Miles aun llevaba el arnes deslizador. Muy tranquilamente, cuidando de que no sonara, extendio la mano, engancho el garfio a la barra de seguridad y lo probo.

—Asi que quieres bajar, ?no? Puedo arreglarlo. Pero sera mejor que tengas razon en lo de Ivan. Porque si muere te diseccionare personalmente. Corazon e higado, filetes y chuletas.

Miles se agacho, comprobo el arnes, fijo las coordenadas de giro y parada del carrete y se situo bajo la barra, dispuesto a lanzarse.

—Sube.

—?Para mi no hay correa de seguridad?

Miles miro por encima del hombre y sonrio.

—Rebotas mejor que yo.

Con aspecto dubitativo, Mark se guardo el aturdidor en el cinturon, se acerco a Miles y, torpemente, rodeo con brazos y piernas su cuerpo.

—Sera mejor que te agarres con mas fuerza. La deceleracion al fondo va a ser grande. Y no grites al bajar. Llamaria la atencion.

La presa de Mark se tenso convulsivamente. Miles comprobo una vez mas que no habia compania no deseada (el tubo seguia vacio), y se lanzo.

El doble peso gano impulso de forma aterradora. Cayeron a plomo en silencio cuatro pisos; Miles se notaba el estomago flotando cerca de las muelas y los costados del tubo elevador eran una mancha de color… Entonces el carrete comenzo a gemir, resistiendo su giro. Las correas mordieron y Mark empezo a soltarse. Miles extendio la mano para sujetarlo por la muneca. Se detuvieron un centimetro o dos por encima del suelo del tubo, de vuelta al vientre de la montana de sintarmigon. A Miles le zumbaban los oidos.

El ruido del descenso le habia parecido estentoreo, pero ninguna cabeza sorprendida asomo por las aberturas de arriba, ningun arma chisporroteo. Miles y Mark salieron de la linea de vision del tubo al pequeno vestibulo situado detras del pasillo interno. Miles pulso el control para liberar el garfio y dejar que el carrete se rebobinara; el hilo no hizo ningun ruido al caer, pero el garfio chasqueo al golpear el suelo y Miles dio un respingo.

—Por alli —Mark senalo a la derecha. Corrieron pasillo abajo, uno al lado del otro. Una profunda vibracion empezo a ahogar otros sonidos mas ligeros. La estacion de bombeo que parpadeaba y zumbaba cuando Miles paso por primera vez por alli estaba ahora en pleno funcionamiento para elevar el agua del Tamesis hasta el nivel de la marea alta a traves de tuberias ocultas. La siguiente estacion, anteriormente oscura y silenciosa, estaba ahora iluminada, preparada para entrar en accion.

Mark se detuvo.

—Aqui.

—?Donde?

Mark senalo.

—Cada camara de bombeo tiene una compuerta de acceso, para limpieza y reparaciones. Lo pusimos ahi dentro.

Miles maldijo.

La camara de bombeo tenia el tamano de un armario grande. Sellada, seria oscura, fria, viscosa, apestosa y completamente silenciosa. Hasta que el impulso del agua, tamborileando con inmensa fuerza, la inundara para convertirla en una camara de muerte. La inundara para llenar los oidos, la nariz, los ojos oscuros; la inundara para llenar la camara hasta arriba, arriba, ni un pequeno bolsillo de aire para una boca frenetica; la inundara para retorcer y golpear el cuerpo incesantemente, haciendolo chocar contra las gruesas paredes hasta que la cara quedara aplastada sin posibilidad de reconocimiento, hasta que, con la marea, las hediondas aguas se retiraran, dejando… nada de valor. Un obstaculo en la linea.

—Tu… —jadeo Miles, mirando a Mark—. ?Te prestaste a este…?

Mark se froto las palmas, nervioso, y retrocedio.

—Estas aqui… te he traido —empezo a decir, quejumbroso—. Dije que lo haria…

—?No es un castigo demasiado severo para un hombre que nunca te ha hecho otro dano que roncar y no dejarte dormir? ?Ah!

Miles se volvio, la espalda rigida de disgusto, y empezo a golpear los controles de cierre de la compuerta.

El ultimo paso era manual, girar la barra que la liberaba. Cuando Miles empujo la pesada puerta hacia dentro, una alarma empezo a sonar.

—?Ivan?

—?Ah! —el grito que surgio del interior era casi mudo.

Miles se introdujo hasta los hombros, la linterna en la mano. La compuerta estaba cerca de la parte superior de la camara; se encontro mirando la mancha blanca del rostro de Ivan, medio metro por debajo de el.

—?Tu! —exclamo Ivan con voz asqueada mientras resbalaba en el fango.

—No, el no —corrigio Miles—. Yo.

—?Eh? —la cara de Ivan estaba arrugada, agotada, casi mas alla de cualquier pensamiento coherente. Miles habia visto esa misma expresion en hombres que habian pasado demasiado tiempo en combate.

Miles lanzo su oportuno arnes (se estremecio, recordando que casi habia decidido no incluirlo cuando preparaba las cosas a bordo de la Triumph) y agarro el carrete.

—?Listo para subir?

Los labios de Ivan se movieron en un murmullo, pero se paso el arnes por los brazos. Miles golpeo el control del carrete e Ivan volo. Lo ayudo a salir por la compuerta. Ivan se incorporo, las piernas separadas, las manos en las rodillas, jadeando pesadamente. Llevaba el uniforme verde empapado, arrugado y sucio. Sus manos parecian carne de perro. Debia de haber golpeado y aranado, escarbado y gritado en la oscuridad, ahogado y sin que lo oyera nadie…

Miles volvio a cerrar la compuerta. Chasqueo con sonoridad. Giro la barra manual de cierre. La alarma dejo de sonar. Los circuitos de seguridad volvieron a conectarse, la bomba inmediatamente empezo a trabajar. Ningun ruido penetraba desde la camara de bombeo, aparte de un monstruoso siseo subliminal. Ivan se sento pesadamente y hundio la cara entre las rodillas.

Miles se arrodillo junto a el, preocupado. Su primo alzo la cabeza y consiguio esbozar una sonrisa enferma.

—Creo que voy a hacer de la claustrofobia una aficion a partir de ahora…

Miles le devolvio la sonrisa y le dio una palmada en el hombro. Se levanto y se volvio. Mark no estaba por ninguna parte.

Escupio y se llevo el comunicador de muneca a los labios.

—?Quinn? ?Quinn!

Salio al corredor, miro arriba y abajo, escucho con atencion. El levisimo eco de unos pasos se perdia en la distancia, en la direccion opuesta a la torre de vigilancia repleta de barrayareses.

—Pequeno mierda —murmuro Miles—. Al diablo con el —llamo a la patrulla aerea—. ?Sargento Nim? Aqui Naismith.

—Si, senor.

—He perdido contacto con la comandante Quinn. Mire a ver si logra recogerla. Si no, empiece a buscarla. La vi por ultima vez yendo a pie dentro de la barrera, a medio camino entre la Torre Seis y la Siete, en direccion sur.

—Si, senor.

Miles se volvio y ayudo a Ivan a ponerse en pie.

—?Puedes andar? —pregunto ansioso.

—Si… claro —Ivan parpadeo—. Solo estoy un poco…

Echaron a andar pasillo abajo. Ivan se tambaleo un tanto, apoyado en Miles; luego camino con paso mas firme.

—No sabia que mi cuerpo pudiera bombear tanta adrenalina. O durante tanto tiempo. Horas y horas… ?Cuanto tiempo he estado ahi dentro?

Miles miro su crono.

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