– Por el olor a tila, Philip, por el olor a tila.
– No me joda -dijo planidero-. La tila no huele.
– No. Pero lo detectives fracasados, si.
– No me culpe. Tenia que intentarlo. ?O usted no hubiera hecho lo mismo? Salio mal y sin rencores, ?eh?
– ?Algo mas? ?O solamente llamaba para esta tonteria?
– No: he decidido aceptar su oferta, parece usted un tipo decente. Venga esta noche por mi despacho y tomaremos unos tragos. Le contare lo que se del asunto, que es mas de lo que cree. Mientras usted dormia o se tiraba a la morena esa, el viejo Mar Lopez se ha movido y tiene informacion. ?Quedamos a las diez?
– ?No sera otro de sus trucos, verdad, Philip?
– Se perder, Sotanovsky. Tengo mucha practica en ello. Si fuera un deporte olimpico, yo me llevaba todas las medallas al perdedor…
– No crea, Philip. Alguna me tocaria a mi. Pero no me enrede con su lastima. ?Sabe algo o es otro truco para subir el precio?
– Le doy un anticipo gratis: usted no esta metido en el asunto, es mas, creo que no conoce a la pelirroja y ni siquiera sabia nada del dinero. Pero puede encontrarla a ella o a la pasta. Tiene a la amiga y le va la vida en ello, ?verdad? Creo que le han dado de plazo hasta el viernes…
– ?Como lo supo, Philip?
– Ya se lo dije: el viejo Mar Lopez se ha movido un poco por el ambiente y todo se sabe si uno conoce los resortes que hay que tocar. De modo que mi precio ha subido, aunque no soy muy ambicioso. Si vamos a jugarnos los cuartos con El Muerto, juguemos fuerte. Esta usted, esta la pelirroja, esta la morena y yo. Cuatro partes iguales. Lo espero a las diez, ?vale?
– Vale -respondi mecanicamente-. A las diez.
– Una cosa mas, Sotanovsky… -Hizo una pausa incomoda-. Cuando todo esto acabe, habra que salir del pais, porque El Muerto no se quedara quieto. Yo habia pensado en Rio de Janeiro…
– Buena eleccion, Philip -reconoci.
– Estamos juntos en esto, y usted esta con la morena. ?Me equivoco?
Nina seguia a mi lado. Tome una punta del lazo del delantal y tire hasta deshacer el nudo. Sonrio de aquella manera.
– … yo pense -continuo Philip-, que ya que vamos a ser socios, tal vez podria arreglarlo para que la pelirroja y yo… usted ya me entiende, Nicolas.
– Delo por hecho -prometi, mientras le quitaba el delantal a Nina.
Se deshizo en agradecimientos y colgo para sonarse en Rio, con la pelirroja a su lado y una pila de billetes en la cuenta corriente.
Nina esperaba mis movimientos. Sono el telefono otra vez. Era Lidia.
– ?Nicolas?
– Si, el mismo que ni viste ni calza -conteste sin saber por que.
– Lo imaginaba. ?Es que esa mina no te deja descansar? Debe ser una ninfomana. Y vos ya no sos un chico, Nicolas.
– Tranquila, negrita. Tengo cuerda para rato. ?Hay novedades?
– Algunas. El apellido de Serrano ayudo mucho y Manolo consiguio…
– Manolo -interrumpi con voz sugestiva.
– Si, Manolo, ?y que? ?Acaso no tenes a esa picapleitos calentona que no te deja tiempo ni para reponer fuerzas?
– Lo siento, negrita. Propongo una tregua -dije con voz entrecortada, porque Nina habia entrado en accion mientras yo hablaba de pie. Se pego a mi y comenzo a frotarme los pechos por la espalda.
– De acuerdo. El caso es que el tal Serrano trabaja ocasionalmente a las ordenes de un tal Menendez, un bicho de cuidado, robos a mano armada y cajas fuertes. Es un tipo delgado y palido, al que se le sospechan varias muertes, aunque solo se le probo una hace anos. ?Adivinas cual es su apodo?
– El Muerto -murmure.
Nina habia pasado a lamer en mi pecho los restos de zumo de naranja y amenazaba con bajar.
– Exacto. El Muerto. Acaba de salir de la carcel, despues de dos anos a la sombra. Le cayeron cinco por el asalto a una financiera de Madrid…
– Financur -dije mecanicamente, porque mi cerebro estaba dividido entre la parte que conversaba con Lidia y la que respondia a los estimulos de Nina y sus labios, que habian traspasado con exito la frontera de mi ombligo sin mas pasaporte que su lengua.
– ?Como sabes el nombre de la financiera? -pregunto Lidia.
Conteste que lo habia mencionado El Muerto, para evitar explicaciones que no podia organizar con Nina atentando contra mi concentracion, alla abajo.
– Financur -repitio Lidia-. Un trabajo bien hecho, sin sangre, aunque Manolo dice que a El Muerto no le hubieran importado dos o tres cadaveres.
Nina me obligo a sentarme en el sillon. Se arrodillo frente a mi.
– … no tuvo demasiada difusion el robo -continuaba Lidia-, porque no habia mucho dinero. Financur es una empresa que no goza de buena fama y no tiene clientes importantes. En total, treinta mil euros, y algunos dolares.
Estuve a punto de olvidar a Nina y sus labios, porque la cantidad no coincidia con las expectativas de Mar Lopez. Pero era imposible olvidar a Nina. Se puso de pie sonriendo y me dio la espalda sinuosa. Despues, con una gracia felina, se sento sobre mi, es decir sobre
– … lo extrano del caso -apuntaba Lidia ignorando su derrota- es que El Muerto no se preocupo demasiado por ocultar su identidad durante el atraco. Una llamada anonima y lo pescaron dos dias despues, junto al botin integro. Bueno, casi integro: faltaban unos mil euros. ?Nico? ?Estas ahi?
– S-si, negrita -asegure en un esfuerzo de concentracion-. Es que se me hizo un lio con el cable del telefono…
– Que cable -murmuro Nina antes de que pudiera taparle la boca con una mano. Habia colocado los pies sobre el sillon, uno a cada lado de mis piernas, y subia y bajaba, con sacudidas fuertes y precisas. Separe la espalda del sofa, para amortiguar el ruido acompasado que haciamos y que Lidia terminaria por notar.
– Ya esta, negrita. Me decias que El Muerto robo treinta mil, se gasto mil en caramelos y se dejo agarrar mansito… No tiene mucho sentido.
– No. Tal vez pensaba mantenerse oculto una temporada y no alcanzo a salir de Madrid. Anda a saber. El caso es que le cayeron cinco anos, pero por buena conducta y como habia devuelto el dinero… Hace una semana que esta en la calle. Cosas de la justicia.
Yo habia conseguido mantener la calma de cintura para arriba, pero de ahi para abajo, Nina era duena y senora, y recorria sus dominios con furia explosiva.
– En cuanto a tu Nina, es una chica de lo mas activa…
– No me digas -comente mientras la espalda de Nina subia y bajaba a un ritmo que anticipaba el final.
– Aja. Un poco revoltosa en la facultad, hizo teatro con la otra, Noelia, y jugo a la burguesita revolucionaria. Despues se caso con un disenador con mucha guita y le puso los cuernos con un pintor de mala muerte. Se divorcio y volvio al hobby del teatro, en cuanta obra exigiera ponerse en bolas…
– ?Y el otro ejemplar? -dije para tapar los jadeos contagiosos de Nina que se alejaba sin salirse, apoyando los pies en el sillon, para dejarse caer y volver a subir, cada vez mas rapido, cada vez mas profundo.
– Parece mas calmadita, pero tambien es buena pieza. Origen catalan de guita, se le sospechaba futuro como actriz y otro tanto como abogada, pero las malas companias…
Nina se sacudio por dentro en un espasmo adorable y fue deteniendo su movimiento, dejandome solo con la conciencia del telefono en la mano y mi deseo que dolia de deseo. Giro la cabeza para verme y sonrio con picardia, sabedora de que Lidia existia apenas como un rumor confuso en mi oreja. Todavia tenia los pies sobre el sillon, a cada lado de mis piernas, y apoyaba su espalda contra mi pecho. Se irguio otra vez en cuclillas y manipulo eso que me dolia de rigidez. Lo deslizo contra su sexo humedo, trazando circulos y triangulos en su intimidad, y luego lo apreto contra su pelvis y lo hizo recorrer desde el final del bosque de vello mojado, hasta la