amo fue comprado y vendido…»

—Ni siquiera en Barrayar —dijo suavemente— un ser humano puede poseer a otro. Galen cayo muy bajo, en la busqueda de su… principio de libertad.

—En cualquier caso, ahora estas fuera de escena —le recordo Ivan—. El alto mando se ha hecho cargo. He oido que te daban la orden de marcharte.

—?Tambien has oido a Destang decir que pretendia matar a mi… clon, si puede?

—Si, ?y que? —Ivan parecia obstinado, una testarudez casi dominada por el panico—. No me gustaba de todas formas. Es una pequena comadreja insidiosa.

—Destang domina tambien el arte del informe final —dijo Miles—. Aunque abandonara mi puesto ahora mismo, me resultaria fisicamente imposible regresar a Barrayar, suplicarle a mi padre por la vida del clon, hacer que recurra a Simon Illyan para dar una contraorden, y que esa orden llegue aqui a la Tierra antes de que se ejecute la accion.

Ivan parecia sorprendido.

—Miles… siempre me parecio embarazoso pedirle un favor al tio Aral, pero pensaba que tu preferias que te despellejaran y cocieran vivo antes de suplicarle nada a tu padre. ?Y quieres empezar incordiando a un comodoro? ?Nadie del servicio te querria despues de eso!

—Preferiria morir —reconocio Miles—, pero no puedo pedir que otro muera por mi. Pero eso es irrelevante. No tendria exito.

—Gracias a Dios.

Ivan se lo quedo mirando, completamente inquieto.

«Si no consigo convencer a dos de mis mejores amigos de que tengo razon, tal vez este equivocado — penso Miles—. O tal vez tenga que hacer esto solo.»

—Solo quiero mantener una puerta abierta, Ivan. No te estoy pidiendo que hagas nada…

—Todavia —replico Ivan taciturno.

—Le entregaria el enlace comunicador al capitan Galeni, pero sin duda a el lo vigilaran de cerca. Se lo quitarian y pareceria… ambiguo.

—?Y a mi me sentaria bien? —se quejo Ivan.

—Hazlo. —Miles termino de abrocharse la chaqueta, se levanto, y tendio la mano a Ivan para que le devolviera el comunicador—. O no lo hagas.

—Aah —Ivan desvio la mirada y se metio desconsolado el comunicador en el bolsillo—. Me lo pensare.

Miles ladeo la cabeza, agradecido.

Cogieron una lanzadera dendarii que estaba a punto de salir del espaciopuerto de Londres, con personal que volvia de permiso. En realidad, Elli llamo e hizo que los esperaran. Miles agradecio la sensacion de no tener que ir a toda prisa y hasta la habria disfrutado si las presiones de los deberes del almirante Naismith, que ahora hervian en su cabeza, no hubieran avivado automaticamente sus pasos.

Su retraso se convirtio en una ventaja para otros. Un ultimo dendarii con el petate al hombro corrio por la pista cuando los motores se ponian ya en marcha, y llego por los pelos a la rampa que se contraia. El guardia de la puerta alzo el arma cuando reconocio al recien llegado y le echo una mano mientras la lanzadera empezaba a rodar.

Miles, Elli Quinn y Elena Bothari-Jesek estaban sentados al fondo. El soldado recien llegado, al detenerse para recuperar el aliento, diviso a Miles. Sonrio y saludo.

Miles respondio a ambas acciones.

—Ah, sargento Siembieda. —Ryann Siembieda era un eficaz sargento tecnico de Ingenieria, encargado del mantenimiento y reparacion de las armaduras de batalla y demas equipo ligero—. Le han descongelado.

—Si, senor.

—Me dijeron que su diagnostico era bueno.

—Me descongelaron en el hospital hace dos semanas. He estado de permiso. ?Usted tambien, senor? — Siembieda indico la bolsa de la compra plateada a los pies de Miles, que contenia la piel viva.

Miles la guardo disimuladamente bajo el asiento empujandola con el talon de la bota.

