Despues entrecerro los ojos y lo corto antes de que el pudiera responder-. ?No! No quiero que me digas otra vez lo grave que es mi herida. Se lo que me duele. Me pica el costado como si me hubiera mordido un hormiguero entero, y me arde el hombro. Y tengo una buena jaqueca. Pero te digo que tengo que salir de esta tienda, y me refiero a salir de verdad.

La puerta de la tienda se abrio, y aparecio Brenna con una bandeja y una taza de tisana humeante.

– ?Ah, no! No voy a tomar mas de esa tisana para dormir. Estoy harta de dormir. Estoy harta de estar en la cama. Estoy harta de esta tienda. Y estoy especialmente harta de como huelo.

Brenna miro a Cuchulainn, que tenia una expresion de angustia. El alzo las manos y le dio la espalda a su hermana.

– Tu eres la Sanadora -le dijo a Brenna-. Manejala tu -dijo, y se dirigio hacia la salida.

– Y pensar que las doncellas suspiran por tu valentia… -dijo Elphame con disgusto.

– Esas doncellas no son mi hermana. Tu eres completamente distinta. Brenna, admito que es una paciente espantosa, y la dejo en tus manos capaces con mis mas humildes disculpas -dijo el. Sonrio a su hermana, que lo estaba fulminando con la mirada, y con una reverencia salio de la tienda.

Brenna tuvo que hacer un esfuerzo para dejar de sonreir hacia la puerta vacia.

– ?Burro! ?Se empena en protegerme en exceso! -exclamo Elphame mientras se apartaba un mechon de pelo de la cara-. Estoy repugnante, y huelo mal -dijo, y se acaricio distraidamente el vendaje del costado-. Pero tiene razon. Soy una paciente muy mala.

Brenna sonrio.

– No tanto. Lo que ocurre es que te estas curando y te aburres. Si no estuvieras un poco inquieta me preocuparias.

– Eso no me consuela mucho -dijo Elphame, rascandose la cabeza.

– ?Te ayudaria darte un bano?

– ?Oh, por Epona, si! -dijo Elphame, y se puso en pie con demasiada rapidez. Tuvo que apretar los dientes cuando el mundo comenzo a girar a su alrededor.

– Tranquila. Tomatelo con calma.

Brenna la agarro del brazo para sujetarla y la irguio con la sabiduria de una Sanadora experimentada. Elphame respiro profundamente, lentamente, hasta que el mareo paso.

– ?Mejor? -le pregunto Brenna.

– Si. He sido una boba -dijo, mirando a su amiga de reojo-. ?Todavia puedo banarme?

– Mas tarde, esta noche.

– Pero…

Brenna alzo una mano para detenerla.

– Es una sorpresa. No discutas con tu Sanadora.

– Con eso me vale -dijo El, y miro hacia la bandeja que Brenna habia dejado sobre la mesa-. Incluso estoy dispuesta a beberme esa horrible pocion si apresura mi camino hacia la limpieza.

Brenna se echo a reir.

– Si, quiero que te tomes la tisana, pero no tienes que preocuparte. No es nada mas que un poco de corteza de sauce para que te alivie el dolor de cabeza.

Elphame se sento al borde de la cama y le dio un sorbito a la infusion.

– Y, cuando hayas terminado, ?te apeteceria dar un paseo corto? -le pregunto Brenna.

– ?Fuera?

– Si, fuera.

Elphame se trago el te de golpe.

– Eres maravillosa.

La Sanadora se echo a reir y se echo el bolso al hombro. Elphame se puso en pie lentamente y Brenna la tomo del brazo. Cuando salieron de la tienda, Brenna dio solo un par de pasos para dejar que Elphame se acostumbrara a la luz brillante de la tarde. Despues la guio despacio hacia la izquierda, en direccion contraria al castillo.

– He encontrado una zona rocosa un poco al sur, justo al borde del bosque. Desde alli tendras una vista preciosa del mar y de las murallas. Me parecio un buen sitio para ir. Alli yo puedo trabajar en esos dibujos para los tapices del castillo mientras tu te relajas y disminuyes tu nivel de frustracion.

