animadamente.

Tabor susurro algo, se inclino con exquisitez sobre la mano de la matrona y siguio de largo. Miles lo vio a continuacion al otro lado de la fuente, situandose cerca de Ivan… pero sospecho que no eran secretos militares lo que buscaba. No era extrano que hubiera parecido interesado en Miles solo de refilon. Pero el acecho a la rubia fue interrumpido por una senal de su embajador, y Tabor tuvo que acompanar a los dignatarios a la salida.

—Es un joven tan agradable, lord Vorpatril —canturreo la matrona de Miles—. Lo apreciamos mucho por aqui. La esposa del embajador me ha dicho que son ustedes parientes, ?no es asi? —ladeo la cabeza, animada y expectante.

—Primos, mas o menos —explico Miles—. Ah… ?quien es la joven dama que le acompana?

La matrona sonrio orgullosa.

—Es mi hija, Sylveth.

Hija, por supuesto. El embajador y su esposa tenian una aguda apreciacion barrayaresa de los matices del rango social. Miles, al ser el mayor del linaje familiar y por ende hijo del primer ministro conde Vorkosigan, superaba a Ivan social aunque no militarmente. Lo que significaba, oh Dios, que estaba condenado. Quedaria atrapado con todas las matronas VIP eternamente mientras que Ivan… Ivan se llevaria a todas las hijas.

—Una pareja encantadora —dijo, haciendo un esfuerzo.

—?Verdad que si? ?Que tipo de primos, lord Vorkosigan?

—?Uh? Oh, Ivan y yo, si. Nuestras abuelas eran hermanas. Mi abuela fue la hija mayor del principe Xav Vorbarra, la de Ivan la mas joven.

—?Princesas? Que romantico.

Miles penso en describir con detalle como su abuela, su hermano y la mayoria de sus hijos habian sido convertidos en carne picada durante el reino de terror del loco emperador Yuri. No, la esposa del alcalde podria considerarlo un relato de miedo pasado de moda, o aun peor, una historia romantica. Miles dudaba de que pudiera comprender la violenta estupidez de los asuntos de Yuri, con sus consiguientes huidas en todas direcciones para complicar la historia de Barrayar hasta la fecha.

—?Posee un castillo lord Vorpatril? —inquirio ella, con segundas.

—Ah, no. Su madre, mi tia Vorpatril —«que es una barracuda social que te comeria viva»—, tiene un apartamento muy bonito en la capital de Vorbarr Sultana. —Miles hizo una pausa—. Nosotros soliamos tener un castillo. Pero acabo ardiendo al final de la Era del Aislamiento.

—Un castillo en ruinas. Es casi mejor.

—Pintoresco como el infierno —le aseguro Miles.

Alguien habia dejado un platito con los restos de los aperitivos apoyado en la barandilla, junto a la fuente. Miles cogio el bollito de pan y empezo a lanzar migas para los peces de colores, que se acercaron a devorarlas de un breve bocado.

Uno se nego a morder el anzuelo y permanecio acechando en el fondo. Que interesante, un pez de colores que no comia… bueno, era una solucion a los problemas de inventario de peces de Ivan. Quizas el pez testarudo era una maligna construccion cetagandana, cuyas frias escamas brillaban como si fueran de oro porque lo eran.

Miles podria sacarlo del agua de un salto felino, aplastarlo con el pie en medio de un chasquido mecanico y un chisporroteo metalico, y luego alzarlo con un grito triunfal:

—?Ah! ?Gracias a mi inteligencia y mis rapidos reflejos, he descubierto al espia!

Pero si sus suposiciones eran equivocadas, ah. El chirrido viscoso bajo sus botas, la matrona retrocediendo, y el hijo del primer ministro de Barrayar habria adquirido una instantanea reputacion de tener serias dificultades emocionales…

—?Aja! —se imagino riendose ante la vieja horrorizada mientras las visceras del pez se rebullian bajo sus pies—. ?Tendria que ver lo que hago con los gatitos!

El gran pez de colores se alzo perezosamente por fin y cogio la miga con una salpicadura que ensucio las pulcras botas de Miles. «Gracias, pez. Me acabas de salvar de una tremenda verguenza social.» Naturalmente, si los artificieros cetagandanos eran realmente listos, habrian disenado un pez mecanico que comiera de verdad y excretara un poco…

La esposa del alcalde acababa de hacer otra interesante pregunta sobre Ivan, que Miles, entretenido, no habia acabado de pillar.

—Si, es una lastima lo de su enfermedad —murmuro, y se preparaba para enzarzarse en un monologo sobre los malignos genes de Ivan, debidos a la consanguinidad aristocratica, las zonas de radiacion tras la primera guerra cetagandana y el loco emperador Yuri, cuando el comunicador que llevaba en el bolsillo trino.

—Disculpeme, senora. Me llaman.

«Bendita seas, Elli», penso mientras abandonaba a la matrona para encontrar un rincon tranquilo desde donde contestar. No habia cetagandanos a la vista. Encontro un hueco libre en el segundo piso e inicio la comunicacion.

—?Si, comandante Quinn?

—Miles, gracias a Dios —su voz era apremiante—. Parece que tenemos una Situacion aqui, y eres el oficial dendarii mas cercano.

—?Que tipo de situacion? —no le importaban las situaciones en mayusculas. Elli no solia dejarse llevar por el panico ni era dada a las exageraciones. Su estomago se tenso, nervioso.

—No he podido conseguir detalles fiables, pero parece que cuatro o cinco de nuestros soldados de permiso en Londres se han encerrado en una especie de tienda con un rehen, y se enfrentan a la policia. Van armados.

—?Nuestros chicos o la policia?

—Por desgracia, ambos. El comandante de la policia con el que hable parecia dispuesto a manchar las paredes de sangre. Muy pronto.

—Tanto peor. ?Que demonios piensan que estan haciendo?

—Que me aspen si lo se. Estoy en orbita ahora mismo, preparandome para partir, pero pasaran entre cuarenta y cinco minutos y una hora antes de que consiga llegar. Tung esta en una posicion aun peor, ya que el vuelo suborbital desde Brasil dura dos horas. Pero creo que tu podrias estar alli en diez minutos. Ten, introducire la direccion en tu comunicador.

—?Como se ha permitido que nuestros chicos lleven armas dendarii a tierra?

—Buena pregunta, pero me temo que tendremos que reservarla para el post mortem. Es una forma de hablar —dijo, sombria—. ?Encontraras el lugar?

Miles miro la direccion en su lector.

—Creo que si. Te vere alli.

De algun modo…

—Bien. Corto y cierro.

La comunicacion se corto con un chasquido.

3

Miles se metio el comunicador en el bolsillo y echo un vistazo al salon principal. La recepcion iba en declive. Tal vez un centenar de asistentes constituian todavia un deslumbrante despliegue de modas terrestres y galacticas, y habia un buen monton de uniformes ademas de los de Barrayar. Unos cuantos de los primeros en llegar se marchaban ya, franqueando las medidas de seguridad acompanados por sus escoltas barrayareses. Al parecer los cetagandanos se habian ido con sus amigos. Su escapada debia de ser oportuna mas que astuta.

Ivan estaba aun charlando con su bella acompanante al otro lado de la fuente. Miles lo asalto, implacable.

—Ivan. Reunete conmigo en la puerta principal dentro de cinco minutos.

—?Que?

—Es una emergencia. Ya te lo explicare mas tarde.

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