Este pedantesco jugueteo inicial nos provoca risitas tontas y dulces.
– Hmm.
Separa suavemente los muslos, extiende su mano libre entre ellos y me atrae hacia si. La conversacion cesa. Nos dejamos ir entre gemidos.
Despues, (esa palabra que todavia se caracteriza por su elasticidad) nos separamos, somnolientos, sintiendo que lo compartimos todo. Pienso que estos momentos son los mas felices de mi vida. La gente dice que la felicidad es aburrida; para mi, no. Tambien dicen que toda la gente feliz es feliz de la misma forma. Que importa; en cualquier caso, en momentos como este no me interesan las discusiones bizantinas.
1. Chicas desnudas gigantes
?Cuando se acaban las teorias? ?Y por que? Digase lo que se diga, para la mayoria de nosotros se terminan. ?Las mata un unico acontecimiento decisivo? Para algunos, quiza. Pero, normalmente, mueren por desgaste; lenta, circunstancialmente. Y despues, te preguntas: ?de todos modos, nos las tomabamos en serio?
Los domingos por la manana salgo temprano de casa. Giro a la izquierda, ante unas casas prudentemente distanciadas entre si: Ravenshoe, con su alfombra de flores de castano de indias sobre el pavimento; Vue de Provence, con sus persianas verdes; East Coker, con su ridiculo garaje. Todas tienen los nombres grabados con letras goticas sobre tableros clavados a los arboles.
Atravieso el campo de golf, contemplando una pelota mananera que se empapa de rocio mientras rebota para detenerse, en seguida, brillando. Me gusta este sitio. Me gusta esta perspectiva humeda, diferente. Desde lo alto del cuarto hoyo se puede seguir con la mirada las minusculas figuras que arrastran sus carritos por el cesped, deshaciendose en multiples rayas de color al contacto con la lluvia.
Desde aqui los gritos de advertencia casi para uno mismo de «Ahi vaaa!» parecen distantes y comicos (sonrio al recordar el rugido con el que Toni replicaba «puuutaaa»). Mas abajo, presuntuosos trenes plateados desfilan produciendo un sonido similar al de un telar. Las ventanas te deslumbran al reflejar el sol, como si unos ninos jugasen con espejos. Las iglesias les recuerdan a otros que tienen que levantarse y rezar.
Es realmente ironico volver a estar en Metrolandia. De nino seguramente lo hubiese llamado:
?Cuando se acaban las teorias? De pronto recuerdo una vez, al principio de mi relacion con Marion, una excursion que hicimos en coche una noche muy fria de diciembre. Acabamos deteniendonos en el aparcamiento de un cine, dejamos la calefaccion en marcha y nos pusimos a hablar.
Hablamos tanto tiempo dentro de su Morris Minor descapotable que todavia recuerdo de izquierda a derecha todos los controles del tablero.
– ?Y?
Era la forma en que Marion iniciaba siempre nuestras conversaciones. Era su primera palabra tras el ruidoso deslizarse del freno de mano.
– ?Y? Pues que aun te quiero.
– Ah… Bueno.
Un beso; otro; un demorarse por debajo de su mejilla.
– Tanto como ayer.
– Bien. ?Y?
– Su barbilla era bien firme, me di cuenta. No era solo que el jersey de cuello alto la resaltara.
– ?No es bastante?
– Probablemente, para mi si. Pero no para ti.
– ?…?
– Y por consiguiente, al fin y al cabo para mi tampoco.
– Mierda. ?Ya vuelves a lo de
Ese fue el cafe de Paris donde por primera vez sentimos -y yo casi temi- nuestro mutuo interes.
– ?…?
– ?Que quieres que diga?
Yo queria saberlo de verdad; o casi.
– Bueno, no quiero que digas algo solo porque creas que lo quiero oir -(Era bastante razonable, ?pero por que no era todo mas facil? Creia que cuanto mas se quiere a alguien mas faciles son las cosas. Habia tantas trampas como siempre.)
– ?Es
– Necesito sentir que lo piensas.
– Lo pensare. ?Quieres casarte conmigo?
– Lo pensare.
– Me gustaria creer que ya lo habias pensado.
Hablamos y nos besamos. La gente salio del cine y vacio el aparcamiento. No pudimos poner el coche en marcha: la calefaccion habia agotado la bateria. Al final llego un mecanico, y al ver el vapor en las ventanas, comento reprendiendonos:
– Tan solo un caso de recalentamiento, senores.
Toni no vino a la boda. Recibi una carta en la que explicaba que por una cuestion de principios era incapaz de asistir. Eso era lo que decia la primera linea, en todo caso. No me tome la molestia de continuar leyendo y la tire. Dos dias mas tarde me llamo por telefono.
– ?Bien?
– ?Bien, que?
– ?Te gusto la carta?
– No la lei.
– Joder, ?por que no? Quiero decir, si no te interesa ahora leer un cuidadoso argumento en contra del matrimonio, ?cuando te va a interesar?
– Bueno, lo curioso del caso es que ahora me interesa menos que en otras ocasiones. ?Querias un
– Cono, claro que no. Ya superamos eso, ?no? Pense que apreciarias una cierta mirada historica sobre lo que pretendes llevar a cabo.
– Que detalle.
– No me malinterpretes. Me gusta mucho Marion, lo sabes. Aunque no es mi tipo, por supuesto…
– Bueno, ya es un alivio… aunque supongo que algunas circunstancias