—?Los tres?

—Los tres dendarii que saben que tu eres Vorkosigan.

—Su bonita guardaespaldas, y la otra pareja —explico vengativo Galen ante la mirada horrorizada de Miles—. Lamento que no la haya traido. Ahora tendremos que darle caza.

?Era aquello que asomo al rostro de Mark una expresion de fugaz desazon? Galen tambien se dio cuenta y fruncio el ceno.

—No saldra bien —argumento Miles—. Hay cinco mil dendarii. Conozco a centenares de ellos por su nombre, o de vista. Hemos combatido juntos. Se cosas sobre ellos que sus madres no saben, cosas que no estan en ningun archivo. Y me han visto bajo todo tipo de tensiones. Ni siquiera sabrias que chiste es adecuado contar. Y aunque tuvieras exito durante un tiempo y te convirtieras en el almirante Naismith como antes quisiste convertirte en el Emperador… ?donde esta entonces Mark? Tal vez Mark no quiera ser un mercenario del espacio. Tal vez quiera ser un… un disenador textil. O medico.

—Oh —suspiro el clon, dirigiendo una mirada a su cuerpo retorcido—, medico no…

—O programador de holovid o piloto estelar o ingeniero. O estar muy lejos de el. —Miles indico a Galen con la cabeza; por un instante los ojos del clon se llenaron de apasionada ansia que rapidamente disimulo—. ?Como lo descubriras?

—Es verdad —dijo Galen, mirando al clon con los ojos entornados—, debes hacerte pasar por un soldado experimentado. Y no has matado nunca.

El clon se agito incomodo, mirando de reojo a su mentor.

La voz de Galen se habia suavizado.

—Debes aprender a matar si esperas sobrevivir.

—No, no es asi —intervino Miles—. La mayoria de la gente no mata a nadie en toda la vida. Es un argumento falso.

El disruptor neural apunto firmemente a Miles.

—Habla demasiado —los ojos de Galen se posaron una ultima vez en su silencioso hijo, que alzo la barbilla desafiante y luego desvio la mirada como si la vision le quemase—. Es hora de irnos.

Galen, el rostro endurecido, se volvio hacia el clon.

—Toma —le tendio el disruptor neural—. Es hora de completar tu educacion. Disparales y vamonos.

—?Que hay de Ivan? —pregunto en voz baja el capitan Galeni.

—El sobrino de Vorkosigan tiene para mi tan poca utilidad como su hijo —dijo Galen—. Pueden irse al infierno de la mano. —Volvio la cabeza hacia el clon y anadio—: ?Empieza!

Mark trago saliva y alzo el arma con ambas manos.

—Pero… ?que hay de la orden de credito?

—No hay ninguna orden de credito. ?No distingues una mentira en cuanto la oyes, idiota?

Miles alzo el comunicador de muneca y le hablo claramente.

—Elli, ?tienes todo esto?

—Grabado y transmitido al capitan Thorne —respondio con regocijo la voz de Quinn, fina en el aire humedo—. ?Quieres compania ya?

—Todavia no. —Miles bajo la mano, se enderezo, miro los ojos enfurecidos de Galen y sus dientes apretados—. Lo que decia. Fin del plan. Discutamos las alternativas.

Mark habia bajado el disruptor neural, el rostro preocupado.

—?Alternativas? ?Venganza! —susurro Galen—. ?Fuego!

—Pero… —dijo el clon, agitado.

—En este momento, eres un hombre libre —Miles hablo en voz baja y deprisa—. El pago por ti, sin embargo no te posee. Pero si matas por el, te poseera para siempre. Para siempre jamas.

«No necesariamente», silabeo Galeni, pero no interrumpio el discurso de Miles.

—Tienes que matar a tus enemigos —rugio Galen.

La mano de Mark temblo, la boca abierta en protesta.

—?Ahora, maldicion! —aullo Galen, e hizo un intento de recuperar el disruptor neural.

