—Comprendido, senor. Nim fuera.

Mark solto un gemido ahogado y se abalanzo adelante para agarrar a Miles por la chaqueta.

—Idiota, ?que estas haciendo? Llama otra vez a los dendarii… ?ordenales que limpien de cetagandanos la Torre Seis! O lo hare yo.

Hizo ademan de agarrar a Miles por la muneca, pero este lo mantuvo a raya y le puso la mano izquierda a la espalda.

—?Eh! Calmate ya. Nada me gustaria mas que jugar al tiro al blanco con los cetagandanos, sobre todo cuando los superamos en numero… pero llevan arcos de plasma. Los arcos de plasma tienen un alcance tres veces superior al de los aturdidores. No le pido a mi gente que afronte una desventaja practica como esa si no es imperioso.

—Si esos hijos de puta te pillan, te mataran. ?Tiene que ser mucho mas imperioso?

—Pero Miles —dijo Ivan, mirando pasillo arriba y abajo, dubitativo—, ?no nos has atrapado en el centro de un movimiento de pinza?

—No —sonrio Miles, alborozado—. No mientras tengamos un manto de invisibilidad. ?Vamos!

Volvio corriendo hasta la interseccion en forma de T y giro a la derecha, hacia la Torre Seis en poder de los barrayareses.

—?No! —ladro Mark—. ?Los barrayareses quiza te maten a ti por accidente, pero me mataran a mi a proposito!

Miles miro por encima del hombro.

—Los de ahi atras nos mataran a ambos solo para asegurarse. La operacion de Dagoola dejo a los cetagandanos mas fastidiados con el almirante Naismith de lo que pareces comprender. Vamos.

Reacio, Mark lo siguio. Ivan protegia la retaguardia.

El corazon de Miles redoblaba. Deseaba sentirse la mitad de confiado de lo que sugeria su sonrisa. Pero no podia permitir que Mark notara sus dudas. Un par de cientos de metros de sintarmigon pelado quedaron atras mientras corria de puntillas, tratando de hacer el menor ruido posible. Si los barrayareses ya habian llegado hasta esa parte del tunel…

Llegaron a la ultima estacion de bombeo, y seguia sin haber rastro del problema letal que les esperaba delante. O detras.

Aquella estacion se encontraba otra vez tranquila. Faltaban doce horas para la siguiente marea alta. Si ninguna avalancha insospechada llegaba corriente abajo, deberia permanecer desconectada hasta entonces. Con todo, Miles no queria dejar las cosas al azar, y por la forma en que Ivan se movia de un lado a otro, observandolo con creciente alarma, seria mejor que ofreciera alguna garantia.

Empezo a examinar los paneles de control; destapo uno para echar un vistazo a su interior. Por fortuna, era mucho mas sencillo que, por ejemplo, el nexo de control de la camara de propulsion de una nave de salto. Un cortecito aqui, otro alla, desmontaria esta bomba sin encender nada en la torre de vigilancia. Esperaba. Nadie de la torre presta demasiada atencion a las pantallas en aquellos momentos. Miles miro a Mark.

—Necesito mi cuchillo, por favor.

A reganadientes, Mark le tendio la antigua daga y, a una mirada de Miles, tambien la vaina. Miles uso la punta para pelar los alambres finos como cabellos. Su suposicion sobre cuales eran resulto acertada; trato de fingir que lo sabia de antemano. No devolvio el cuchillo cuando termino.

Se acerco a la compuerta de la camara de bombeo y la abrio. Esta vez no sono ninguna alarma. Su garfio gravitico se aferro al instante a la lisa superficie interna. El ultimo problema era aquella maldita barra de cierre manual. Si algun inocente, o no tan inocente, pasaba por delante y le daba un tiento… ah, no. El mismo modelo de palanca tensora de campo, aliada del garfio gravitico, que Quinn habia utilizado antes funciono aqui. Miles suspiro aliviado. Regreso al panel de control del pasillo y dio un golpecito a la microcamara tras situarla al final de una fila de diales. No se notaba nada.

Senalo la compuerta abierta de la camara de bombeo, como invitandolos a meterse en un ataud.