—Si y no. De hecho, mientras usted estuvo jugando, yo trabajaba. Como resultado, todos tendremos trabajo pronto. Menos mal que disfruto de su permiso cuando pudo.

—La Tierra es magnifica —suspiro Siembieda—. Fue toda una sorpresa despertar aqui. ?Ha visto el Parque de Unicornios? Esta en esta misma isla. Estuve alli ayer.

—Me temo que no he visto gran cosa —se lamento Miles.

Siembieda se saco un holocubo del bolsillo y se lo tendio.

El Parque de Unicornios y Animales Salvajes (una division de Bioingenierias GalaTech) ocupaba los terrenos del grande e historico estado de Wooton, Surrey, segun le informo el cubo guia. En la pantalla vid, una brillante bestia blanca que parecia un cruce entre un caballo y un ciervo, y que probablemente lo era, saltaba entre el follaje.

—Te dejan dar de comer a los leones mansos —le conto Siembieda.

Miles parpadeo ante la imagen mental de Ivan con toga siendo arrojado por un camion flotante para alimentar a un monton de gatos hambrientos que galopaban excitados tras el. Habia estado leyendo demasiada historia terrestre.

—?Que comen?

—Cubos de proteinas, igual que nosotros.

—Ah —dijo Miles, tratando de no parecer decepcionado. Devolvio el cubo.

Sin embargo, el sargento no se marcho.

—Senor… —empezo a decir, vacilante.

—?Si? —Miles procuro que su tono fuera tranquilizador.

—He revisado mis procedimientos, me han dado el alta para realizar servicios ligeros, pero… no recuerdo nada del dia en que me mataron. Y los medicos no quisieron contarmelo. Me… incomoda un poco, senor.

Los ojos almendrados de Siembieda eran extranos y cautelosos; Miles opinaba que le incomodaba un monton.

—Ya veo. Bueno, los medicos no podian contarle gran cosa de todas formas. No estuvieron alli.

—Pero usted si, senor —sugirio Siembieda.

«Por supuesto —penso Miles—. Y si no hubiera estado, no habrias muerto en mi lugar.»

—?Recuerda nuestra llegada a Mahata Solaris?

—Si, senor. Algunas cosas, hasta la noche anterior. Pero todo ese dia entero ha desaparecido, no solo la batalla.

—Ah. Bueno, eso no es ningun misterio. El comodoro Jesek, yo mismo, usted y su equipo tecnico hicimos una visita a un almacen para efectuar una comprobacion del control de calidad de nuestros suministros… Hubo un problema con el primer envio…

—Recuerdo eso —asintio Siembieda—. Celulas de energia agrietadas que filtraban radiacion.

—Cierto, eso es. Usted localizo el defecto, por cierto, al descargarlas para hacer inventario. Hay gente que simplemente las habria almacenado.

—No en mi equipo —murmuro Siembieda.

—Un escuadron de asalto cetagandano nos ataco en el almacen. Nunca averiguamos si hubo alguna filtracion, aunque sospechamos de alguien en puestos destacados cuando nuestros permisos orbitales fueron revocados y las autoridades nos invitaron a abandonar el espacio local de Mahata Solaris. O tal vez no les gusto la excitacion que llevabamos con nosotros. Sea como fuere, una granada gravitica estallo al fondo del almacen. Usted fue alcanzado en el cuello por un fragmento de metal que reboto por la explosion. Murio desangrado en cuestion de segundos.

Era increible la cantidad de sangre que tenia un hombre delgado; esparcida durante la refriega… Su olor, y la sensacion de quemado volvieron a Miles mientras hablaba, pero mantuvo la voz firme y tranquila.

—Lo llevamos de vuelta a la Triumph y lo congelamos una hora despues. La cirujano fue muy optimista, ya que no habia danos de importancia en los tejidos.

No como en el caso de uno de los tecnicos, que habia volado en trocitos casi en el mismo momento.

—Yo… me preguntaba que habia hecho. O dejado de hacer.

—Apenas tuvo tiempo de hacer nada. Fue practicamente la primera baja.

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