arida y academica. El sexo prematrimonial -un triple epat y un ecras doble en el colegio- dejaba de tener que ver, de pronto, con la burguesia. Y en cuanto a la estructura de las decadas, de ser verdad, solo me quedaba un ano de Sexo antes del comienzo de mis treinta anos de alternancia entre Guerra y Austeridad. Esto no parecia muy probable.
Annick estaba sonando a mi lado y se le escapo un misterioso quejido. Asi son las cosas, pense: una disputa sobre Rimbaud (que gane… bueno, mas o menos), sexo «al mediodia», una chica durmiendo, y aqui estoy yo, despierto, alerta, observando. Sali de la cama deslizandome, cogi un bloc e hice un esmerado dibujo de Annick. Luego, firme el dibujo y lo feche.
3. Redon, Oxford
Fui a Paris con la intencion se sumergirme en la cultura, el idioma, la vida en la calle y -habria anadido, sin duda, con una vacilante despreocupacion- las mujeres. Al principio, rehui deliberadamente todo periodico, persona o libro ingles. Mis labios evitaban tanto los anglicismos como el whisky o la Coca-Cola. Comence a gesticular: asi como la lengua y los labios tienen que esforzarse para situar con mas precision las vocales francesas, se supone igualmente que las manos tienen que moverse de otra manera. Me acariciaba la mandibula con la punta de los dedos para indicar aburrimiento. Aprendi a encoger los hombros al tiempo que curvaba la boca para abajo. Unia las manos sobre el estomago, con las palmas hacia adentro y separando ambos pulgares, mientras mis labios producian un sonido apagado. Este ultimo gesto, que significaba algo asi como «Registrame», hubiese encantado en el colegio. Yo lo hacia muy bien.
A pesar de todo, cuanto mejor hablaba y gesticulaba, y mas me sumergia en la cultura, mayor era mi resistencia interna a la totalidad del proceso. Anos despues, lei un articulo sobre un experimento llevado a cabo en California con mujeres japonesas casadas con americanos destinados al Extremo Oriente y que se habian ido a vivir a Norteamerica. Habia muchas mujeres en esas condiciones, que todavia hablaban japones con la misma frecuencia que ingles: japones en las numerosas tiendas de productos orientales y entre ellas; ingles en casa. Les hacian dos entrevistas sobre su vida en general, la primera en japones y la segunda en ingles. El resultado demostraba que en japones eran sumisas, solidarias, conscientes del valor de una fuerte cohesion social; en ingles eran independientes, francas y mucho mas expansivas.
No estoy diciendo que una dicotomia semejante se hubiera producido en mi. Pero al cabo de un tiempo adverti con toda claridad que, si bien no decia cosas en las cuales no creyera, al menos decia cosas que no creia haber considerado previamente. Me descubri mas proclive a la generalizacion y a la etiquetacion, a los rotulos y los marbetes, a seccionar y a explicar, a la lucidez… Dios, si, a la lucidez. Sentia una especie de agitacion interior. No era ni soledad (tenia a Annick) ni que echase de menos mi pais, era algo que tenia que ver con ser ingles. Parecia como si una parte de mi fuese ligeramente infiel a la otra.
Una tarde, en la epoca en que era quejumbrosamente consciente de esta resentida metamorfosis, fui a visitar el Museo Gustave Moreau. Es un lugar poco acogedor cerca de la Gare Saint-Lazare que tiene la picardia de cerrar un dia mas de lo normal a la semana (ademas de todo el mes de agosto), razon por la cual tiene aun menos visitantes de los que seria de esperar. Uno suele oir hablar de el la tercera vez que visita Paris y acaba yendo alli la cuarta. Cubierto hasta el techo con cuadros y dibujos. Moreau a su muerte lo dono al Estado, y, desde entonces, se ha conservado a duras penas. Era uno de mis lugares favoritos.
Le ensene al
Al final de las escaleras habia una especie de granero enorme de techo altisimo, cuya escasa calefaccion consistia en una estufa negra y amplia en el centro que, sin duda, era insuficiente desde los tiempos de Moreau. De las paredes colgaban cuadros ya acabados y otros a medio terminar, muchos de ellos enormes y todos muy complejos, ilustrando esa extrana mezcla de simbolismo publico y personal que por entonces encontraba tan seductora. Grandes muebles de madera con cajones muy delgados, como los que albergarian una inmensa coleccion de mariposas, contenian una gran cantidad de dibujos preliminares. Era posible abrir los cajones y mirar, a traves de tu propio reflejo en el cristal protector, una suerte de garabatos y borrones muy tenues y hechos a lapiz, adornados aqui y alla con detalles que mas tarde se transformarian en platas y oros: tocados resplandecientes, fajas y petos enjoyados, espadas con empunaduras incrustadas, y todo ello se convertia en una nueva y brunida version de lo antiguo o lo biblico: adornada con toques eroticos, tenida con la violencia necesaria, coloreada con paleta de un exceso controlado.
– El arte de hacerse pajas, ?no?
Una voz inglesa, descaradamente alta, que llegaba cruzando los maderos desnudos del suelo del otro lado del estudio. Yo continue examinando un boceto a lapiz y tinta de
– Es raro. Es realmente surrealista. Que gusto por las mujeres. Amazonas.
Esta era una voz distinta, tambien masculina pero mas grave, mas pausada, mas dispuesta a la admiracion. Segui mirando otros cajones de mariposas, pero sin dedicar exclusivamente mi atencion a los dibujos. Oia como esos palurdos -sus bolsillos todavia repletos de lo que habian comprado en el
– Pero es una empanada mental -(la primera voz otra vez) -. Puro juego de muneca.
– Bueno, no se -(segunda voz)-. La verdad, tiene muchas cosas que decir. Ese brazo esta muy bien.
– No empieces a soltarnos uno de tus rollos esteticos, Dave.
– Es algo autocomplaciente -(tercera voz, de chica, tranquila pero muy aguda)-. Pero juzgamos un poco por la apariencia, ?no? Deberiamos conocer mejor el contexto, me parece. ?Sera esta Salome?
– No se -(segunda voz)-. ?Por que lleva la cabeza sobre una citara? Creia que se paseaba con ella en una bandeja.
– Licencia poetica -(la chica).
– Puede ser -(segunda voz, «Dave», otra vez)-, aunque el fondo no parece Egipto. ?Y quienes son esos pastores amariconados?
Ya esta bien. Me volvi hacia ellos y estalle, en frances, por supuesto. Con tanto nombre abstracto me salio bastante ampuloso y profesional. Hasta donde yo se, paja es
Se produjo un silencio. Los tres, que no eran mayores que yo, se