—Muy bien. Todo el mundo adentro.

Ivan se puso blanco.

—Oh, Dios. Temia que fuera eso lo que tenias en mente —Mark no parecia mucho mas entusiasmado que Ivan.

Miles bajo la voz, suavemente persuasivo.

—Mira, Ivan, no puedo obligarte. Sigue pasillo arriba y corre el riesgo de que tu uniforme impida que alguien te fria el cerebro por reflejo nervioso, si quieres. En caso de que sobrevivas al encuentro con la escuadra de asalto de Destang, te arrestara la policia local, aunque probablemente no sera fatal. Pero preferiria que te quedaras conmigo —bajo la voz aun mas— y no me dejaras a solas con el.

Ivan parpadeo.

—Oh.

Como Miles esperaba, esta peticion de ayuda fue mas efectiva que la logica, las demandas o las exigencias.

—Mira, es como estar en una sala de tacticas —anadio.

—?Es como estar en una trampa!

—?No has estado nunca en una sala de tacticas cuando se va la luz? Son trampas. Toda sensacion de mando y control es una ilusion. Preferiria encontrarme en el campo de batalla —sonrio, e indico a su doble con la cabeza—. Ademas, ?no crees que Mark merece la oportunidad de compartir tu experiencia?

—Dicho asi, tiene cierto atractivo —gruno Ivan.

Miles bajo el primero a la camara de bombeo. Creyo oir pasos lejanos en el pasillo. Mark parecia querer salir disparado, pero con Ivan jadeandole al oido tenia pocas posibilidades. Finalmente Ivan, tras tragar saliva, bajo junto a ellos. Miles encendio la linterna. Ivan, el unico que era lo bastante alto, cerro la pesada compuerta. El silencio fue sepulcral durante un instante, a excepcion de su respiracion, mientras permanecian agachados rodilla contra rodilla.

Las manos hinchadas y enrojecidas de Ivan se abrian y se cerraban, pegajosas por el sudor y la sangre.

—Al menos sabemos que no nos oyen.

—Es acogedor —gruno Miles—. Reza para que nuestros perseguidores sean tan estupidos como lo fui yo. Pase por aqui delante dos veces.

Abrio la caja del escaner y coloco el receptor para proyectar la vision norte-sur del pasillo aun vacio. Advirtio que habia una leve corriente en la camara. Cualquier otra cosa anunciaria una riada de agua a traves de las tuberias, y seria hora de salir corriendo, con cetagandanos o sin cetagandanos.

—?Y ahora que? —dijo Mark con un hilo de voz. Parecia sentirse realmente atrapado, emparedado entre los dos barrayareses.

Con falso aire de tranquilidad, Miles se apoyo contra la pared humeda y resbaladiza.

—Ahora esperamos. Igual que en una sala de tacticas. Pasas mucho tiempo esperando en una sala de tacticas. Si tienes imaginacion, es… un puro infierno —pulso el comunicador de muneca—. ?Nim?

—Si, senor. Estaba a punto de llamarlo —la voz entrecortada de Nim indicaba que estaba corriendo, o tal vez reptando—. Un vehiculo aereo de la policia acaba de aterrizar en la Torre Siete. Nos retiramos a traves del paseo del parque tras la Barrera. El observador informa que los policias acaban de entrar tambien en la Torre Seis.

—?Hay alguna novedad sobre el comunicador de muneca de Quinn?

—Todavia no se ha movido, senor.

—?Ha establecido alguien ya contacto con el capitan Galeni?

—No, senor. ?No estaba con usted?

—Se marcho aproximadamente al mismo tiempo en que perdi a Quinn. Lo vi por ultima vez fuera de la Barrera, aproximadamente en la zona central. Lo envie a buscar otra entrada. Ah… informe inmediatamente si alguien lo localiza.

—Si, senor.

Maldicion, otra preocupacion mas. ?Habia tenido Galeni problemas con los cetagandanos, los barrayareses o los policias locales? ?Lo habia traicionado su propio estado mental? Miles deseo haber retenido a Galeni a su lado tan apasionadamente como deseaba haber retenido a Quinn. Pero entonces aun no habian encontrado a Ivan:

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