– Bueno, eran todos unos cochinos burgueses, de eso podemos estar seguros.

– ?Pero crees que se dieron cuenta de que nos estabamos pitorreando?

– Me da la impresion de que si.

– A mi tambien.

Yo siempre estaba dispuesto a proclamar tantos epats como fuera posible. Toni, por su lado, tendia a ser mas escrupuloso.

– Aunque creo que es demasiado presumir pensar que se van a poner a reflexionar sobre lo que intentabamos ensenarles acerca de la etica del deporte.

– ?Se puede hablar de «epat» cuando la victima no se entera?

– No lo se. -Yo tampoco.

Seguimos pedaleando. Ahora, dos de cada tres farolas arrojaban su luz irreal.

– ?En que crees que acabaran todos ellos?

– En unos pobres infelices. Seran todos directores de banco, supongo.

– Todos no seran directores de banco.

– No se, que quieres que te diga. No hay nada que asegure lo contrario.

– No, tienes razon. -Toni se entusiasmo-. ?Eh! ?Que te parece? ?Que te pareceria si todos los del colegio, menos nosotros, se hiciesen directores de banco de mayores? ?No seria estupendo?

Seria magnifico. Seria perfecto.

– ?Y como acabaremos nosotros?

Solia dejar que Toni opinase sobre los temas del futuro.

– Nos veo -contesto- como artistas becados en una colonia nudista.

Eso tambien seria magnifico. Perfecto.

Continuamos pedaleando hasta Eastwick. Nos quedaban muchos temas pendientes; la venda en los ojos y («Aguas cristalinas. ?El laberinto de Hampton Court? Ganas de mover los hombros. Un cosquilleo, como si acabases de recibir una transfusion de sangre. Orq. de Camara de Stuttgart/Munchinger») vamos con Bach.

13. Relaciones entre objetos

Las cosas.

?De que forma se rememora mas vividamente la adolescencia? ?Que es lo primero que se recuerda? Como eran los padres; una chica; el primer estremecimiento sexual; el exito o el fracaso escolar; alguna humillacion todavia inconfesada; felicidad; infelicidad; o, quiza, una accion trivial que, por primera vez, revela en que se convertira uno mas adelante. Yo recuerdo cosas.

Cuando miro hacia atras siempre me veo sentado sobre la cama al final del dia, demasiado somnoliento para ponerme a leer, pero demasiado despierto para apagar la luz y enfrentarme a los tentaculares temores de la noche.

Las paredes de mi cuarto son de color gris ceniza, un color apropiado al Weltanschauunglocal. A la izquierda, la estanteria con mis libros de bolsillo, todos ellos (Rimbaud y Baudelaire al alcance de la mano) forrados amorosamente con plastico transparente. Mi nombre esta escrito en el extremo superior de la parte interior de todas las portadas, para que el forro, doblado varios centimetros, cubra las decisivas mayusculas de CHRISTOPHER LLOYD.

Esta estratagema evita que se borre el nombre y, en teoria, el robo.

A continuacion, mi mesa. Una alfombrilla de lana tejida; dos cepillos tan repletos de pelos que los tuve que abandonar en favor de un peine; calcetines limpios y una camisa blanca para el dia siguiente; un caballero medieval de plastico azul, construido con un juego de piezas que me regalo Nigel unas navidades, dejado a medio pintar; y por ultimo, una cajita de musica que hago sonar continuamente, aunque no me guste su espantosa melodia suiza; solo la pongo en marcha por la forma, fatigosa y dificil, con que suena cuando se termina la cuerda y las barritas percutoras se tensan para golpear el metal.

Una pared gris, con un poster de la version mas gris de la Catedral de Rouen de Monet que siempre se enrolla. Mi tocadiscos Dansette, con unos cuantos discos para los experimentos, a su lado.

A la derecha un armario, que se puede cerrar pero que nunca cierro. En el fondo, se amontonan a proposito papeles, sombreros para las vacaciones, pelotas de playa desinfladas, vaqueros antiguos que ya no me pongo y ficheros de segunda mano, todo amontonado para ocultar un par de cosas de gran valor (un ejemplar de Reveille-un semanario con fotos de mujeres semidesnudas- y una o dos cartas de Toni) que espero no sean descubiertas. Tambien en el armario, las dos americanas del colegio, mis pantalones grises favoritos, mis segundos pantalones grises favoritos, mis terceros pantalones grises favoritos y mis pantalones de jugar al cricket. Cuando cierro la puerta, media docena de perchas metalicas campanillean, recordandome las distintas prendas que no tengo.

A continuacion, una silla cubierta por un monton formado con la ropa que me he puesto ese dia. Apoyada en la silla, una maleta sobre la cual, de vez en cuando, pego adhesivos mentalmente. Las pegatinas indican distintas generaciones de viajes, las hay mugrientas y hechas jirones. Todas implican l'adieu supreme des mouchoirs. Puedo irme. Me ire. Mientras la maleta no tenga etiquetas todo esta por llegar. Un dia, yo mismo pegare las etiquetas de verdad. Todo llegara.

Por ultimo, mi mesita de noche, sobre la cual esta el unico objeto que procede del extranjero: la lamparilla. Un grueso frasco de vino forrado de mimbre de plastico que un primo andariego nos trajo desde algun lugar de la costa portuguesa, y que me ha tocado a mi pues a mi hermana no le gustaba. Mi reloj de pulsera, que no me gusta porque no tiene segundero. Un libro forrado de plastico.

Objetos con el aroma de todo lo que sentia y esperaba. Y aun asi, objetos que solo a medias habia deseado o planeado poseer a medias. Algunos los escogi yo, otros los escogieron por mi, otros recibieron mi aprobacion. ?Es eso tan extrano? ?Que otra cosa se es, a esa edad, sino una criatura que en parte desea, en parte consiente y para la que en parte se elige?

Segunda Parte

Paris (1968)

Moi qui ai connu Rimbaud, je sais qu'il se foutait pas mal si A etait rouge ou vert. Il le voyait comme ca, mais c'est tout.

Verlaine a Pierre Louys

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