respirar el aire fresco de la primavera. La sal del mar y el olor de los pinos le llenaron los sentidos, y bebio aquellas esencias fuertes mientras miraba su castillo.
– Es precioso, ?verdad? -le pregunto a Brenna con reverencia, despues de un rato.
– Si -dijo la Sanadora distraidamente.
Brenna estaba muy concentrada haciendo volar el lapicero sobre la hoja. Cuando se detuvo, soplo con suavidad por la hoja y entrecerro los ojos criticamente.
– Ya he terminado. Creo que he conseguido poner la cuarta torre en su posicion correcta -dijo.
Entonces le tendio el cuaderno a Elphame para que ella pudiera ver el dibujo.
El Castillo de MacCallan saltaba de aquella pagina. Brenna habia dibujado los poderosos muros exteriores, con la puerta de hierro forjado, que habia sido restaurada, aunque en realidad todavia no la habian instalado. Las banderas que estaban cosiendo las mujeres aparecian ondeando sobre cada una de las cuatro torres, cada una con su yegua encabritada. No habia madera quemada, ni piedras ennegrecidas, ni agujeros en las almenas. El castillo aparecia joven y lleno de vida.
– ?Oh, Brenna! Es perfecto. Es como si hubieras visto lo que yo tenia en la cabeza.
Brenna se sonrojo.
– Me lo describiste muy bien.
Antes de que Brenna pudiera detenerla, Elphame comenzo a pasar las paginas del cuaderno y vio algunos bocetos de partes del castillo, y algunos estudios de pies y manos. Y entonces, estaba Cuchulainn. Pagina tras pagina de Cuchulainn. Elphame se sorprendio. «Bien», penso, «asi son las cosas». Los dibujos de su hermano estaban hechos con ternura, y capturaban varios de sus estados de animo. Elphame se detuvo especialmente en uno en el que Cuchulainn estaba cansado y triste, y parecia mucho mayor de lo que era en realidad.
– Asi es como estaba el dia de mi accidente -dijo Elphame.
– Es… Yo… Solo queria… -Brenna hizo una pausa, trago saliva y comenzo de nuevo-. Tu hermano es un modelo muy interesante. Tiene unos rasgos perfectos, orgullosos, y demuestra muchas emociones distintas.
Elphame no podia apartar la vista de aquel dibujo de su hermano, en el que se apreciaba a la perfeccion el amor y la preocupacion que sentia por ella.
– Lo has dibujado perfectamente. ?Puedo quedarme con este?
Brenna miro a su amiga con atencion. No vio lastima en su semblante, ni tampoco ningun reproche.
– Por supuesto. Puedes quedarte con todos los que quieras.
– Solo con este. Los demas son tuyos.
Elphame sonrio con calidez a Brenna, pensando en lo mucho que se alegraria su madre si la conociera.
El sonido de unos cascos que se acercaban rapidamente las sorprendio a las dos, y como si lo hubieran conjurado al pensar en el, Cuchulainn aparecio frente a ellas. Brenna leyo su expresion al instante.
– ?Un accidente? -le pregunto, bajandose enseguida de la piedra en la que se habia sentado.
– Angus estaba cortando unas maderas nuevas y la sierra se le resbalo. Me temo que tiene una herida muy fea -dijo el, mientras se inclinaba para tenderle la mano. Sin titubeos, Brenna deposito la suya en su palma y el la levanto y la sento en la grupa del caballo. Despues, Cuchulainn miro a su hermana con severidad-. No te muevas de ahi. Volvere pronto a buscarte.
– No tienes por que apresurarte. Me siento bien aqui, alejada de mi cautividad -respondio Elphame.
Cuchulainn fruncio el ceno y despues espoleo al caballo. Brenna y el se alejaron hacia el castillo. El vio que Brenna se agarraba a la cintura de su hermano, y que Cu echaba un brazo hacia atras, con un gesto posesivo, para sujetarla con firmeza contra si.
Si, asi eran las cosas. Cuchulainn y Brenna. Su instinto no habia errado. Se pregunto si alguno de los dos se daba cuenta. Seguramente, todavia no. Pese a toda la experiencia que tenia con las mujeres, Cuchulainn estaba tan poco preparado para el amor como su hermana.
