—El aturdidor es inutil —advirtio Galeni—. Sera mejor que se quede con el cuchillo. Si lo alcanzo, usare las manos desnudas.
«Con placer», anadio Miles en silencio. Asintio. Los dos habian recibido entrenamiento basico barrayares para la lucha sin armas. Tres cuartas partes de los movimientos le habian sido prohibidos a Miles en una lucha real debido a la secreta debilidad de sus huesos; eso no iba con Galeni. El capitan ascendio, rebotando en la pared colgado del hilo invisible con la precision de una arana.
—?Lo tengo! —exclamo Quinn. La gruesa compuerta se abrio, revelando un profundo y oscuro agujero.
Miles se saco la linterna del cinturon y entro. Miro el cadaver ceniciento de Galen, envuelto por la espuma, liberado de la obsesion y el dolor. No se podia confundir la tranquilidad de la muerte con la tranquilidad del sueno ni de ninguna otra cosa; era el absoluto. El rayo del disruptor neural debia de haberle alcanzado directamente en la cabeza. Quinn cerro la compuerta tras ellos y se detuvo para guardarse el equipo en los bolsillos mientras el mecanismo de la puerta trinaba y parpadeaba, se deslizaba y chasqueaba, manteniendo a raya de nuevo al Tamesis.
Los dos recorrieron el pasillo. Apenas cinco metros mas adelante llegaron a una interseccion en forma de T. El pasillo principal estaba iluminado y se perdia de vista en ambas direcciones.
—Tu ve por la izquierda, yo ire por la derecha —dijo Miles.
—No deberias ir solo —objeto Quinn.
—Tal vez deberia duplicarme, ?eh? ?Ve, maldicion!
Quinn alzo las manos, exasperada, y echo a correr.
Miles corrio en la direccion contraria. Sus pasos resonaban extranamente en el pasillo, en las profundidades de la montana de sintarmigon. Se detuvo un momento, escucho; solo oyo los leves pasos de Quinn perdiendose en la distancia. Siguio corriendo, dejando atras cientos de metros de sintarmigon liso, oscuras y silenciosas estaciones de bombeo y otras iluminadas que zumbaban levemente. Se estaba preguntando si habria pasado por alto una salida (?una portilla en el techo?) cuando diviso un objeto en el suelo. Uno de los aturdidores se habia caido del cinturon de Mark. Miles lo recogio con un rapido ?aja! y se lo guardo sin dejar de correr.
Activo el comunicador de muneca.
—?Quinn?
El pasillo se transformo de pronto en una especie de vestibulo con tubo elevador. Debia de estar debajo de una de las torres de vigilancia. Personal autorizado solamente.
—?Quinn?
Se introdujo en el tubo y se elevo. Oh, Dios, ?en que nivel se habia bajado Mark? La tercera planta ante la que paso daba a una zona de paredes de cristal, con aspecto de recibidor, con puertas y la noche mas alla. Claramente, una salida. Miles salio del tubo.
Un autentico desconocido, vestido de civil con una chaqueta y pantalones, se volvio al oir el sonido de sus pasos y se apoyo en una rodilla. El destello plateado de un espejo parabolico parpadeo en sus manos: la boca de un disruptor neural.
—?Alli esta! —exclamo el hombre, y disparo.
Miles retrocedio hacia el tubo elevador tan rapido que reboto en la otra pared. Extendio las manos hacia la escalerilla de seguridad en el costado del tubo y empezo a asir peldanos mas rapido de lo que el campo antigrav podia elevarlo. Contrajo los musculos faciales, lleno de picotazos por el nimbo del rayo disruptor. Los zapatos del hombre, advirtio Miles, eran botas del servicio barrayares.
—?Quinn! —aullo de nuevo por el comunicador de muneca.
El siguiente nivel daba a un pasillo sin pistoleros. Las tres primeras puertas que probo estaban cerradas. La cuarta cedio; daba a una oficina profusamente iluminada, al parecer desierta. Al echarle un rapido vistazo Miles capto un ligero movimiento en las sombras, bajo una consola. Se agacho para encontrarse con dos mujeres vestidas con el mono azul de tecnicos de la Autoridad de Mareas. Una chillo y se cubrio los ojos; la segunda la abrazo y miro desafiante a Miles, que trato de sonreir amistosamente.
