Lo cierto es que nunca la volvi a ver.

Despues de marcharse, Annick fui dandome excusas para no ver a mes amis anglais. Redescubri, o al menos pretendi hacerlo, cierto interes por mi tesis. Iba todos los dias a la misma hora a la Bibliotheque Nationale, y trabajaba con montones de material que transcribia disciplinadamente en fichas. Era de esos temas que comportan un trabajo fatigoso y honesto, ademas de requerir instinto para saber como y donde buscar. El dominio del catalogo de la biblioteca es, por lo menos, la mitad de la clave. Se necesitaban muy pocas ideas originales, solamente habilidad para sintetizar las observaciones de los demas. Ese habia sido, por supuesto, parte del plan inicial: dar con un trabajo que no exigiera excesivo desgaste cerebral y dejara mucho tiempo libre.

De hecho, mi vida volvio a ser lo que era cuando llegue a Paris. Volvi a practicar mis ejercicios de memoria, que ultimamente habia comenzado a dejar de lado. Utilizandolos, escribi una serie de poemas en prosa que llame Spleenters: alegorias urbanas, ironicos bocetos de personajes, poesia esquiva y descripciones detalladas que, gradualmente, se convertian en el retrato de una ciudad, de un hombre, y -?quien sabe? -, quiza de algo mas. Mi fuente de inspiracion quedaba abiertamente reconocida en el titulo, pero no era una cuestion de imitacion o parodia, me explicaba a mi mismo. Se trataba mas de producir resonancias que de reproducir tecnicas, en su mayoria, de este siglo.

Continue con mis dibujos de hallazgos fortuitos, que pensaba podrian utilizarse para ilustrar los spleenters, si es que llegaba algun dia a publicarlos (no es que hiciera falta; con solo escribirlos ya existian, se descubriesen o no). Fui a ver las peliculas mas serias que pude encontrar. Con Annick habiamos acabado por coincidir en territorio comun viendo peliculas sin pretensiones: un western, un clasico, la ultima de Belmondo. Solo parecia que podria llegar al fondo de las cosas: tomar notas del dialogo sin avergonzarse; salir del cine meditando todavia sobre la pelicula sin tener que hacer comentarios brillantes de inmediato. Empece a comprar Les Cahiers.

Leia; empece a intentar cocinar unos cuantos platos franceses; alquile una motocicleta Solex una semana entera y, con laboriosa lentitud, llegue hasta Sceaux y a Vincennes. Sentia que lo pasaba bomba; y cada vez que llamaban a la puerta, casi se me paraba el corazon, y me decia para mis adentros: ?Annick?

Nunca era ella. Una vez, era una vecina preguntandome si tenia una botella de agua mineral Vittel, porque se le habia olvidado al hacer la compra, y que si las escaleras y que si sus piernas… Otra vez fue Mme. Huet, enfadada por tener que subir a buscarme hasta el tercero, pero me llamaban por telefono de Inglaterra y podia ser algo urgente (quiza hubiera muerto alguien, era lo que queria decir). Cuando llegue al telefono, mi padre me dijo que llevaba esperando cinco minutos (Mme. Huet subio muy despacio las escaleras como venganza), y que la factura seria espantosa pero, en todo caso, feliz cumpleanos. Ah; se me habia olvidado completamente.

Y luego, una noche, tardisimo, pocos dias antes de la fecha en que tenia planeado marcharme de Paris, los golpes sonaron diferentes. Como una melodia, en verdad. Unos nudillos enormes marcando un ritmo, reforzados con golpecitos producidos con las puntas de unos dedos y un fondo de silbidos que los armonizaban y complementaban. Despues de un momento de panico, ante la perspectiva de unos ladrones filarmonicos, reconoci «Dios salve a la Reina»; abri, y alli estaban Mickey, Marion y Dave. Marion se apoyaba contra la barandilla, guapa, silenciosa, inquisitiva. Mickey se saco un peine que llevaba envuelto en papier de toilette y me obsequio con un estruendoso «Auld Lang Syne». [5] Dave habia venido remedando a un gabacho; un jersey de rayas horizontales azules y blancas, boina y un delgado bigote negruzco; llevaba una baguette bajo el brazo y venia masticando ajo. El pan y el ajo me dieron de lleno en distintas partes de mi anatomia cuando se adelanto para besarme en ambas mejillas.

– Bobbi Charltong, Zhacky Charltong, Coupe du Monde, Monsieur Eat, God Shave de Queen [6] -dijo con acento frances, subiendo el tono conforme iba llegando al final de la copla.

Marion sonreia. Yo sonreia. No sabian que habian hecho pero todo estaba perdonado. Nos amontonamos en el piso y saque una botella de calvados para celebrarlo. Marion continuo mirando y sonriendo, mientras Dave y Makey especulaban.

– Quiza ha estado malade.

– A mi me parece que tiene muy buen aspecto. Quiza haya estado de mal humor.

– Mais il n'est pas bodeur. Quisa el trabajando dugo.

– Quiza su querida lo haya plantado.

Mire a Marion.

– Es verdad, quiza si -dijo Dave.

Comenzaron a cantar una de las canciones de Chevalier en Gigi, mientras Dave empunaba la baguette como si fuera un violin.

Sonrei con gesto de complicidad.

Marion me devolvio la sonrisa.

6. Relaciones entre objetos

Billancourt y la Bourse: ?que importan ya? Preguntenme que hacia en 1968 y lo dire: trabaje en mi tesis (descubriendo un intercambio de cartas poco conocido entre Hugo y Coleridge sobre la naturaleza del drama poetico, que publique en el Modern Language Quarterly); me enamore y el corazon se me hizo anicos; mejore mi frances; escribi un libro lapidario, encuadernado en una edicion escrita a mano de un solo ejemplar; hice algunos dibujos; entable algunas amistades; conoci a mi mujer.

De haber leido esto antes de salir de Inglaterra, me habria muerto de miedo. Estaba amedrentado, impresionado y tambien, quiza, un poco desilusionado. Todas esas pamplinas que se dicen sobre que no es posible llegar y besar el santo son, desde luego, verdad; pero es posible que yo hubiera partido con demasiadas expectativas. ?Que habia ido yo a buscar? En primer lugar conocerme a mi mismo, de forma vivida, fulminante, enriquecedora. Pero, ademas, sonaba con encontrar la clave de una sintesis vital entre el arte y la vida. Por ingenuo que parezca, asi era. Ademas, cuanto mas ambicioso es el objetivo, mas ingenuo suena. Era el unico tema que me habia interesado en serio desde mis tempranos experimentos con Toni en la National Gallery. «Hay quien dice que lo primero es vivir, pero yo prefiero leer»: eso lo hubiesemos aprobado entonces con sentimiento de culpabilidad; culpabilidad porque temiamos que nuestra pasion por el arte fuera el resultado de la vacuidad de nuestras «vidas». ?Como influia un concepto en el otro? ?Donde hallar el equilibrio? ?Eran tan faciles de discernir como nosotros asumiamos? ?Podia ser la vida una obra de arte; o una obra de arte una forma mas elevada de vida? ?Era el arte un mero pasatiempo sibaritico en el cual los no religiosos habian introducido por la puerta falsa una faceta espiritual? La vida terminaba; pero ?acaso el arte no?

Me sente en la chirriante silla de mimbre esperando que fuese la hora de partir. Mejor media hora aqui y otra media hora en la Gare du Nord que una hora entera en cualquiera de los dos sitios dando ocasion para que la soledad y la inactividad anidasen en el cerebro. Hacer algo o no hacer nada en dos etapas.

Mis dos maletas -el peso distribuido equitativamente entre ellas- estaban primorosamente alineadas una al lado de la otra cerca de la puerta. Eche un ultimo vistazo a mi alrededor, entristecido pero tambien vagamente orgulloso de estarlo. Todo habia sido experiencia; ?lo era? Todo habia sido vivir; ?lo era? ?Lo era…?

A la izquierda estaba la cama donde, como aun me decia con ternura,

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