lirones, sin ser molestados por ningun mal sueno que Miles recordara mas tarde.
Miles desperto aturdido al oir que llamaban a la puerta.
—Largate, Ivan —gimio a la carne y la piel que abrazaba—. Vete a dormir a alguna parte…
La carne lo sacudio con decision. Elli encendio la luz, salto de la cama, se puso la camiseta negra y los pantalones grises, y camino hasta la puerta ignorando las suplicas de Miles.
—No, no, no le dejes entrar…
Los golpes se hicieron mas fuertes e insistentes.
—?Miles! —Ivan entro en tromba por la puerta—. Oh, hola, Elli. ?Miles! —Ivan lo sacudio por el hombro.
Miles trato de enterrarse bajo la piel.
—Muy bien, puedes quedarte con tu cama —murmuro—. No hace falta que me avasalles…
—?Levantate, Miles!
Miles asomo la cabeza, cerrando los ojos para protegerse de la luz.
—?Por que? ?Que hora es?
—Medianoche, mas o menos.
—?Oooh!
Volvio a taparse. Tres horas de sueno apenas contaban, despues de lo que habia vivido los cuatro ultimos dias. Demostrando una vena cruel y despiadada que Miles nunca hubiese imaginado, Ivan le arranco la piel viva de las manos y la arrojo lejos.
—Tienes que levantarte —insistio—. Vestirte. Lavarte los hongos de la cara. Espero que tengas un uniforme limpio por alguna parte… —Ivan rebusco en su armario—. ?Aqui esta!
Miles agarro adormilado el uniforme verde que le arrojo.
—?Esta ardiendo la embajada? —pregunto.
—Casi. Elena Bothari-Jesek acaba de llegar de Tau Ceti. ?Ni siquiera sabia que la hubieses enviado alli!
—?Oh! —Miles se desperto. Quinn estaba ya completamente vestida, incluidas las botas, y comprobaba el aturdidor de su funda—. Si. Tengo que vestirme, cierto. A ella no le importara la barba.
—A ella no se la frotaras por la cara —murmuro Elli entre dientes, rascandose un muslo, ausente. Miles reprimio una sonrisa; uno de los parpados de ella temblo.
—Tal vez no —dijo Ivan, sombrio—, pero no creo que al comodoro Destang le entusiasme demasiado.
—?Destang esta aqui? —Miles se desperto del todo. Al parecer, todavia le quedaba un poco de adrenalina —. ?Por que?
Entonces se acordo de algunas de las sospechas que habia incluido en el informe que habia enviado con Elena y cayo en la cuenta de por que el jefe de Seguridad del Sector Dos se habia sentido tentado de investigar en persona.
—Oh, Dios… tengo que informarlo de todo antes de que fusile al pobre Galeni nada mas verlo.
Se ducho con agua fria de chorro de aguja. Elli le puso una taza de cafe en la mano mientras salia y le paso revista cuando se hubo vestido.
—Todo esta bien menos la cara —le informo—, y no puedes hacer nada al respecto.
El se paso una mano por la barbilla, ahora desnuda.
—?He pasado por alto una zona con el depilador?
—No, estaba admirando las magulladuras. Y los ojos. He visto ojos mas brillantes en un colgado de la juba tres dias despues de quedarse sin droga.
—Gracias.
—Tu lo has preguntado.
Miles repaso lo que sabia de Destang mientras bajaban por los tubos. Sus contactos previos con el comodoro habian sido breves, oficiales y, por lo que sabia Miles, satisfactorios para ambas partes. El comandante de Seguridad del Sector Dos era un oficial experimentado, acostumbrado a ocuparse de sus diversos deberes (coordinacion de recogida de datos, supervisar la seguridad de las embajadas barrayaresas, consulados y VIPS de visita, rescatar al ocasional subdito barrayares en problemas) con poca supervision directa de la lejana Barrayar.
Durante las dos o tres operaciones que los dendarii habian realizado en zonas del Sector Dos, las ordenes y el dinero habian circulado bien, y los informes finales de Miles, sin que hubiera impedimentos por su parte.
