mariquita. Aunque tambien es verdad que no pareces tener la tremenda urgencia que a mi me domina. -(Tengo que admitir que Toni parecia mayor que yo y estaba mas avido)-. Pero creo que la mayoria de las mujeres, si les das la oportunidad, se lanzarian sobre ti como un enjambre. Bueno, descuenta a las que tienen mas de setenta, no, de cincuenta, y a las de menos de quince; a las monjas; a las que tienen prejuicios religiosos; a la mayoria de las recien casadas, aunque no todas; a unos cuantos millones que padecen mala nutricion, a quienes probablemente no querrias ni rozar; a tu madre, tu hermana, no, pensandolo mejor, la dejamos en un nunca se sabe; a tu abuela, mas a June Ritchie y cualquiera que este saliendo conmigo en ese momento… ?y que es lo que te queda? Cientos de millones de mujeres, de las cuales no todas van a negarse a descapullarte de una vez por todas. ?Francesas, italianas, suecas -(ladeo la ceja)-, americanas, persas…? -(torcio la cabeza) -. ?Japonesas: el inescrutable yoni? ?Malayas? ?Criollas? ?Esquimales? ?Birmanas? -impaciente encogimiento de hombros-. ?Pielrrojas? ?Letonas? ?Irlandesas? -luego, ya de mal humor-, ?zulues?

Se detuvo, como un tendero que ha desplegado ante ti sus mejores mercancias y sabe que con un poco de dedicacion, encontraras lo que buscas.

– No me imaginaba que te hicieras pajas sobre un mapamundi.

– Licenciado por el National Geographic.

– Bueno, ?quien no?

– Pero tu tambien podrias serlo ya. -(Toni, como un eficiente controlador aereo, estaba siempre al tanto de lo que llamaba mis «casi perdidas») [1] -. ?Te acuerdas de la enfermera que te dijo que si eras bueno la proxima vez te daria bombones?

– Si.

– ?Y de aquella chica que no era ni judia ni catolica y habia visto peliculas X?

– Si.

– ?Y que paso con aquella mujer? Cuando trabajaste en correos unas navidades

– Podria haber perdido la prima.

– De eso se trata, tio, de no hacer el primo. Y Oxidada, joder con Oxidada…

Oxidada se llamaba en realidad Janet, pero Toni le puso un apodo mas intencionado debido, creo, a su tendencia a americanizar el sexo; aunque oficialmente decia que si yo no me decidia a abalanzarme sobre ella (como el, y no yo, hubiera hecho), acabaria oxidandose

Al terminar el colegio, pase un par de meses tonteando con Oxidada. Era la hija de un vecino abogado y cumplia todos nuestros requisitos A.C.T. (Aunque en su caso era mas bien T.C.A. Tenia unas tetas enormes y era infeliz. Toni deducia, con logica irrefutable, que era desdichada porque, tan pronto como sus tetas fueron mas grandes que las de su madre, sus padres se lo habian hecho pasar muy mal. Asi pues, habia tenido sus Cuitas y, si se han tenido Cuitas, es imposible no tener Alma.) Janet y yo soliamos tirarnos por ahi al sol. Casi diria que para mi era un placer (aunque en el fondo sospechara que era un placer que siempre me resultaria ajeno. Mi alma, aterida, necesita interiores; lo mismo que un tallo de rubiarbo crece mejor en la caperuza invertida de una chimenea). Saliamos de paseo y nos reiamos de los jugadores de golf; intentabamos aprender a fumar; pensabamos en el Futuro con mayuscula. Le explique que yo pertenecia a la Generacion de los Jovenes Airados, y ella me pregunto si eso significaba que yo no pensaba buscar empleo. Le conteste que no lo sabia con certeza; no se podia predecir por donde iba a estallar la Ira. Ella dijo que lo entendia.

Janet/Oxidada fue la primera chica con la que intercambie besos de una duracion respetable. Es decir, la primera, con la que me di cuenta de que se podia respirar solo por la nariz. Inicialmente, era como estar en el dentista: te pasabas el rato esperando que tu unico y operativo conducto de aire no se atascase antes de levantarte de la butaca. Con todo, gradualmente, fui cogiendo confianza en mi mismo. Despues se parecio mas a bucear con tubo y gafas submarinas.

Yo buceaba muchisimo con Janet. Fue casi el amor de parte de mi vida.

– Fue casi el amor de parte de mi vida.

– Eso dijiste.

– ?Suena bien todavia?

– Si, esta bien. Ironico, aunque algo frio; pero supongo que estaba mas o menos bien. Entonces, ?por que no le metiste un buen gol a la pobre Oxidada?

– ?Por que todas tus metaforas son deportivas? Meter un gol, hacer diana, canasta, dejar K.O. ?Por que haces que suene tan competitivo?

– Porque lo es, lo es. Y si no vas con cuidado te vas a quedar atras. Oxidada, lo digo en serio, Oxidada…

Puso una cara como de morirse de ganas de hacerlo y movio las manos en circulos como un cantante negro de los anos veinte.

– ?Te gustaba?

– ?Gustarme? Si no hubiese sido por ti… le habria metido cinco golazos, tres jaques mate, dos estocadas, ocho fuera de juegos y batido el record de maraton mientras tu seguias dandole vueltas al asunto.

– Salto de pertiga.

– Lanzamiento de jabalina.

– Tiro al hoyo.

Simulo hacer malabarismos con dos tetas gigantescas en sus palmas extendidas.

– Triple salto.

– ?Y por que no, Chris?

– Porque puedas no quiere decir que tengas que hacerlo.

– Si puedes, y quieres, entonces debes.

– Si lo haces tan solo porque debes, entonces, realmente, no quieres.

– Si puedes y quieres y no lo haces, eres maricon.

– Era el hombre que habia en Oxidada lo que yo amaba.

Oxidada/Janet y yo pasamos bastante tiempo sin desvestirnos el uno al otro. En parte por falta de oportunidades, aunque -como yo me decia a mi mismo constantemente- los ingeniosos y los desesperados siempre encuentran alguna mata con cesped, algun asiento reclinable o algun portal poco seguro iluminado por los coches al pasar. Pero entonces, supongo, no estabamos desesperados, y nuestra mayor ingeniosidad consistia en hacer creer a nuestros padres que en realidad no nos importaba si nos dejaban solos o no. De esa forma, nos dejaban solos mas a menudo.

A veces, sin embargo, nos abandonabamos a una traviesa, parcial, a medias gozosa busqueda mutua. Poniamos al desnudo una pequena parte del cuerpo del otro: la curva de un pecho, una franja de estomago, un hombro, un muslo. Despues de las pocas veces en que nos desvestimos totalmente, nos quedaba siempre cierta sensacion de decepcion. Pero tal como comprendi mas adelante, no se trataba del sentimiento de frustracion por no haber hecho el amor. Era un sentimiento mas vago: el de la insatisfaccion del logro mas que la del fracaso. Me preguntaba si el placer de luchar por algo no excedia el placer del logro, de la victoria, del orgasmo. Quiza el colmo de la satisfaccion sexual era, entonces, la tecnica hindu del karezza. Es, solia decirle a Toni desde el santuario de mi virginidad, solo nuestra competitiva y desafiante sociedad la que nos dirige escandalosamente a alcanzar la meta.

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