—Bueno, en cierto modo, si…

Miles se froto la frente dolorida. Galeni se rasco la barba sin hacer ningun comentario. Galeni sabia callar a voces.

—?Recuerdas hace tres o cuatro noches, cuando me llevaste para que fuera secuestrado y asi infiltrarme en la oposicion y descubrir quienes eran y que querian?

—Si…

—Bueno —Miles inspiro profundamente—, funciono. Enhorabuena. Acabas de convertir un absoluto desastre en una importante accion de inteligencia. Gracias, comandante Quinn. Por cierto, el tipo con el que saliste de aquella casa vacia… no era yo.

Elli abrio los ojos de par en par. Se acerco una mano a la boca. Entonces las oscuras pupilas se estrecharon en furiosa reflexion.

—Hijo de puta —jadeo—. ?Pero Miles… creia que la historia del clon era algo que te habias inventado!

—Eso hice. Espero que haya desarmado a todo el mundo.

—?Habia… hay un clon de verdad?

—Eso dice el. Las huellas dactilares, retinales y de voz son iguales. Hay, gracias a Dios, una diferencia objetiva. Si radiografian mis huesos encontraran un enloquecido pespunte de roturas antiguas, a excepcion de en mis piernas sinteticas. Sus huesos no tienen ninguna. O eso dice el —Miles se sujeto la mano izquierda, dolorida —. Creo que me dejare la barba de momento, por si acaso.

Miles se volvio hacia el capitan Galeni.

—?Como nos encargaremos… se encargara Seguridad Imperial de esto, senor? —dijo, deferente—. ?Quiere que llamemos a las autoridades locales?

—Oh, asi que soy otra vez «senor», ?eh? —murmuro Galeni—. Claro que llamaremos a la policia. No podemos extraditar a esa gente. Pero ahora que son culpables de un crimen cometido aqui en la Tierra, las autoridades de Euroley los detendran por nosotros. Sera el fin de todo este grupusculo radical.

Miles contuvo la impaciencia y procuro que su voz fuese fria y logica.

—Pero un juicio publico revelaria toda la historia del clon al detalle. Atraeria un monton de atencion no deseada hacia mi, desde el punto de vista de Seguridad. Incluyendo, puede estar seguro, la atencion cetagandana.

—Es demasiado tarde para echar tierra a todo esto.

—No estoy tan seguro. Si, los rumores vuelan, pero unos cuantos rumores suficientemente confusos resultan muy utiles. Esos dos —Miles senalo a los guardias capturados—, no son peces gordos. Mi clon sabe mucho mas que ellos, y ya ha regresado a la embajada. Que es, legalmente, suelo barrayares. ?Para que los necesitamos? Ahora que le hemos recuperado a usted, y tenemos al clon, el plan carece de validez. Mantenga vigilado a este grupo como al resto de los expatriados komarreses aqui en la Tierra, y ya no supondran ningun peligro para nosotros.

Galeni lo miro a los ojos, luego aparto la vista, el palido perfil tenso por el significado tacito de aquello: «Y su carrera no se vera comprometida por un escandalo publico. Y no tendra que enfrentarse a su padre.»

—Yo… no se.

—Yo si —dijo Miles, confiado. Hizo un gesto a un dendarii cercano—. Sargento. Suba con un par de tecnicos y vacie los archivos de la comuconsola de estos tipos. Haga un repaso rapido en busca de archivos secretos. Y ya que esta en ello, registre la casa a ver si hay un par de artilugios antiescaner personal en forma de cinturon; deben de estar guardados en alguna parte. Llevelos al comodoro Jesek y digale que quiero encontrar al fabricante. En cuanto indique usted que todo esta despejado, nos marchamos.

—Vaya, eso si que es ilegal —observo Elli.

—?Que van a hacer, ir a la policia y quejarse? Creo que no. Ah… ?quiere dejar algun mensaje en la comuconsola, capitan?

—No —dijo Galeni en voz baja despues de un instante—. Nada de mensajes.

—Bien.

