crema, huevo, azucar, pasas y pasta recien salida del horno.
– Dejalo ahi -dijo Marvilli, y luego-: Por favor.
El africano fue al mostrador, dijo unas palabras a Sergio y salio.
Eligieron una pasta cada uno, y Sergio se acerco con los tres cafes en una bandeja y un plato en el que puso varias pastas. Las que quedaban se las llevo al mostrador y las coloco en una fuente de plexiglas.
Observando tacitamente el principio de que es preferible no hablar de asuntos oficiales mientras se comen brioches de crema, los tres hombres guardaron silencio hasta que los cafes y las pastas hubieron desaparecido. Brunetti sintio el efecto de la cafeina y el azucar, y observo que tambien los otros dos parecian mas despejados.
– ?Y que paso despues de que ese matrimonio de Milan se llevara a su casa al nino de la polaca? -pregunto Brunetti. En el hospital, el capitan habia dicho que la operacion Pedrolli era «caso aparte», pero Brunetti no tenia prisa por averiguar que significaba eso; sabia que, antes o despues, conseguiria que el capitan se lo explicara.
Marvilli arrojo al plato la servilleta de papel y dijo:
– Un juez dicto una autorizacion para que se les mantuviera bajo vigilancia.
– ?Lo que significa…? -pregunto Brunetti, como si no lo supiera.
– Que se les intervinieron el telefono, el fax y el correo electronico, y tambien los moviles. Se abria su correo y, de vez en cuando, eran seguidos -respondio Marvilli.
– ?Se hizo lo mismo con el dottor Pedrolli y su esposa? -pregunto Brunetti.
– No; su caso es distinto.
– ?En que sentido?
Marvilli apreto los labios antes de responder:
– No puedo decir sino que respecto a ellos nos informo otra fuente.
– ?No puede o no quiere? -pregunto Brunetti.
– No puedo -dijo Marvilli. Parecia disgustado, y Brunetti no sabia si por la pregunta o por no poder responderla.
El comisario decidio arriesgarse a hacer otra pregunta.
– ?Tambien estabais informados respecto a ellos desde el principio?
Marvilli movio la cabeza negativamente, pero no dijo nada.
Brunetti acepto la respuesta de Marvilli con aparente resignacion, intrigado por la repetida alusion a que la situacion de Pedrolli era diferente y, en cierta medida, independiente de la operacion planeada a tan largo plazo. Advirtio que Vianello queria decir algo y decidio darle la oportunidad de hacerlo. Serviria para desviar la conversacion del anomalo caso de los Pedrolli. Miro a Vianello y, tuteandolo deliberadamente, pregunto:
– ?Que ibas a decir, Lorenzo?
– Capitan -empezo Vianello-, si sus superiores sabian lo que habian hecho esas personas, ?por que no los arrestaban desde el primer momento?
– Queriamos descubrir al intermediario, el que organizaba las transacciones -explico Marvilli y, volviendose hacia Brunetti, anadio-: Ahora ya habran comprendido que no nos interesan unicamente las personas arrestadas anoche.
Brunetti asintio.
– No se trata de casos aislados -prosiguio Marvilli-. Es algo que esta ocurriendo en todo el pais. Probablemente, aun ignoramos lo extendida que esta esa actividad. -Miro otra vez a Vianello-: Por eso hemos de descubrir al intermediario, para averiguar quien facilitaba los documentos, los certificados de nacimiento y, en un caso, hasta un falso certificado medico en el que se hacia constar que una mujer habia dado a luz a una criatura inexistente. -Cruzo las manos sobre la mesa como un buen colegial.
Brunetti dejo transcurrir unos momentos antes de decir:
– Aqui, en el Veneto, hemos tenido varios casos pero, que yo sepa, esta es la primera vez que se arresta a alguien en nuestra ciudad.
Marvilli asintio, y Brunetti pregunto:
– ?Alguien tiene idea…, digamos, de todo el conjunto?
– Tampoco a eso puedo responder, comisario. Este caso me fue asignado ayer por la noche y hasta entonces no se me instruyo.
