– Entonces, la sorpresa que te hemos preparado te va a gustar mucho.
– ?De que sorpresa estais hablando?
– Ven con nosotros, hermana mia -le dijo Cu misteriosamente. La tomo del brazo y la condujo hacia el interior del castillo.
Por el camino, todos aquellos que se cruzaban con ellos saludaban con alegria a Elphame, y ella respondia con amabilidad. Al llegar al corazon del castillo, se quedo impresionada por los cambios que habian sucedido en solo cinco dias.
El patio habia renacido. La fuente borboteaba alegremente. Alguien habia colocado grandes macetas con helechos del bosque a su alrededor. Habia apliques en las paredes y las columnas, y en ellos, antorchas que iluminaban con fuerza y daban calor, y que le conferian un color dorado al castillo. El suelo estaba impecable, suave y limpio. Los anos solo habian conseguido realzar la belleza de la piedra.
– ?Oh, Cu! ?Los pilares!
Le apreto afectuosamente el brazo a su hermano antes de acercarse a la gran columna central. La habian restaurado amorosamente. La luz danzante de las antorchas acariciaba la talla de la piedra, que formaba nudos intrincados, pajaros, flores y yeguas encabritadas.
Y la piedra canturreaba con una voz resonante y musical, que resonaba en el alma de Elphame. Incluso sin tocarla, notaba su llamada.
Elphame se acerco al pilar, anhelando tener una comunicacion mas intima con la piedra. Entonces, se dio cuenta de que habia docenas de ojos observandola, y recordo que no estaba sola. Apreto los punos. ?En que pensaba? No podia hacer aquella actuacion para el castillo entero.
Entonces oyo el sonido de los cascos de un centauro acercandose por el patio. Danann salio de entre el grupo de trabajadores que se habia congregado alli.
– La piedra te esta llamando. Es un don unico, y no debes titubear a la hora de responder.
Elphame miro nerviosamente a Danann, y despues, al resto de los presentes.
– No -dijo el, y bajo la voz para que solo ella pudiera oirlo-. No fragmentes tu atencion. Solo puedes hacer una cosa. Cuando la piedra habla, tu debes responder. Estas destinada a ser La MacCallan. Tu castillo te ha llamado desde una gran distancia, y desde un gran lapso de tiempo. Ahora debes responder con el alma, ademas de con el cuerpo.
Elphame se humedecio los labios y trago saliva. Aquellas palabras tenian todo el sentido para ella. Estaba vinculada a aquel castillo, a sus muros y a sus suelos y a sus columnas, y a los espiritus de su pasado. Deseaba aquel vinculo, su alma lo anhelaba.
Miro una vez mas a Danann, y el asintio para darle animos.
Elphame se aclaro la mente y poso las manos sobre la columna central. La vieja piedra se hizo liquida bajo sus manos, y comenzo el calor. Aquel calor se intensifico rapidamente y se extendio por sus brazos, por su cuerpo entero, y la rafaga de sensaciones le lleno la mente con un solo grito de alegria.
«?Fe y fidelidad!».
A ella le dio un salto de alegria el corazon al reconocer el lema de los MacCallan, que las piedras del castillo, de su castillo, gritaban con una unica y victoriosa voz. Elphame jadeo de felicidad. Se dio cuenta de que Cuchulainn se habia acercado a ella, y de que Danann habia posado su mano huesuda sobre el brazo del guerrero.
– Tu hermana esta a salvo. Ella obtiene su fuerza de estas piedras.
Elphame oyo la voz del Maestro de la Piedra como si proviniera de un punto muy lejano, pero aquellas palabras se le clavaron en la mente.
?Podia obtener fuerza de aquellas piedras? ?Como era posible?
En cuanto se hubo formulado aquella pregunta, el calor que la habia invadido cambio, se movio, reacciono. Se incremento tanto, que Elphame tuvo la sensacion de que sus manos se hundian en la piedra, que se habia hecho maleable por unos instantes.
La energia lleno su cuerpo, y Elphame bebio la fuerza de la piedra. El dolor de su hombro y de su costado desaparecieron, y la jaqueca que la habia torturado durante dias se evaporo.