Un dendarii aplico primeros auxilios al dedo roto de Miles y le anestesio la mano. El sargento regreso en menos de media hora, con los cinturones antiscan colgando del hombro, y le entrego un disco de datos.

—Aqui tiene, senor.

—Gracias.

Galen no habia regresado aun. Visto el panorama, Miles consideraba eso un anadido.

Se arrodillo junto al komarres que estaba aun consciente, y acerco un aturdidor a su sien.

—?Que va a hacer? —croo el hombre.

Los labios resquebrajados de Miles se distendieron en una sonrisa que empezo a sangrar.

—Vaya, aturdirte por supuesto, llevarte a la costa sur y tirarte. ?Que si no? Buenas noches.

El aturdidor zumbo, y el komarres pataleo y se derrumbo. El soldado dendarii le solto las ligaduras y Miles dejo a los dos guardias tendidos uno al lado del otro en el suelo. Salieron y cerraron con cuidado las puertas del garaje.

—De vuelta a la embajada, pues, y crucifiquemos al pequeno bastardo —dijo Elli Quinn sombria, solicitando la ruta a su destino en la consola del coche alquilado. El resto de la patrulla se retiro a ocupar posiciones encubiertas.

Miles y Galeni se acomodaron. Galeni parecia tan agotado como se sentia Miles.

—?Bastardo? —suspiro—. No. Me temo que eso es lo que no es.

—Crucifiquemoslo primero —murmuro Galeni—. Definamoslo despues.

—De acuerdo —dijo Miles.

—?Como entraremos? —pregunto Galeni mientras se acercaban a la embajada.

—Solo hay una manera —dijo Miles—. Por la puerta principal. Desfilando. Adelante, Elli.

Miles y Galeni se miraron e hicieron una mueca. La barba de Miles iba por detras de la de Galeni (despues de todo, el capitan le llevaba cuatro dias de ventaja), pero los labios partidos, las magulladuras y la sangre seca de su camisa lo compensaban, calculo Miles. Su sensacion general de total degradacion aumento. Ademas, Galeni habia encontrado las botas y la chaquetilla de su uniforme en la casa de los komarreses, y Miles no. El clon se las habia llevado, tal vez. Miles no estaba seguro de cual de ellos olia peor (Galeni llevaba mas tiempo encarcelado, pero Miles opinaba que habia sudado mas), y no iba a pedirle a Elli Quinn que olisqueara y los calificara. Por los labios torcidos de Galeni y las arrugas de sus ojos, Miles supuso que debia de estar experimentando la misma reaccion retardada de enloquecido alivio que burbujeaba en su propio pecho. Estaban vivos, y era un milagro y una maravilla.

Avanzaron marcando el paso y subieron la rampa. Elli se quedo atras, observando la actuacion con interes.

El guardia de la entrada saludo por acto reflejo mientras el asombro se extendia por su cara.

—?Capitan Galeni! ?Ha vuelto! Y, er… —miro a Miles, abrio y cerro la boca—, usted. Senor.

Galeni le devolvio el saludo sin ganas.

—Llame al teniente Vorpatril y digale que se presente aqui. A Vorpatril solamente.

—Si, senor.

El guardia de la embajada hablo a traves de su comunicador de muneca, sin apartar los ojos de ellos. No paraba de mirar de reojo a Miles, con expresion sorprendida.

—Er… me alegro de que haya vuelto, capitan.

—Yo tambien, cabo.

Al cabo de un instante, Ivan salio de un tubo elevador y se acerco corriendo por el vestibulo de marmol.

—Dios mio, senor, ?donde ha estado? —exclamo, agarrando a Galeni por los hombros. Recordo comportarse un poco tarde, y saludo.

—Mi ausencia no ha sido voluntaria, se lo aseguro.

Galeni se tiro del lobulo de una oreja, parpadeando, y se paso la mano por la barba de dias, un poco conmovido por el entusiasmo de Ivan.

—Lo explicare con detalle, mas tarde. Ahora mismo… ?teniente Vorkosigan? Quiza sea el momento de sorprender a su, er, otro pariente.

Ivan miro a Miles.

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