Elphame sonrio y asintio distraida, aunque su mente trabajaba febrilmente.

Iban a acercarse al bosque. Lochlan estaba en algun lugar dentro de aquel bosque. ?Verdad? Porque, por enesima vez, ella maldijo sus recuerdos incompletos. El habia sido una realidad. Las pruebas fisicas eran innegables. Lochlan habia matado al jabali y la habia sacado del barranco, habia curado su herida y le habia dado calor, pero toda la experiencia estaba envuelta en una niebla de dolor y confusion. Cuando intentaba recordar cosas especificas que el el hubiera dicho, solo podia reconstruir partes de su conversacion.

Le habia dicho que la conocia de sus suenos.

Le habia dicho que iba a estar esperandola.

Habia admitido que su padre era un Fomorian.

De repente, vio con claridad a Lochlan, con las alas extendidas, con un gesto de ferocidad mientras acuchillaba al jabali. Pese a la calidez de la tarde, Elphame se estremecio.

Brenna la miro.

– Me siento bien -le aseguro Elphame-. Solo estaba pensando en el accidente.

La expresion de la Sanadora se volvio comprensiva.

– Brighid me dijo que nunca habia visto un jabali tan grande. La lucha debio de ser horrible. Odio que tuvieras que sufrir tanto.

– Puedo decir que nunca me habia asustado tanto -murmuro Elphame. ?Era la omision una mentira?

– Gracias a Epona que sobreviviste.

Elphame asintio, y deseo que Brenna cambiara de tema.

– No queria mencionar esto delante de tu hermano, pero me he dado cuenta de que tienes un sueno bastante inquieto. Creo que deberias saber que es normal que tengas malos suenos despues de una experiencia traumatica.

Elphame miro a Brenna, y despues aparto rapidamente la mirada. No eran las pesadillas lo que la tenia inquieta. Noto que se ruborizaba.

– No tienes por que sentir verguenza, Elphame -le dijo Brenna-. Pero si los suenos te angustian, te dare una pocion somnifera mas fuerte, aunque yo preferiria no hacerlo.

– ?No! -respondio Elphame-. Los suenos no son malos. Estoy inquieta porque no estoy acostumbrada a la inactividad. Me recuperare en cuanto lleve un horario normal.

– Eso sucedera pronto. Tus heridas curan con una rapidez milagrosa.

– Oh, por favor, no se lo digas a nadie.

– Yo nunca divulgo los secretos de la Sanadora.

– Eso es un alivio. No quiero que la gente empiece otra vez a tratarme como si fuera una diosa en un pedestal.

– Es dificil estar aparte de los demas -dijo Brenna.

En aquella ocasion, Elphame no tuvo problemas para mirarla a los ojos.

– Si. Es dificil.

Caminaron en silencio, ambas perdidas en sus pensamientos. Era una tarde muy bonita. Habia llovido aquella manana, y el bosque estaba mas brillante de lo normal, como si Epona acabara de lavarlo. Iban por las praderas del sur del castillo, y Elphame se quedo impresionada al ver lo mucho que habian adelantado en el trabajo. La maleza y los arboles habian desaparecido, y no habia quedado mas que una hierba bien segada en varios metros a la redonda de las murallas exteriores del castillo. Cuchulainn debia de haber permitido, despues de aquella distancia adecuada, que sobrevivieran algunos arboles llenos de flores rosas, flanqueando la carretera que llevaba al bosque. Elphame sonrio al ver que tambien habia indultado varias zarzamoras. Tenia que acordarse de felicitar a su hermano y a los hombres por haber hecho tan bien el trabajo.

Cuando llegaron a las rocas que habia elegido Brenna, Elphame se sento con cuidado en una de ellas, desde la que tenia una vista excelente del castillo. Brenna se sento tambien, y rebusco en su bolso hasta que saco un cuaderno y varios lapiceros de carboncillo. Despues comenzo a dibujar. Elphame inspiro profundamente para

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