Siembieda parecio levemente aliviado. «?Y que pasa por la cabeza de un muerto ambulante? —se pregunto Miles—. ?Que fallo personal podia temer mas que la muerte misma?»

—Si le sirve de consuelo —intervino Elli—, esa perdida de memoria es comun en las victimas de todo tipo de traumas, no solo en las criorresurreciones. Pregunte y vera que no es el unico.

—Sera mejor que se ate —dijo Miles, mientras la lanzadera se preparaba para despegar.

Siembieda asintio, un poco mas alegre, y se volvio en busca de un asiento.

—?Recuerdas tu quemadura? —le pregunto Miles a Elli con curiosidad—. ?O esta todo piadosamente en blanco?

Elli se paso una mano por la mejilla.

—Nunca perdi del todo la consciencia.

La lanzadera se abalanzo hacia delante y despego. El teniente Ptarmigan esta a los mandos, juzgo Miles secamente. Algunos comentarios procaces de los pasajeros de delante confirmaron su suposicion. Miles vacilo y termino por apartar la mano del control situado en el brazo de su asiento que comunicaba con el piloto: no molestaria a Ptarmigan a menos que empezara a volar boca abajo. Afortunadamente para Ptarmigan, la lanzadera se estabilizo.

Miles volvio la cabeza para echar un vistazo por la ventanilla mientras las brillantes luces de la Gran Londres y su isla se perdian bajo ellos. Un momento despues vio la desembocadura del rio; los grandes diques y los muelles se extendian a lo largo de cuarenta kilometros, definiendo la costa por diseno humano, derrotando al mar y protegiendo los tesoros historicos y a varios millones de almas del lecho del Tamesis inferior. Uno de los grandes puentes que cruzaban el canal brillaba contra las aguas plomizas del amanecer. Y asi los hombres se organizaban por bien de su tecnologia como nunca lo hacian por sus principios. La politica del mar era indiscutible.

La lanzadera viro, ganando altitud rapidamente, proporcionando a Miles un ultimo atisbo del resplandeciente laberinto de Londres. En alguna parte de aquella monstruosa ciudad se escondian Galen y Mark, o corrian, o planeaban, mientras el equipo de espias de Destang revisaba y volvia a revisar la antigua morada de Galen y la red de comuconsolas buscando pistas, en un mortal juego del escondite. Sin duda Galen tendria el suficiente sentido para evitar a sus amigos y mantenerse alejado de la red a toda costa. Si reducia sus perdidas y huia ahora, tendria la oportunidad de eludir la venganza de Barrayar durante otra media vida.

Pero si Galen estaba huyendo, ?por que habia vuelto para recoger a Mark? ?De que le servia ya el clon? ?Tenia Galen algun oscuro sentido de responsabilidad paterna hacia su creacion? De algun modo, Miles dudaba que fuera el amor lo que unia a aquellos dos. ?Podria el clon ser utilizado… como criado, como esclavo, como soldado? ?Podia el clon ser vendido… a los cetagandanos, a un laboratorio medico, a un circo?

?Podia el clon ser vendido al propio Miles?

Vaya, esa era una propuesta que incluso el hiperreceloso Galen se tragaria. Que creyera que Miles queria un cuerpo nuevo, sin las anormalidades oseas que le habian mortificado desde el nacimiento… que creyera que Miles pagaria un alto precio por conseguir el clon para aquel vil proposito… y Miles conseguiria a Mark y fondos y cobertura suficientes para que Galen pudiera escapar sin darse cuenta de que era objeto de caridad por el bien de su hijo. La idea solo tenia dos fallos: uno, hasta que entablara contacto con Galen no tendria la posibilidad de hacer ningun trato; dos, si Galen estaba dispuesto a colaborar en un plan tan diabolico Miles no estaba tan seguro de que le importara verle eludir la venganza de Barrayar. Un curioso dilema.

Subir de nuevo a bordo de la Triumph fue como regresar a casa. Nudos de los que Miles no habia sido consciente se deshicieron en su cuello mientras inhalaba el familiar aire reciclado y absorbia los pequenos sonidos y vibraciones subliminales del adecuado funcionamiento de la nave. Las cosas tenian el aspecto de haber sido reparadas bastante bien desde lo de Dagoola, y Miles anoto mentalmente averiguar a que agresivos sargentos de ingenieros tenia que dar las gracias. Seria agradable volver a ser Naismith, sin ningun problema mas complejo que los que planteaba el cuartel general en sencillo lenguaje militar, definido y sin ambiguedades.