El comodoro Destang estaba sentado en el centro del despacho de Galeni, con la comuconsola encendida, cuando entraron Miles, Ivan y Elli. El capitan Galeni estaba de pie, aunque habia sillas disponibles junto a la pared; tan envarado estaba que parecia que llevara una armadura, con los ojos oscuros y la cara neutra como un visor. Elena Bothari-Jesek esperaba insegura al fondo, con el aspecto preocupado de quien es testigo de una cadena de acontecimientos que han empezado pero ya nadie controla. Los ojos se le iluminaron de alivio al ver a Miles, y saludo… inadecuadamente, ya que el no iba de uniforme dendarii; fue algo parecido a un tacito traspaso de la responsabilidad, como alguien que se deshace de una bolsa de serpientes vivas. «Toma, es todo tuyo.» El le devolvio el saludo con un gesto de cabeza. «Muy bien.»
—Senor —dijo Miles.
Destang devolvio el saludo militar y se lo quedo mirando; en un leve arrebato de nostalgia, Miles recordo al primer Galeni. Otro comandante apurado. Destang era un hombre de unos sesenta anos, delgado, con el pelo gris, mas bajo que la mayoria de los barrayareses. Sin duda nacido despues del final de la ocupacion cetagandana, cuando la malnutricion generalizada privo a muchos de aprovechar su pleno potencial de crecimiento. Habria sido un oficial joven en la epoca de la Conquista de Komarr, de rango medio durante su ultima revuelta; tendria experiencia de combate, como todos los que habian vivido ese pasado sacudido por la guerra.
—?Le ha informado alguien ya, senor? —empezo a decir Miles, ansiosamente—. Mi memorando original esta mas que desfasado.
—Acabo de leer la version del capitan Galeni —Destang indico la comuconsola.
Galeni insistia en escribir informes. Miles suspiro para sus adentros. Era un viejo impulso academico, sin duda. Se esforzo por no ladear la cabeza y tratar de echar un vistazo.
—No parece que usted haya redactado el suyo todavia —observo Destang.
Miles hizo un vago gesto con la mano vendada.
—He estado en la enfermeria, senor. ?Pero ha advertido ya que los komarreses deben de haber tenido algun control sobre el oficial correo de la embajada?
—Arrestamos al correo hace seis dias en Tau Ceti.
Miles suspiro aliviado.
—?Y era…?
—Fue la habitual historia sordida —Destang fruncio el ceno—. Cometio un pequeno pecado; eso les dio el punto de apoyo para hacerle cometer otros cada vez mayores, hasta que no hubo vuelta atras.
Un curioso judo mental, ese tipo de chantaje, reflexiono Miles. En el analisis final, era el miedo a su propio bando, no a los komarreses, lo que habia entregado al correo a manos enemigas. Asi que un sistema que pretendia potenciar la lealtad acababa destruyendola… ahi habia un fallo.
—Llevaba en su poder al menos tres anos —continuo Destang—. Todo lo que ha entrado o salido de la embajada desde entonces puede haber pasado ante sus ojos.
—Oh.
Miles reprimio una sonrisa, que sustituyo, esperaba, por una expresion de adecuado horror. Asi que la subversion del correo era claramente anterior a la llegada de Galeni a la Tierra. Bien.
—Si —dijo Ivan—. Acabo de encontrar copias de cosas nuestras hace un rato en ese vaciado de datos en masa que sacaste de la comuconsola de Ser Galen, Miles. Ha sido toda una sorpresa.
—Imagine que estaria alli —dijo Miles—. No habia muchas otras posibilidades una vez sabido que nos estaban espiando. Confio en que el interrogatorio del correo haya librado al capitan Galeni de toda sospecha.
—Si estaba implicado con los expatriados komarreses de la Tierra, el correo no lo sabia —dijo Destang, neutral.
No era exactamente una declaracion de apasionada confianza.
—Quedo bastante claro que el capitan Galeni era una carta que Ser Galen mantenia en reserva. Pero la carta se nego a jugar —dijo Miles—. A riesgo de su vida. Fue la casualidad, despues de todo, lo que trajo al capitan Galeni a la Tierra, ?no?
Galeni sacudio la cabeza.