soneto. Los bofetones de Galen no pudieron desviarlo; las cadenas de asociacion eran demasiado fuertes para romperlas. Despues de eso consiguio esquivar el interrogatorio repetidamente. Las obras de metro y rima fuertes funcionaban mejor; los malos versos, las canciones obscenas de farra dendarii, todo lo que pudiera disparar una palabra o frase casual de sus captores. Su memoria parecia fenomenal. El rostro de Galen se ensombrecio de frustracion.

—A este paso estaremos aqui hasta el proximo invierno —dijo disgustado uno de los guardias.

Los labios ensangrentados de Miles esbozaron una sonrisa maniatica.

—«Ahora es el invierno de nuestro descontento —gimio—, vuelto glorioso verano por este sol de York…»

Habian pasado anos desde que memorizara la antigua obra, pero los sugestivos pentametros yambicos lo llevaron implacables de la mano. Aparte de golpearlo hasta dejarlo inconsciente, no parecia que Galen pudiera hacer nada por desconectarlo. Miles ni siquiera habia llegado al final del Acto I cuando los dos guardias lo arrastraron de vuelta al tubo elevador y lo arrojaron a su prision.

Una vez alli, sus aceleradas neuronas lo impulsaron de pared a pared, caminando y recitando, dando saltos arriba y abajo en el camastro en los momentos adecuados, adoptando todos los papeles femeninos con un agudo falsete. Llego hasta el ultimo amen antes de desplomarse en el suelo y quedarse alli jadeando.

El capitan Galeni, que llevaba una hora acurrucado en un rincon de su camastro protegiendose los oidos con las manos, alzo la cabeza con cautela.

—?Ha terminado ya? —pregunto suavemente.

Miles se tendio de espaldas y miro aturdido la luz del techo.

—Tres hurras por la cultura… estoy mareado.

—No me extrana —el propio Galeni, palido, parecia enfermo; seguia tembloroso por los efectos del aturdidor—. ?Que ha sido eso?

—?La obra, o la droga?

—Reconozco la obra, gracias. ?Que droga ha sido?

—Pentarrapida.

—Esta bromeando.

—Para nada. Tengo varias reacciones extranas a los medicamentos. Hay toda una gama de sedantes que no puedo tocar. Al parecer, la pentarrapida esta relacionada.

—?Que buena suerte!

«Dudo seriamente de la utilidad de mantenerlo con vida…»

—No lo creo —dijo Miles, distante. Se puso en pie, se abalanzo hacia el cuarto de bano, vomito y se desmayo.

Desperto con la fija mirada de la luz acuchillando sus ojos, y se paso un brazo por la cara para anularla. Alguien (?Galeni?) le habia arrastrado de vuelta al camastro. Galeni estaba ahora dormido al otro lado de la habitacion, respirando pesadamente. Una comida, fria y olvidada, esperaba en un plato situado en el extremo del camastro de Miles. Debia ser de madrugada. Contemplo inquieto la comida, luego la aparto de su vista, bajo la cama. El tiempo se estiro inexorable mientras se agitaba, se volvia, se sentaba, se tumbaba, dolorido y mareado. Imposible escapar ni siquiera en suenos.

A la manana siguiente, despues del desayuno, vinieron y se llevaron no a Miles, sino a Galeni. El capitan salio con una expresion de sombrio disgusto en los ojos. Desde el pasillo llegaron los sonidos de un violento altercado: Galeni intentando que lo aturdieran; una manera draconiana pero sin duda efectiva de evitar el interrogatorio. No tuvo exito. Sus captores lo devolvieron a la celda, riendo como un loco, despues de una sesion maratoniana.

Yacio flaccido en la cama durante aproximadamente otra hora antes de sumirse en un sueno inquieto. Miles resistio amablemente la oportunidad de aprovecharse de los efectos residuales de la droga para plantearle unas cuantas preguntas propias. Lastima, los sujetos sometidos a la pentarrapida recordaban sus experiencias. Miles estaba bastante seguro de que una de las motivaciones personales de Galeni se hallaba en la palabra clave traicion.

Galeni regreso por fin a una pastosa pero fria consciencia, sintiendose enfermo. La resaca de la pentarrapida era una experiencia enormemente desagradable. En eso, la respuesta de Miles a la droga era la habitual. Se estremecio cuando Galeni hizo su viaje al cuarto de bano.

Regreso y se sento pesadamente en el camastro. Sus ojos se posaron en el plato frio de la cena; lo aparto dubitativo con un dedo.

—?Quiere usted esto? —le pregunto a Miles.

—No, gracias.

—Mm —Galeni quito el plato de la vista, colocandolo bajo la cama, y se sento, agotado.

—?Que buscaban en su interrogatorio? —Miles volvio la cabeza hacia la puerta.

—Esta vez, historia personal, principalmente.

Galeni se miro los calcetines, que se estaban quedando tiesos de tan sucios. Sin embargo, Miles no estaba seguro de que viera lo que estaba mirando.

—Parece tener dificultades para comprender que yo hablaba en serio. Al parecer estaba verdaderamente convencido de que solo tenia que aparecer, silbar y tenerme corriendo a sus talones como lo hacia a mis catorce anos. Como si el peso de toda mi vida adulta no contara para nada. Como si me hubiera puesto este uniforme de broma, o por desesperacion o confusion… todo menos por una decision razonada y de principios.

No habia necesidad de preguntar a quien se referia. Miles sonrio con amargura.

—?Que, no fue por las botas de cana?

—Me deje deslumbrar por los oropeles del neofascismo —le informo Galeni suavemente.

—?Asi es como lo definio? Es feudalismo, por cierto, no fascismo (aparte de algunos experimentos en centralizacion del difunto emperador Ezar Vorbarra). El deslumbrante oropel del neo-feudalismo, se lo aseguro.

—Conozco perfectamente los principios del Gobierno barrayares, gracias —observo Galeni.

—Da igual —murmuro Miles—. Todo se ha ido consiguiendo sobre la marcha, ya sabe.

—Si, lo se. Me alegra saber que no es un analfabeto historico como el oficial medio de hoy en dia.

—Bueno… —dijo Miles—, si no fue por los galones dorados y las botas brillantes, ?por que esta usted con nosotros?

—Oh, claro. —Galeni dirigio la mirada hacia la luz—. Siento un sadico placer psicosexual siendo un maton, un hampon y un gallito. Es una busqueda de poder.

—Hola —le saludo Miles desde el otro lado de la habitacion—, hable conmigo, no con el, ?vale? Ya ha tenido su turno.

—Mm —Galeni se cruzo de brazos, sombrio—. En cierto modo, supongo que es verdad. Busco el poder. O lo buscaba.

—Por si sirve de algo, eso no es ningun secreto para el Alto Mando de Barrayar.

—Ni para ningun barrayares, aunque por lo visto la gente de fuera de su sociedad lo pasa siempre por alto. ?Como imaginan que una sociedad de castas aparentemente tan rigida ha soportado sin desintegrarse las increibles tensiones de este siglo desde el final de la Era del Aislamiento? En cierto modo, el servicio imperial ha sido algo que tiene la misma funcion social que la Iglesia medieval aqui en la Tierra: una valvula de seguridad. A traves del servicio, todo aquel que tenga talento puede superar sus origenes de casta. Veinte anos de servicio imperial, y salen siendo a todos los efectos Vor honorarios. Los nombres puede que no hayan cambiado desde la epoca de Dorca Vorbarra, cuando los Vor eran una casta cerrada de matones a caballo…

Miles sonrio al oir la descripcion de la generacion de su abuelo.

—… pero la sustancia se ha alterado hasta lo irreconocible. Y sin embargo, durante todo este tiempo los Vor han conseguido, de forma desesperada, aferrarse a ciertos principios vitales de servicio y sacrificio. Al conocimiento de que es posible, para un hombre que no quiere detenerse y agacharse, correr calle abajo con la oportunidad de dar… —Se detuvo en seco y se aclaro la garganta, ruborizado—. Mi tesis doctoral, ?sabe? El servicio imperial barrayares, un siglo de cambio.

—Ya veo.

—Queria servir a Komarr…

—Como su padre antes que usted —termino Miles.

Вы читаете Hermanos de armas
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату