hubiese querido.

Ivan le imito.

—No se ve a ningun poli en los matorrales —murmuro.

—No estoy buscando a la policia.

—?Entonces que?

—Mark dijo que un hombre con la cara pintada le disparo. ?Has visto a alguien con pintura en la cara?

—Ah… tal vez la policia lo cogio antes de que vieramos a los otros.

Pero Ivan miro por encima de su hombro.

—Tal vez. Mark… ?de que color era la cara? ?Que dibujo llevaba?

—Casi toda azul, con una especie de manchas blancas, amarillas y negras. Un ghem-lord de rango medio, ?no?

—Un capitan de centuria. Si pretendias hacerte pasar por mi, tendrias que ser capaz de leer las ghem- marcas al dedillo.

—Habia tanto que aprender…

—De todas formas, Ivan… ?de verdad crees que un capitan de centuria, altamente entrenado, enviado desde su cuartel general con un juramento de caza, dejo que un pobre poli de Londres lo sorprendiera y lo aturdiera? Los otros no eran mas que soldados corrientes. Los cetagandanos los sacaran mas tarde. Un ghem-lord moriria antes que pasar esa verguenza. Sera tambien un cabroncete persistente.

Ivan puso los ojos en blanco.

—Maravilloso.

Avanzaron un centenar de metros entre arboles, matorrales y sombras. El siseo y el zumbido del trafico de la principal carretera costera llegaba ahora debilmente. Los pasos subterraneos de peatones estaban sin duda vigilados. La autopista de alta velocidad, protegida por una valla, quedaba estrictamente prohibida al trafico a pie.

Una caseta de sintarmigon cubierta de lianas y matorrales con la esperanza de ocultar su tosca funcion, se alzaba cerca del sendero principal que conducia al paso subterraneo. Al principio Miles la considero una letrina publica, pero una segunda mirada revelo que tenia una unica puerta cerrada. Los reflectores que deberian haber iluminado ese lado estaban apagados. Mientras Miles observaba, la puerta empezo a abrirse lentamente. Un arma sostenida por una mano palida brillo debilmente en la oscuridad. Miles apunto con su aturdidor y contuvo la respiracion. La oscura forma de un hombre se asomo.

Miles resoplo.

—?Capitan Galeni!

Galeni se sacudio como si le hubieran disparado, se agacho, y corrio hacia ellos a cuatro patas. Maldijo entre dientes al descubrir, como habia hecho Miles, que los matorrales de adorno tenian espinas. Sus ojos hicieron un rapido inventario del grupito: Miles y Mark, Ivan y Elli.

—Que me zurzan. Todavia estan vivos.

—Me estaba preguntando lo mismo acerca de usted —admitio Miles.

Galeni parecia… parecia extrano. Habia desaparecido de el la fria tranquilidad que habia absorbido sin comentarios la muerte de Ser Galen. Casi sonreia, electrizado por una sensacion de jubilo algo desequilibrada, como si se hubiera pasado con alguna droga estimulante. Respiraba de manera entrecortada; tenia la cara magullada, la boca le sangraba. Su mano hinchada sujetaba un arma… la ultima vez iba desarmado y ahora llevaba un arco de plasma cetagandano. El mango de un cuchillo le asomaba de la bota.

—?Se ha topado, ah, con un tipo con la cara pintada de azul? —inquirio Miles.

—Oh, si —dijo Galeni, con cierta satisfaccion.

—?Que demonios le ha pasado, senor?

Galeni hablo en un rapido susurro.

—No encontre una entrada a la Barrera cerca de donde le deje. Divise eso de alli —indico la caseta—, y supuse que tal vez habria algun tunel de tuberias de fibra optica o de agua que condujese hasta la Barrera. Casi acerte. Hay tuneles por todo el parque. Pero me confundi bajo tierra y, en vez de salir en la Barrera, acabe en una portilla del paso de peatones bajo la autopista del canal. ?Y adivina a quien encontre alli?

Miles sacudio la cabeza.

—?A la policia? ?Los cetagandanos? ?Barrayareses?

—Caliente, caliente. Era mi viejo amigo y homologo en la embajada cetagandana, el ghem-teniente Tabor. La verdad es que tarde un par de minutos en darme cuenta de que hacia alli. Actuaba como refuerzo en el perimetro exterior para los expertos enviados por el cuartel general. Lo mismo que habria hecho yo de no estar —Galeni hizo una mueca— confinado en mis habitaciones.

»No se alegro de verme —continuo—. No imaginaba que hacia yo alli. Ambos fingimos contemplar la luna, mientras yo miraba el equipo que habia metido en su vehiculo de tierra. Puede que me creyera; creo que penso que estaba borracho o drogado. —Miles se abstuvo amablemente de observar: «Comprendo por que.»—. Pero entonces empezo a recibir senales de su equipo y tuvo que deshacerse rapidamente de mi. Me disparo con un aturdidor, lo esquive… no me dio de lleno, pero me tumbe fingiendo estar mas tocado de lo que estaba y escuche su conversacion con el escuadron de la torre mientras esperaba una oportunidad de invertir la situacion.

»Recuperaba la sensibilidad de la parte izquierda del cuerpo cuando aparecio su amigo azul. Su llegada distrajo a Tabor, y salte sobre ambos.

Miles alzo las cejas.

—?Como demonios consiguio hacer eso?

Galeni flexiono las manos mientras hablaba.

—No lo se del todo —admitio—. Recuerdo haberlos golpeado… —miro a Mark—. Fue agradable tener un enemigo claramente definido para variar.

Miles supuso que habia descargado sobre ellos todas las tensiones acumuladas durante la ultima semana y en esa enloquecida noche. Miles ya habia sido testigo de arrebatos de salvajismo.

—?Siguen vivos?

—Oh, si.

Miles decidio que lo creeria cuando tuviera la oportunidad de comprobarlo con sus propios ojos. La sonrisa de Galeni era alarmante, con aquellos dientes enormes brillando en la oscuridad.

—Su coche —dijo Ivan impaciente.

—Su coche —coincidio Miles—. ?Sigue alli? ?Podemos llegar a el?

—Tal vez —respondio Galeni—. Ahora hay al menos una patrulla de la policia en los tuneles. Los he oido.

—Tendremos que correr el riesgo.

—Para ti es facil decirlo —se quejo Mark rencoroso—. Tienes inmunidad diplomatica.

Miles lo miro, resistiendo una inspiracion salvaje. Con un dedo acaricio el bolsillo interno de su chaqueta gris.

—Mark —susurro—, ?que te pareceria ganar esa nota de credito de cien mil dolares betanos?

—No hay ninguna nota de credito.

—Eso es lo que dijo Ser Galen. Podrias reflexionar sobre en que otras cosas se ha equivocado esta noche —Miles alzo la cabeza para comprobar que efecto tenia sobre Galeni la mencion del nombre de su padre. Un efecto tranquilizador, al parecer; parte de la expresion reservada y abstraida regreso a sus ojos—. Capitan Galeni. ?Estan conscientes esos dos cetagandanos, o se les puede hacer recuperar el sentido?

—Al menos uno lo esta. Tal vez ambos. ?Por que?

—Testigos. Dos testigos. Ideal.

—Pensaba que toda la gracia de escapar en vez de rendirnos era evitar los testigos —se quejo Ivan.

—Creo que sera mejor que yo sea el almirante Naismith —le ignoro Miles—. No es por ofender, Mark, pero no se te da bien el acento betano. No rematas las erres finales con la suficiente dureza. Ademas, has practicado mas a lord Vorkosigan.

Galeni alzo las cejas cuando capto la idea. Asintio pensativo, aunque su rostro, cuando se volvio a mirar a Mark, fue lo suficientemente criptico para que el clon diera un respingo.

—Muy bien. Nos debe esa cooperacion, creo. —Y anadio, en voz aun mas baja—: Me la debe.

Aquel no era el momento para senalar cuanto le debia Galeni a Mark a cambio, aunque una breve mirada a

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