llave ante los ojos atonitos de los tres vendedores.

– Entonces, ?que tenemos? No se que decirles -le susurro Bosch a Eleanor mientras buscaba en la mesa y las dos sillas de la habitacion algun trozo de papel o cualquier cosa que Tran pudiera haberse olvidado. Nada. Bosch abrio los cajones de la mesa de caoba y hallo boligrafos, lapices, sobres y papel de carta de buena calidad. Nada mas. Habia un fax en una mesa contra la pared frente a la puerta, pero no estaba encendido.

– Tenemos que esperar y vigilar -dijo ella, hablando muy rapido-. Rourke esta organizando un equipo para bajar al tunel. Entraran y echaran un vistazo. Primero se reuniran con alguien del Departamento de Aguas y Electricidad para ver que hay exactamente ahi abajo. Asi podran averiguar el mejor lugar para cavar un tunel y empezar desde alli. Harry, ?crees que estan aqui?

Bosch asintio. Queria sonreir, pero no lo hizo. La emocion de ella era contagiosa.

– ?Ha logrado Rourke que sigan a Tran? -pregunto-. Por cierto, aqui lo conocen como el senor Long.

Alguien llamo a la puerta.

– Por favor, abran -dijo una voz.

Bosch y Wish no le prestaron atencion.

– Tran, Bok y ahora Long -repitio Wish-. No se si han logrado seguirle. Rourke me dijo que lo intentaria. Le di la matricula y le describi donde estaba aparcado el Mercedes. Supongo que ya nos enteraremos mas adelante. Tambien me ha dicho que nos enviaria a un equipo para ayudarnos con la vigilancia. A las ocho tenemos una reunion en el aparcamiento del otro lado de la calle. ?Que te han dicho por aqui?

– Aun no les he contado nada.

Hubo otro golpe, esta vez mas fuerte.

– Pues vamos a ver al director.

El propietario y director del Beverly Hills Safe & Lock resulto ser el padre de Avery, Martin B. Avery III, un hombre de la misma clase que muchos de sus clientes y que queria que estos lo supieran. Tenia su despacho al fondo del pasillo. Detras de su mesa habia una coleccion de fotos enmarcadas que atestiguaban que no era una vulgar sanguijuela que se alimentaba de los ricos, sino uno de ellos. Ahi estaba Avery III con un par de presidentes, uno o dos magnates del mundo del cine y la familia real inglesa. Habia una foto de Avery y el principe de Gales ataviados con toda la parafernalia necesaria para jugar al polo, aunque Avery parecia demasiado mofletudo y rechoncho para ser un gran jinete.

En cuanto Bosch y Wish le resumieron la situacion, Avery III adopto una actitud esceptica, ya que, segun el, la camara era inexpugnable. Ellos le rogaron que se guardara la publicidad y les permitiera ver los planos de diseno

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