– Entonces, ?como vas a mantener a tu mujer y a tus hijos?

– ?Donde, donde?

Lance una mirada de consternacion por encima del hombro. Lo mas realista que pude entrever fue un par de ninos calzados con zapatos de batalla, las carteras del colegio al hombro, contemplando el largo camino que tienen por delante. Desde luego, esposa ninguna, ni siquiera en fotografia. ?Que se proponia Marion? Si queria podia largarse, ?no?

– Dame tiempo, dame tiempo.

– ?Por que? -(Lo curioso es que sus maneras no eran en absoluto intimidantes. Era muy amable, pero jodidamente tenaz.)

Solo tengo veintiun anos. Quiero decir que…

?Todavia que?

– Pues que aun tengo relaciones.

– ?En plural?

– Bueno, simultaneamente no, claro que no.

– ?Por que no? -(?Por que no podia nunca predecir por donde iba a salir?)

– Bueno, supon que haya descartado la etica sexual cristiana, pero sigo creyendo en la fidelidad a una persona mientras se tienen relaciones con ella.

– Esa si que es una frase bien rara. En todo caso, ?el matrimonio no es una relacion?

– Por supuesto. ?Y que?

– Bueno, has dicho que tendrias relaciones y luego te casarias.

– Yo no he dicho que me fuera a casar.

– Tecnicamente, supongo que no. -(La verdad es que no lo dije ni por asomo.)

– ?Pero?

Habia inclinado la cabeza hacia un lado y jugaba con las migas que le quedaban en el plato. En ese momento levanto la cabeza. ?Por que presiente uno cuando le van a decir algo desagradable?

– Que tu no eres tan raro como para no casarte.

– En todo caso, depende de…

– La chica adecuada en el lugar adecuado y al precio adecuado.

– Si, supongo que si.

– No lo creas. Me atreveria a decir que a veces es asi o asi lo parece al reconsiderar el pasado. Pero por lo general se trata de otras cosas, ?no?

– ?…?

– Oportunidad, garantia de subsistencia, deseo de tener hijos…

– Si, supongo.

– …miedo a envejecer, sentido de posesion. No lo se, creo que a menudo la gente se casa por negarse a reconocer que jamas en la vida ha querido a nadie tanto como para acabar casandose. En el fondo, una especie de idealismo equivocado, la determinacion de mostrar que se es capaz de la experiencia definitiva.

– Sabes, eres mucho mas esceptica de lo que creia ser yo.

Era extraordinario. Escuchar a una chica diciendo esas cosas expresadas con una crudeza propia de hombres, el tipo de observaciones en las cuales se cree a medias pero que se invocan en ocasiones diversas. (Annick nunca hablaba asi, y yo pensaba que ella era singularmente sincera.) Pero Marion hablaba sin arrogancia alguna; se portaba como si no estuviera mas que haciendo aseveraciones obvias e irrefutables. De nuevo me miraba sonriendo.

– No creo que sea cinica, si eso es lo que insinuas al llamarme esceptica.

– Pero habras leido a La Rochefoucauld. Il y a certains gens…

– Ya lo se. No, no le he leido; he observado. -(Me miro atentamente; me gustaba que me mirase) -. Poco antes de venirme se caso una amiga mia. Tenia mi edad, alrededor de treinta anos. Una semana antes de la boda, ibamos a ir al cine los tres, pero ella se resfrio o algo asi y yo fui sola con el. Acabamos hablando del matrimonio. Me comento las ganas que tenia de casarse, y como esperaba que las cosas les fueran bien aunque todo el mundo tuviera sus altibajos… Vamos, lo que se dice siempre. Luego anadio, «para ser sincero, no es, desde luego, el amor mas grande del mundo».

– ?Como reaccionaste tu?

– Al principio me choco, en parte porque se casaba con mi amiga, pero, sobre todo, porque me costaba creer que alguien se casara sin estar previamente convencido de que a nadie en el mundo habia querido antes con la misma intensidad.

– ?Se lo dijiste a tu amiga?

– No. Porque despues de pensarlo me di cuenta de que no estaba en absoluto sorprendida, de que su comentario era mas admirable que otra cosa. Y de que probablemente mi amiga tuviera similares reservas aunque no las dejara traslucir. Ademas, ambos eran personas razonables y no eran imbeciles ni debiles de caracter de modo que pense que no tenia derecho a interferir.

– Hiciste bien.

– Pero lo que mas tarde me produjo verdadero desasosiego, fue verlos el dia de la boda, ofreciendo la misma beatifica imagen que cualquier otra pareja. Eso me hizo pensar que, lo mas probable, es que todas llegaran al matrimonio con parecidas reservas.

– Tu logica no es aplastante.

– No, pero la observacion si.

– Si, supongo que puede serlo.

En realidad, no tenia razones para disentir; no podia siquiera ofrecer una evidencia propia.

Se produjo un silencio, como si durante la conversacion se hubieran deslizado complicidades hasta entonces no admitidas. La mire, notando por primera vez el color de sus ojos: eran oscuros, de un color gris pizarra, el color de los tejados franceses despues de la lluvia. No sonreia.

– No empieces a deducir cosas de esta conversacion -dijo de pronto.

– ?Que quieres decir?

– Pues que si te empiezas a sentir amenazado, podrias acabar pensando que me gustas.

– ?Como es ella? Solo por curiosidad. La chica con la que tienes una relacion, como tu dices.

– ?Que tiene de raro esa expresion? Su nombre es Annick.

– Annick.

?Que podia decir? Senti que cualquier descripcion que hiciese seria como una traicion: pero no decir nada parecia como avergonzarse de ella; incluso vacilar podia interpretarse como deliberada ocultacion de algo.

– No tienes que explicarme nada; despues de todo no es asunto mio.

– No, no, quiero, o, en todo caso, no me importa hablar de ella. Es… muy sincera y… ejem, emocional, y… -(Dios, ?que mas?)-… y no le miento nunca.

– Suena bien.

Marion se habia levantado y buscaba en el bolso para pagar su parte de la cuenta.

– No te preocupes, no quiero ponerte en aprietos.

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