A Brunetti le parecia que eran muchas las cosas que el capitan habia sabido en tan poco tiempo, pero, lejos de hacer alguna observacion al respecto, se limito a preguntar:
– ?Sabe si se ha arrestado al intermediario?
Marvilli se encogio de hombros, de lo que Brunetti dedujo que la respuesta era no.
– Lo que se es que dos de las parejas que anoche fueron arrestadas habian visitado la misma clinica de Verona -dijo finalmente el capitan.
La sorpresa que experimento Brunetti al oir el nombre de una ciudad situada en el centro economico del pais Je hizo comprender lo convencional que era su suposicion de que, en cierta medida, el crimen era privativo del Sur. Pero, ?por que la disposicion a infringir la ley a fin de tener un hijo habia de estar mas extendida alli que en el confortable y prospero Norte?
Brunetti salio de su abstraccion a tiempo de oir decir a Marvilli:
– … el dottor Pedrolli y su esposa.
– Perdone, capitan, ?podria repetir eso? Estaba pensando en otra cosa.
Brunetti observo con agrado que Marvilli no mostraba irritacion porque su interlocutor hubiera dejado de prestarle atencion.
– Decia que dos de las otras parejas habian estado en la misma clinica de Verona, especializada en problemas de esterilidad. Les envian a gente de todo el pais. -Cuando vio que sus oyentes habian asimilado la informacion, agrego-: Hace unos dos anos, los Pedrolli fueron a esa clinica a hacerse unas pruebas. -Brunetti no sabia cuantas clinicas del Veneto estaban especializadas en problemas de esterilidad, y se pregunto si eso podia ser algo mas que una coincidencia.
– ?Y? -pregunto Brunetti, curioso por averiguar en que medida y durante cuanto tiempo la policia podia haberse ocupado de la clinica y de la vida de las personas que acudian a ella en calidad de pacientes.
– Pues nada -dijo Marvilli con impaciencia-. Nada. Tenian hora para una visita. Es lo unico que sabemos.
Brunetti se abstuvo de preguntar si los carabinieri tenian vigilados a los Pedrolli y a la clinica y en que medida. Se preguntaba como se habian enterado de la visita y con que derecho, pero la voz de la prudencia le susurro al oido la lista de los secretos accesibles a las portentosas habilidades de la signorina Elettra Zorzi, la secretaria de su superior, por lo que se trago su farisaica indignacion por la violacion de la intimidad de unos ciudadanos y pregunto:
– ?Encontraron alguna relacion con la clinica?
Marvilli aparto el plato.
– Estamos trabajando en eso -dijo evasivamente.
Brunetti estiro las piernas debajo de la mesa, procurando no tropezar con las de Marvilli. Echando el tronco hacia atras en la banqueta, cruzo los brazos sobre el pecho.
– Permitame pensar en voz alta, capitan. -La mirada que le lanzo Marvilli era de desconfianza-. En esa clinica deben de visitarse cientos de personas al cabo del ano. -Como Marvilli no respondiera, inquirio-: ?No es cierto, capitan?
– Si.
– Bien -dijo Brunetti, y sonrio como si Marvilli hubiera confirmado de antemano la teoria que el iba a proponer-. En tal caso, los Pedrolli se cuentan entre los cientos de personas que tienen problemas parecidos. - Volvio a sonreir a Marvilli como el maestro que trata de incentivar al discipulo predilecto-. En tal caso, ?por que los carabinieri decidieron que, de todas las personas que pasaron por esa clinica, tambien los Pedrolli habian adoptado ilegalmente a un nino? Es decir, dado que el intermediario no ha sido arrestado.
Marvilli dudo antes de responder.
– Eso no me lo han comunicado. -Despues de otra pausa, agrego-: Creo que de eso deberia usted hablar con el dottor Pedrolli.
Un hombre mas rudo, o mas implacable, que Brunetti habria recordado a Marvilli que Pedrolli no estaba en condiciones de hablar de nada. Pero, en lugar de eso, sorprendio a Marvilli al decir: