pasando.
– ?Se da usted cuenta, por supuesto -continuo Dave-, de que padece una insuficiencia alcoholica aguda?
– Oh, no, doctor, quiere decir que podria…
– Me temo que si. Es uno de los casos mas graves que he visto en muchos anos. Fijese en esto.
Levanto el vaso vacio de Mickey.
– No, no, no, no quiero verlo, no puedo -sollozo Mickey, ocultando la cabeza entre los brazos.
– Tiene que mirar -dijo Dave con firmeza-. Tiene que enfrentarse con estas cosas.
Poco a poco, le fue apartando los brazos de la cabeza. Sostuvo el vaso ante los del paciente. Mickey simulo desmayarse.
Cai de las nubes. Habria caido antes si no hubiese estado absorto en la escena. Esa ronda la pagaba yo.
4. Parejas beatificas
Cuando no estaba con Annick o vagando por las calles para coger la vida al vuelo -la aparicion repentina de una monja, un
Los padres de Marion creian que asistia a un curso que los organizadores -con modestia gala- llamaban
Empezamos a citarnos cada dos o tres dias en un pequeno cafe restaurante llamado
– ?Que vas a hacer despues? -me pregunto una vez, durante nuestra tercera o cuarta comida juntos.
(?Hacer? ?Que que iba a hacer? ?Que queria decir? ?Se me estaba insinuando? Seguro que no, por lo menos aqui; aunque estaba muy guapa, con su corte de pelo de muchacho y un vestido de un marron rosaceo cenido en los sitios mas convenientes. ?Hacer? Ella no se estaria refiriendo a…)
– ?Quieres decir… con… mi vida? -Intente sonreir, esperando que ella tambien lo hiciese.
– Por supuesto. ?Que es lo que te hace tanta gracia?
– Bueno, es gracioso que seas la primera persona de mi edad que me pregunta eso. Es tan… autoritario.
– Lo siento, no pretendia parecer autoritaria, solo curiosa. Me preguntaba si alguna vez te has hecho esa pregunta.
Nunca lo habia necesitado, eso era parte del problema: siempre eran otros los que me lo preguntaban. De nino, la pregunta descendia siempre sobre mi desde lo alto, entre billetes naranja de diez chelines, el consabido aguinaldo navideno, aromas y especias extranas y la bofetada ocasional. Al llegar a la adolescencia, llegaba desde otro angulo (pero siempre desde lo alto). Entonces, la pregunta la soltaban curiosos profesores armados de panfletos y de la palabra «vida», que pronunciaban como si fuera parte de un uniforme militar. Finalmente, al entrar en la universidad, la pregunta llegaba horizontalmente, compartiendo una botella de vino con tus padres o riendo del mismo chiste verde con tus profesores; incluso, una vez, la hizo una chica esperando que funcionara como antiafrodisiaco. ?Cuando iba a cambiar la perspectiva? ?Cuando iba yo a mirar esa cuestion desde arriba?
– Bueno, supongo que mi problema ha sido siempre a corto plazo. Hay un monton de empleos en los cuales no me importaria acabar. No me disgustaria dirigir la BBC, por ejemplo, o tener una editorial con una galeria de arte en la puerta de al lado, por supuesto siempre que me dejaran tiempo suficiente como para dirigir la Royal Philarmonic Orquestra. Tampoco me importaria, hasta cierto punto, ser general, o ministro, aunque eso me lo guardaria en la manga por si todo lo demas fallaba. Tampoco estaria mal mandar un barco de pasajeros que cruzara el Canal de la Mancha… Ah, y la arquitectura desde luego tambien es una posibilidad. Y crees que estoy bromeando, pero te sorprenderia saber que hablo en serio.
Marion se quedo mirandome, medio sonriente, medio impaciente.
– Quiero decir que a veces bromeo pero no del todo. El problema es que a veces siento que no tengo la edad adecuada. ?Te pasa a ti eso?
– No.
– Quiero decir que puede que pienses que soy bastante inmaduro, pero, la verdad, a menudo no me encuentro comodo con la edad que tengo. A veces, es curioso, quisiera ser un sesenton marchoso. ?A ti no te pasa?
– No.
– Es como si todo el mundo tuviese una edad perfecta, a la cual aspira, y solo estuviera autenticamente comodo consigo mismo al llegar a ella. Supongo que para la mayoria de la gente, esto sucede entre los veinticinco y los treinta y cinco, de modo que la cuestion no se plantea o se plantea disfrazada: cuando sobrepasan los treinta y cinco asumen que su malhumor es una condicion de la madurez y del hecho de ver aproximarse la senilidad y la muerte. Pero tambien es el resultado de estar dejando atras la edad perfecta.
– Que raro. Imaginate, anhelar botellas de agua caliente en la cama y andar a tropezones sobre las piedras del pavimento.
– He dicho un sesenton marchoso.
– Ah, pues entonces paseos por el campo y leer a Peacock junto a la chimenea, mientras unos nietos adorables te hacen bizcochos.
– No lo se. Mi fantasia no ha creado una imagen especifica. Solo tengo la sensacion. Y no siempre.
– Quiza no puedas enfrentarte con la lucha por la vida.
– ?Por que crees que tiene que ser una lucha? -(Aja, no dejarla irse por la tangente con tanta facilidad. Solo porque quiera ser funcionaria o algo asi.)