—Ah… hola.
—?Quienes son ustedes? —dijo la segunda mujer con mala cara.
—Oh, no estoy con ellos. Son, um… asesinos contratados —una descripcion justa, despues de todo—. No se preocupen, no van por ustedes. ?Han llamado ya a la policia?
Ella nego con la cabeza, muda.
—Les sugiero que lo hagan inmediatamente. Ah… ?me han visto antes?
Ella asintio.
—?Por que camino tome?
Ella retrocedio, aterrorizada, creyendose acorralada por un psicopata. Miles se encogio de hombros y se acerco a la puerta.
—?Llame a la policia! —ordeno. El leve pitido de las teclas de una comuconsola al ser pulsadas le siguio pasillo abajo.
Mark no estaba en aquel nivel. El campo gravitatorio del tubo elevador habia sido desconectado; la barra de seguridad automatica estaba extendida sobre la abertura y el brillo rojo de la luz de advertencia inundaba el pasillo. Miles asomo con cuidado la cabeza, para encontrarse con otra cabeza que le miraba desde en el nivel inferior; se retiro cuando un disruptor neural chispeo.
Un balcon corria por la parte exterior de la torre. Miles atraveso la puerta y miro en derredor, y hacia arriba. Solo habia un piso mas. Su balcon era facilmente alcanzable con un garfio. Sonrio, saco el carrete y lo lanzo; consiguio enganchar firmemente el garfio en la balaustrada al primer intento. Trago saliva. Un breve oscilar sobre la torre, el dique y el rugiente mar cuarenta metros mas abajo, y se encontro en el siguiente balcon.
Se acerco de puntillas a la puerta de cristal y comprobo el pasillo. Mark estaba agachado, recortado por la luz roja, cerca de la entrada del tubo ascensor, con el aturdidor en la mano. La forma (inconsciente, esperaba Miles) de un hombre con mono de tecnico yacia tendida en el suelo.
—?Mark? —llamo Miles en voz baja, y retrocedio. Mark se dio la vuelta y lanzo una descarga en su direccion. Miles se apretujo contra la pared—. Coopera conmigo y te sacare vivo de esta. ?Donde esta Ivan?
El recordatorio de que Mark aun tenia un as en la manga tuvo el esperado efecto tranquilizador. No volvio a disparar.
—Sacame de esta y te dire donde esta —replico.
Miles sonrio en la oscuridad.
—Muy bien. Voy a acercarme.
Atraveso la puerta y se reunio con su imagen, deteniendose solo para comprobar el pulso en el cuello del hombre tendido. Estaba vivo, menos mal.
—?Como vas a sacarme de esta? —exigio Mark.
—Bueno, esa es la parte dificil —admitio Miles. Se detuvo a escuchar. Alguien trataba de subir por la escalerilla del tubo elevador; todavia no estaba cerca de su nivel—. La policia viene de camino y, cuando llegue, espero que los barrayareses se marchen a toda prisa. No querran ser capturados en un embarazoso incidente interplanetario que el embajador tendria que explicar a las autoridades locales. La operacion de esta noche ya esta fuera de control porque la gente los ha visto. Destang hara que rueden sus cabezas por la manana.
—?La policia? —Mark apreto con mas fuerza su aturdidor; el miedo lucho por abrirse paso en su rostro.
—Si. Podriamos intentar jugar al escondite en esta torre hasta que la policia llegue. O podriamos subir al tejado y hacer que el vehiculo aereo dendarii nos recoja ahora mismo. Se lo que prefiero yo. ?Y tu?
—Entonces seria tu prisionero —susurro Mark, lleno de furia y miedo—. Muerto ahora, muerto despues, ?cual es la diferencia? Se que utilidad le darias a un clon tuyo.
Miles advirtio que Mark volvia a verse a si mismo como un banco de partes corporales ambulante. Suspiro. Miro su crono.
—Segun el horario de Galen, me quedan once minutos para encontrar a Ivan.
Una mirada astuta se apodero del rostro de Mark.
—Ivan no esta arriba. Esta abajo. Por donde hemos venido.
—?Si? —Miles se arriesgo a echar una ojeada al tubo elevador. El escalador habia salido por otra planta. Los cazadores eran concienzudos en su busqueda. Para cuando llegaran alli, estarian bastante seguros de su presa.