– ?Asi que viviste en Paris durante un tiempo?
– Si.
– ?Cuando fue eso?
En realidad no miento nunca, aunque durante un tiempo intente hacerlo para evitar las preguntas subsiguientes. Para empezar, nunca mencionaba el mes de mayo. Lo maximo que llegaba a decir era «a principios de verano».
– En mil novecientos… -fruncia el ceno para evidenciar mi mala memoria y abria la boca como un pez explorando la superficie del agua-… debio de ser hacia el sesenta y ocho.
Lo del ano cada vez impresiona menos y ya no creo estarle tomando el pelo a la gente cuando confundo las fechas.
– Oh, al final de los sesenta. Sesenta y siete, sesenta y ocho, por ahi.
Durante unos anos, sin embargo, tenia que salir al paso de diversas replicas.
– Ah, si, cuando aquellas terribles… -empezaban los amigos de mis padres, imaginandome en una barricada y llenandome los bolsillos de piedras.
– ?Viste algo de… -solian reaccionar, con esas medias tintas como si estuvieramos hablando de alguna pelicula o de amigos comunes.
Y estaban, en tercer lugar, los que daban un giro indiferente a la conversacion; esos eran los que mas incomodo me hacian sentir.
– Ah -(un movimiento en la silla, un golpecito en la pipa o cualquier otro gesto social conciliador)-,
No habria sido tan grave si hubiera sido una pregunta. Pero siempre era un planteo. Se producia entonces la correspondiente pausa reflexiva solo turbada, por decirlo de alguna manera, por el crujido de una chaqueta de cuero recien comprada. Y si caia en el error de no romper el silencio, me concedian otra oportunidad (dignandose a asumir que padecia neurosis de guerra).
– Conoci a un individuo que estuvo alli en esa epoca…
O bien:
– Lo que nunca he tenido muy claro es…
O bien:
– Pero, vaya, que…
La cuestion es… pues, que yo estuve alli todo el mes de mayo, entre el incendio de la Bolsa, la ocupacion del Odeon, el encierro de Billancourt, el rumor de los tanques que de noche volvian rugiendo desde Alemania. Pero lo cierto es que no vi nada. Honestamente, ni siquiera puedo recordar una columnita de humo en el cielo. ?Donde pusieron todas sus pintadas? Desde luego, no donde yo vivia. Tampoco puedo recordar los titulares de los periodicos de la epoca. Supongo que los diarios continuaron publicandose como siempre; de lo contrario, me acordaria. Luis XVI (si me perdonais la comparacion) salio de caza el dia de la toma de la Bastilla, volvio y esa tarde escribio en su diario la palabra «
Recientemente, Toni me enseno una carta que le escribi desde Paris y que contenia un raro comentario sobre la crisis. Por lo visto explicaba los desordenes diciendo que los estudiantes eran demasiado estupidos para entender lo que les explicaban en clase, se frustraban mentalmente y, a falta de posibilidades para hacer deporte, se dedicaban a luchar contra la policia antidisturbios. «Tendrias que ver una fotografia extraordinaria», le escribia, «de un grupo de policias cargando contra un estudiante y lanzandolo al rio. El estudiante se esta volviendo hacia la camara. La foto tiene un aire a lo Lartigue. Al menos, hizo un poco de ejercicio.
Cuando cree que me vuelvo autocomplaciente, cosa que sucede a menudo, Toni me recuerda todavia frases de esa carta. Se ve que el estudiante en cuestion se ahogo -o al menos eso dijeron algunos-, pero, aunque fuese verdad, yo entonces no estaba como para enterarme de esas cosas ?no es asi? Toni, con bastante razon, es ligeramente mordaz en lo que se refiere a la totalidad de mis experiencias parisinas.
– Joder, es decididamente tipico. La unica vez en tu vida que has estado a tiempo en el lugar preciso y ?que haces? Te encierras en un atico para meterle mano a una chavala. Casi me convence de que existe un orden cosmico, tan coherente es. Supongo que durante aquella escaramuza que hubo entre mil novecientos catorce y mil novecientos dieciocho habrias estado reparando la bicicleta. O examinandote de la revalida durante lo de Suez. (Lo digo casi en serio). ?Y que hacias durante las guerras troyanas?
– Estaba en el lavabo.
1. Karezza
A los veintiuno, solia decir que creia en la postergacion del placer. En general, no me entendian. La palabra era postergacion y no rechazo, represion, abandono ni ninguno de los otros terminos en que aquello se traducia automaticamente. Ahora ya no estoy tan seguro, aunque si creo en la equilibrada y delicada entrada del individuo en la experiencia. No es preceptivo, pero si de sentido comun. ?Cuantos chicos de veintiun anos, se consumen hoy conscientemente o, lo que es peor, les parece «chic» el hecho de creerselo? ?Acaso toda la estructura de la experiencia no esta construida a base de contrastes?
Lo que quiero decir es que cuando llegue a Paris, con casi dos decadas de educacion a mis espaldas, mas una embelesada lectura de los clasicos de la pasion – Racine, Marivaux, Lacios eran guias absolutamente fiables para mi-, yo era todavia virgen. Por favor, no hay que deducir inmediatamente todas esas conclusiones (puritanismo que acecha tras una apariencia de sabiduria mundana; miedo al sexo disfrazado de austeridad; celos camuflados de los chicos de hoy) porque ya las conozco. El hecho de que los actuales adolescentes vayan por ahi follando antes de que les hayan descendido por completo los testiculos, no me preocupa en absoluto. De verdad que no. Por lo menos, no demasiado.
– Quiza no te gusta el sexo -me diria Toni, despues de que lo que llamabamos el Objetivo Comun lo llevara a unirse a la Gran Tradicion-. Ya es hora de que lo reconsideres, muchacho.
– Se que me gusta. Por eso puedo privarme de el.
Me gustaba este argumento.
– No puedes decir que sabes que te gusta. Quieres decir que crees que te gustaria.
– De acuerdo -si el queria decirlo asi-. En todo caso, De Rougemont dice que la pasion florece con los obstaculos.
– Eso no quiere decir que tengas que ponertelos tu mismo. Un artista del
Toni solto unos cuantos grunidos nasales y retumbantes como los de un cerdo.
– No puedo pensar en una mujer con quien no quiera follar. Piensa en todos esos conejitos por ahi sueltos, Chris. Todos esos recovecos humedos. Tu no eres precisamente un