El clon se encogio de hombros.

—Esta chiflado. Me parece que se cree de verdad su propia propaganda.

—La pregunta es, ?te la crees tu?

«?Te la crees, te la crees?», penso Miles frenetico.

—Por supuesto que no —el clon hizo una mueca, alzo la barbilla, twang.

Galen volvio la cabeza hacia Miles y dirigio una mirada a los guardias.

—Cogedlo y encerradlo.

Los siguio con cautela mientras desataban a Miles y lo llevaban fuera. Miles vio que su clon, detras de Galen, miraba al suelo, todavia rozando con el pie la alfombra.

—?Te llamas Mark! —le grito mientras la puerta se cerraba—. ?Mark!

Galen apreto los dientes y descargo sobre Miles un sincero, devastador y anticientifico punetazo. Miles, sujeto por los guardias, no logro esquivarlo, pero si apartarse lo suficiente para que el puno de Galen no le destrozara la mandibula. Por fortuna, Galen retiro la mano, recuperando una fina corteza de control, y no volvio a golpearlo.

—?Era para mi, o para el? —inquirio Miles con dulzura a traves de una creciente burbuja de dolor.

—Encerradlo —gruno Galen a los guardias—, y no lo dejeis salir hasta que yo, personalmente, os lo ordene.

Se dio la vuelta y regreso a su estudio.

«Dos a dos —penso Miles mientras los guardias lo llevaban por el tubo elevador hasta el siguiente nivel—. O al menos dos a uno y medio. Las probabilidades nunca seran mejores, y el margen de tiempo solo va a empeorar.»

Cuando la puerta de la celda se abrio, Miles vio a Galeni dormido en su camastro: el unico desesperado plan de un hombre para eludir el dolor. Se habia pasado casi toda la noche recorriendo en silencio la celda, inquieto hasta el frenesi… el sueno que se le habia escapado habia sido capturado ahora. Maravilloso. Ahora, justo cuando Miles lo necesitaba de pie y a punto de saltar como un resorte.

«Intentalo de todas formas.»

—?Galeni! —aullo Miles—. ?Ahora, Galeni! ?Vamos!

Simultaneamente, se abalanzo contra el guardia mas cercano y aplico una tenaza capaz de paralizar los nervios sobre la mano que sujetaba el aturdidor. La articulacion de uno de los dedos de Miles chasqueo, pero hizo caer el aturdidor y lo alejo de una patada hacia Galeni, que saltaba desconcertado de su camastro como un cerdo de la charca. A pesar de estar semiconsciente, actuo de manera rapida y precisa; se abalanzo hacia el aturdidor, lo cogio y, rodando por el suelo, se aparto de la linea de fuego de la puerta.

Un guardia paso un brazo por el cuello de Miles, lo levanto del suelo y le dio la vuelta para encararlo al otro. El pequeno rectangulo gris de la boca del arma del segundo guardia estaba tan cerca que Miles casi tuvo que ponerse bizco para enfocarlo. Cuando el dedo del komarres se tenso sobre el gatillo, el zumbido del aturdidor se fragmento y la cabeza de Miles parecio explotar en una cascada de dolor y luces de colores.

11

Desperto en una cama de hospital, un entorno desagradable pero familiar. En la distancia, a traves de la ventana, las torres de Vorbarr Sultana, la capital de Barrayar, brillaban extranamente verdes en la oscuridad. MilImp, entonces, el Hospital Militar Imperial. La habitacion no estaba decorada con el mismo estilo severo que habia conocido de nino, cuando entraba y salia tan a menudo de laboratorios clinicos y operaciones para luego someterse a dolorosas terapias que consideraba MilImp su casa fuera de casa.

Entro un doctor. Tenia aproximadamente sesenta anos: pelo gris corto, rostro palido y arrugado, el cuerpo abotargado por la edad. DR. GALEN decia su placa. Los hiposprays resonaban en sus bolsillos. Copulando y reproduciendose, tal vez. Miles siempre se habia preguntado de donde venian los hiposprays.