Sin embargo, ?como podia haber estado preparada para Lochlan? ?Habia sido solo una alucinacion? No, no podia ser. Habia pruebas de que el era real. El jabali estaba muerto, y el corte del costado de Elphame habia sido rellenado con musgo. Sin embargo, ?tenia Lochlan de verdad las alas de un Fomorian? Elphame se estremecio y miro hacia el bosque. No habia sentido temor, eso si lo recordaba. ?Por que no?
Porque su presencia habia hecho que se sintiera bien. Ya sabia la respuesta, porque le habia dado muchas vueltas a todo aquello durante los ultimos cinco dias.
– Lochlan -dijo, sin poder evitar pronunciarlo en voz alta.
Una brisa inesperada se llevo su nombre, y Elphame noto que se le ponia el vello de punta. Durante un momento, tuvo la sensacion de que el nombre de Lochlan volaba a su alrededor, antes de que el viento se lo llevara y lo extendiera por el bosque.
Elphame cabeceo.
– El golpe que me di me esta haciendo imaginar cosas extranas.
– ?Y que es lo que estas imaginando, corazon mio?
Elphame se sobresalto y dio un respingo. Miro hacia el bosque con los ojos abiertos como platos.
El hombre alado, como un enorme pajaro, se dejo caer desde la rama de un pino y aterrizo a pocos metros de Elphame. Permanecio dentro de las sombras del bosque, y plego las alas a la espalda. Tenia una sonrisa timida.
– No queria asustarte.
– ?Por Epona, eres real! -balbuceo Elphame, y se sintio como una tonta.
– ?Lo dudabas?
Elphame asintio con vehemencia.
– Constantemente.
Lochlan se echo a reir. Fue un sonido tan alegre que Elphame sonrio, y noto que se relajaba un poco.
– Entiendo tu confusion. Yo tenia la mente clara y no estaba herido, y pese a todo, durante estos cinco dias que han pasado, me ha parecido que nuestro encuentro fue cosa de otro mundo.
– Como un sueno -dijo Elphame.
Lochlan nego con la cabeza.
– No, corazon mio, nuestros suenos son algo unico, diferente a todo lo demas.
Elphame se ruborizo, pero no aparto la vista de sus ojos penetrantes. Lochlan salio de entre los arboles. Aunque tenia las alas bien plegadas contra el cuerpo, se movia con una elegancia que la hipnotizaba. Durante un momento, lo unico que pudo oir, sentir o ver fue a Lochlan. Y entonces, su mente comenzo a trabajar de nuevo y se dio cuenta de algo. ?Y si lo veian? Alzo una mano, y el se detuvo en seco.
– Quiero que me lo expliques todo. Quiero saber quien eres y que esta ocurriendo entre nosotros -dijo Elphame, mirando nerviosamente a su alrededor-. Pero no pueden verte. Ni siquiera le he hablado de ti a Cuchulainn.
Lochlan se quedo decepcionado, pero asintio con tirantez y dio unos pasos atras, de modo que volvio a sumirse en la luz tenue del bosque.
Elphame se sintio azorada y, despues, irritada. Los dias de aburrimiento y frustracion le habian puesto los nervios de punta, y de repente queria recriminarle, decirle que no era mas que un extrano para ella porque acababa de conocerlo. Sin embargo, aquellas palabras falsas no salieron de sus labios. Elphame supo, con una certidumbre aterradora, que estaba viendo su futuro.
Recordo lo que le habia dicho Cuchulainn: «Se que encontraras tu destino en el Castillo de MacCallan. Y se que tu destino esta vinculado al de tu companero…».
Lochlan era aquel companero.
Entonces, recordo el resto de la frase de su hermano: «… pero cuando intento concentrarme en los detalles del hombre, solo veo niebla y confusion».
Por lo menos, ya sabia el motivo por el que la vision de su hermano era incompleta, y no podia evitar pensar que Epona habia sido muy sabia al ocultarle el rostro de Lochlan a Cuchulainn. Si el supiera que su companero iba a ser un demonio Fomorian… Elphame ni siquiera queria pensarlo.
– Esto va a ser muy dificil -dijo.
Lochlan sonrio.
– Mi madre habria dicho que entonces es algo que merece la pena.
El carino con el que menciono a su madre hizo que la irritacion de Elphame desapareciera.
– La querias mucho.