Elphame cerro los ojos y respiro profundamente, concentrandose, tal y como Danann le habia ensenado. Se concentro en su conexion con la piedra viviente. «Gracias. No se por que me habeis concedido este don magico, pero gracias».
El espiritu de la columna central del castillo respondio.
«Llevamos mucho tiempo esperando el regreso de El MacCallan y el pulso de la vida entre nuestras murallas. Nos regocijamos porque has venido a reclamar tu derecho de nacimiento. ?Observa lo que es tuyo, Diosa!».
Con una fuerza que casi la asusto, Elphame noto que sus sentidos aumentaban mientras su espiritu se unia al espiritu de la piedra. Hubo un momento de confusion y de vertigo mientras se acostumbraba a su nueva capacidad de percepcion. Despues se hizo una con el castillo. Sus muros se convirtieron en su piel, sus miembros eran las torres y su espina dorsal era aquella columna. Elphame sentia cada rincon, cada espacio del castillo. Eran de tejidos y de sangre, de su sangre. «Esta es mi casa», se dijo, y la amorosa caricia de su pensamiento fluyo hacia los cimientos del Castillo de MacCallan. El hogar ancestral de su clan vivia una vez mas.
Cuchulainn vio que el reino de los espiritus envolvia a su hermana. Por primera vez en su vida, vio a la diosa que habia en ella, y por un momento, tuvo la sensacion de que ante si tenia a una extrana. Sabia que era lo que ella habia deseado siempre, y sabia que deberia sentirse feliz por Elphame, pero le entristecia casi tanto como le impresionaba.
Aparto los ojos de Elphame y observo a la gente y a los centauros que los rodeaban. Muchos de ellos habian unido las manos, y dos mujeres se habian puesto de rodillas. Todos los rostros reflejaban la reverencia y el amor que sentian por su hermana diosa. La seguirian a cualquier parte. «Nosotros», se corrigio, «la seguiriamos a cualquier parte».
En aquel momento, Elphame echo la cabeza hacia atras, y con una voz magnificada por el poder de los espiritus del castillo, grito las palabras que la llenaban.
– ?Fe y fidelidad!
– ?Fe y fidelidad!
Automaticamente, Cuchulainn unio su voz a la de Elphame, y pronuncio el antiguo grito de batalla de los MacCallan, y pronto, todas las voces del castillo se fundieron con las suyas. El grito resono por las murallas de piedra viva, y se extendio mas alla, hacia el mar y el bosque.
– ?Fe y fidelidad!
Capitulo 19
Elphame miro a su alrededor mientras se frotaba las manos, en las que todavia sentia un cosquilleo. Se sentia exultante debido a la comunion con los espiritus de la piedra, y le resultaba imposible estar quieta. Estaba llena de fuerza, de esperanza y alegria, pero miro con cierta inquietud a la gente que la rodeaba. Se preparo para su reaccion ante lo que acababan de presenciar. Si, habian respondido a su grito, y se habian dejado llevar por la magia del momento, pero ?a que precio? ?La verian como la Jefa del Clan y la aceptarian, o comenzarian a rehuirla de nuevo? O, peor todavia, ?intentarian adorarla?
La pequena jefa de mantenimiento, Meara, fue la primera en hablar. En sus mejillas se formaron dos hoyuelos cuando sonrio y le hizo una reverencia a Elphame.
– Yo he supervisado la limpieza de las columnas -dijo, al principio, con la voz vacilante, pero despues supero el nerviosismo y continuo con calma-: Restaure la columna central con mis manos. No puedo comunicarme con los espiritus de la piedra como tu, pero juro que he podido sentir su fuerza, y su bienvenida -explico. Impulsivamente, le tomo la mano a Elphame y se la estrecho-. Tenias razon. Esta es nuestra casa. Las mismas piedras nos dan la bienvenida.
Elphame sintio una fuerte avalancha de emociones, e intento encontrar la voz para responder.
Un joven se acerco a Meara. Le hizo una reverencia a Elphame; era uno de los hombres que la habia puesto sobre el lomo de Brighid la noche de su accidente. Pero antes de que Elphame tuviera ocasion de saludarlo, el se puso de rodillas, la miro a los ojos y comenzo a hablar con la pasion de la juventud.