—Ah, esta usted despierto —dijo el doctor alegremente—. No intentara escapar de nosotros otra vez, ?no?

—?Escapar? —estaba atado con tubos y cables sensores, sondas y correas de control. No parecia que fuera a ir a ninguna parte.

—Catatonia. La tierra del nunca jamas. Gaga. En resumen, loco. Supongo que es la unica manera de escapar, ?no? La sangre lo dira.

A Miles le parecio oir el susurro de los globulos rojos en sus oidos, confiandose miles de secretos militares unos a otros, sacudiendose ebrios en una danza campestre con moleculas de pentarrapida que agitaban sus grupos hidroxilos como enaguas. Parpadeo para espantar la imagen.

Galen rebusco en el bolsillo; entonces su rostro cambio.

—?Oh! —saco la mano, sacudio un hipospray y se chupo el pulgar ensangrentado—. ?El pequeno hijo de puta me ha mordido!

Miro hacia abajo, donde el joven hipospray se tambaleaba inseguro sobre sus patitas de metal, y lo aplasto con el pie. Murio con un chirrido diminuto.

—Este tipo de fallo mental no es inusitado en un criocadaver redivivo, por supuesto. Lo superara usted —le aseguro Galen.

—?Estuve muerto?

—Muerto en el acto, en la Tierra. Se paso un ano en suspension criogenica.

Extranamente, Miles recordaba esa parte. Tendido en un ataud de vidrio como una princesa de cuento de hadas bajo un cruel hechizo, mientras unas siluetas se asomaban silenciosas y espectrales a los paneles de escarcha.

—?Y usted me revivio?

—Oh, no. Salio mal. El peor caso de quemaduras por congelamiento que se haya visto.

—Oh. —Miles hizo una pausa, aturdido, y anadio con tenue vocecita—: ?Sigo muerto entonces? ?Podre tener caballos en mi funeral, como el abuelo?

—No, no, no, por supuesto que no —el doctor Galen rio como una gallina clueca—. Usted no se puede morir, sus padres nunca lo permitirian. Trasplantamos su cerebro a un cuerpo de repuesto. Afortunadamente, habia uno disponible. De segunda mano, pero apenas usado. Enhorabuena, es usted virgen otra vez. ?No fue previsor por mi parte tener a su clon ya preparado?

—?Mi cl… mi hermano? ?Mark?

Miles se enderezo, desparramando tubos a su alrededor. Temblando, agarro la bandeja de su mesa y miro en el espejo de su pulida superficie de metal. Una linea irregular de grandes puntadas rojas le recorria la frente. Se miro las manos, las volvio horrorizado.

Miro a Galen.

—Si yo estoy aqui dentro, ?que ha hecho con Mark? ?Donde ha puesto el cerebro que estaba en esta cabeza?

Galen senalo.

En la mesa situada junto a la cama de Miles habia un gran frasco de cristal. Dentro, un cerebro entero, como un champinon sobre su tallo, flotaba esponjoso, muerto y malevolo. El liquido que lo envolvia era denso y verdoso.

—?No, no, no! —chillo Miles—. ?No, no, no!

Se levanto de la cama y agarro el frasco. El liquido se desparramo, frio, sobre sus manos. Corrio hacia el pasillo, descalzo, la bata ondeando abierta detras. Alli tenia que haber cuerpos de repuesto: aquello era MilImp. De repente, recordo donde habia dejado uno.

Atraveso otra puerta y se encontro en la lanzadera de combate sobre Dagoola IV. La compuerta de la lanzadera estaba abierta, atascada; nubes negras salpicadas de denditras amarillas de luz se agitaban mas alla. La lanzadera oscilo, y hombres y mujeres sucios y heridos con chamuscados uniformes de combate dendarii entraron gritando y maldiciendo. Miles se deslizo hasta la compuerta abierta, aun sujetando el frasco, y salio.

Parte del tiempo floto, parte cayo. Una mujer que gritaba paso ante el, estirando los brazos para que la ayudara, pero Miles no podia soltar el frasco. Su cuerpo revento al impactar contra el suelo.

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