Curso ordenes. Cancelo nuevos contratos de trabajo para dendarii individuales o sus grupos. Todo el personal repartido por el planeta por motivos de trabajo o descanso debia presentarse al cabo de seis horas. Todas las naves iniciarian sus comprobaciones de veinticuatro horas previas a la partida. Mando llamar a la teniente Bone. Eso le produjo la agradable sensacion megalomaniaca de atraer todas las cosas hacia un centro, el mismo, aunque ese buen humor se enfrio cuando contemplo el problema no resuelto que le esperaba en su division de Inteligencia.

Seguido por Quinn, Miles les hizo una visita. Encontro a Bel Thorne manejando la comuconsola de seguridad. Thorne pertenecia a la minoria hermafrodita de la Colonia Beta; los desventurados herederos de un proyecto genetico de dudoso merito. En opinion de Miles, aquello habia sido uno de los experimentos mas descabellados de todos los tiempos. La mayoria de los hombres/mujeres se quedaban en su propia y comoda subcultura, en la tolerante Colonia Beta; el que Thorne se hubiera aventurado en el ancho mundo galactico indicaba valentia, aburrimiento mortal, o mas probablemente, si conocias a Thorne, mala uva de incomodar a la gente. El capitan Thorne llevaba el suave pelo castano cortado en un estilo deliberadamente ambiguo, pero lucia su uniforme y rango dendarii, tan duramente ganados, con clara definicion.

—Hola, Bel —Miles acerco una silla y la engancho a sus abrazaderas. Thorne le respondio con un amistoso saludo a medias—. Pon todo lo que el equipo de vigilancia encontro en casa de Galen despues de que Quinn y yo rescataramos al agregado militar barrayares y lo devolvieramos a su embajada.

Quinn se mantuvo impasible ante esta dosis de revisionismo historico.

Thorne paso la grabacion obedientemente durante media hora de silencio hasta detenerse en la conversacion deslabazada de dos de los infelices guardias komarreses que despertaban de su aturdimiento.

Luego el trino de la comuconsola; una imagen algo degradada, resintetizada a partir del rayo vid; la lenta voz atona y la cara del propio Galen, solicitando un informe sobre la mision asesina de los guardias; la brusca subida del tono cuando se entero en cambio del dramatico rescate.

—?Idiotas! —Una pausa—. No intenteis contactar conmigo de nuevo.

Corte.

—Localizamos la fuente de la llamada, espero —dijo Miles.

—Una comuconsola publica en una estacion tubo —respondio Thorne—. Para cuando enviamos a alguien alli, el radio potencial se habia ampliado a unos cien kilometros. Buen sistema tubo, ese.

—Cierto. ?Y nunca regreso a la casa despues?

—Parece que lo abandono todo. Supongo que tiene experiencia previa a la hora de evadir la seguridad.

—Era ya experto antes de que yo naciera —suspiro Miles—. ?Que hay de los dos guardias?

—Todavia estaban en la casa cuando los tipos de vigilancia de la embajada barrayaresa llegaron y se hicieron cargo. Recogimos nuestras cosas y volvimos a casa. Por cierto, ?nos han pagado ya los barrayareses este trabajito?

—Esplendidamente.

—Oh, bien. Temia que lo retuvieran hasta que les entregaramos tambien a Van der Poole.

—Sobre Van der Poole… Galen —dijo Miles—. Ah… ya no trabajamos para los barrayareses en ese caso. Han traido su propio equipo desde el cuartel general del Sector en Tau Ceti.

Thorne fruncio el ceno, aturdido.

—?Y todavia estamos trabajando?

—Por el momento. Pero sera mejor que corras la voz a nuestra gente de abajo. A partir de este momento, hay que evitar todo contacto con los barrayareses.

Thorne alzo las cejas.

—?Para quien trabajamos, entonces?

—Para mi.

Thorne hizo una pausa.

—?No se esta tomando esto muy a pecho, senor?

—Demasiado a pecho, si mi gente de Inteligencia tiene que continuar siendo efectiva —suspiro Miles—. Muy bien. Un extrano e inesperado contratiempo personal ha aparecido en mitad de este caso. ?Te has preguntado alguna vez por que nunca hablo de mi entorno familiar, o de mi pasado?

—Bueno… hay un monton de dendarii que no lo hacen, senor.

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