Galeni se coloco delante de Miles, que rebusco en su chaqueta el segundo aturdidor. El disruptor neural chisporroteo. Miles desenfundo, demasiado tarde, demasiado tarde, el capitan Galeni jadeo —«ha muerto por mi lentitud, mi estupidez de ultimo momento»—, el rostro encogido, la boca abierta en un alarido silencioso. Miles salto de detras de el, apunto el aturdidor…

Y vio a Galen desmoronarse entre convulsiones, la espalda arqueada en un movimiento que le rompio los huesos, la cara retorcida… y entonces se desplomo muerto.

—Mata a tus enemigos —jadeo Mark, la cara blanca como el papel—. Bien. ?Ah! —anadio, alzando de nuevo el arma mientras Miles avanzaba—. ?Quedate quieto ahi mismo!

Un siseo a los pies de Miles. Miro hacia abajo para ver una fina capa de espuma barrer sus botas, perder impulso, retroceder. Al cabo de un instante, otra. La marea rebasaba el saliente. La marea subia…

—?Donde esta Ivan? —exigio Miles, la mano cerrada sobre el aturdidor.

—Si disparas, nunca lo sabras —dijo Mark.

Su mirada oscilaba nerviosa de Miles a Galeni, del cadaver de Galen a sus pies al arma que tenia en la mano, como si todo formara una suma imposiblemente incorrecta. Respiraba de manera entrecortada, dominado por el panico; los nudillos con los que sujetaba el disruptor neutral estaban palidos como el hueso. Galeni permanecia muy, muy quieto, con la cabeza ladeada, contemplando a quien alli yacia o mirando hacia dentro; no parecia ser consciente del arma ni de su portador.

—Bien —dijo Miles—. Tu nos ayudas y nosotros te ayudaremos. Llevanos con Ivan.

Mark retrocedio hacia la pared, sin bajar el arma.

—No te creo.

—?Adonde vas a ir? No puedes volver con los komarreses. Hay un escuadron de choque barrayares pensando en asesinarte y te pisa ya los talones. No puedes acudir a las autoridades locales buscando proteccion; tienes un cadaver que explicar. Soy tu unica oportunidad.

Mark miro el cadaver, el disruptor neural, a Miles.

El suave chirrido de un carrete de rappel al desenrollarse apenas fue audible por encima del siseo del mar. Miles miro hacia arriba. Quinn volaba en un largo arco, como un halcon, el arma en una mano y el carrete de control en la otra.

Mark abrio de una patada la compuerta y entro por ella.

—Busca tu a Ivan. No esta lejos. No tengo ningun cadaver que explicar… tu si. ?El arma del crimen lleva tus huellas!

Arrojo el disruptor neural y cerro la escotilla.

Miles salto hacia la puerta con la mano extendida pero ya estaba sellada: a punto estuvo de romperse algunos huesos mas. El chasquido de un mecanismo de cierre disenado para desafiar la fuerza del mar sono apagado a traves de la compuerta. Miles siseo entre dientes.

—?La vuelo de un tiro? —pregunto Quinn mientras aterrizaba.

—?Santo Dios, no! —la decoloracion de la pared producida por la marca del agua estaba a mas de dos metros por encima de la compuerta—. Inundariamos Londres. Intenta abrirla sin danarla. ?Capitan Galeni!

Miles se volvio. Galeni no se habia movido.

—?Se encuentra en estado de shock?

—?Mm? No… no, no creo. —Galeni se recupero con esfuerzo. Anadio, en un tono extrano y reflexivo—: Mas tarde, tal vez.

Quinn estaba agachada junto a la compuerta; se sacaba artilugios de los bolsillos y los colocaba sobre la superficie vertical, comprobando lecturas.

—Electromecanica con anulacion manual… si uso un iman…

Miles se acerco y le quito a Quinn el arnes deslizante.

—Suba —le dijo a Galeni—, a ver si encuentra una entrada por el otro lado. ?Tenemos que capturar al pequeno cabrito!

Galeni asintio y se engancho el arnes.

Miles empuno el aturdidor y el cuchillo de su bota.

—?Quiere un arma? —Mark se habia marchado con todos los aturdidores en el cinturon.

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