de las murallas. Apoyo el brazo en la balaustrada y sintio un suave cosquilleo de calor en la piel, cuando el espiritu del castillo reconocio su presencia. El Castillo de MacCallan reflejaba sus sentimientos. Ansiaba vivir de nuevo.
De repente, un movimiento capto su atencion. Elphame vio a una figura saliendo del castillo, y reconocio a Brenna. La pequena Sanadora se quedo inmovil, como si necesitara recuperar el aliento, y despues se apoyo contra la muralla. Con la espalda encorvada, se tapo la cara con las manos. Incluso desde aquella distancia, Elphame se dio cuenta de que los sollozos le agitaban los hombros.
Elphame fruncio el ceno de preocupacion. ?Que le ocurria a Brenna?
Apenas se habia formulado la pregunta cuando sintio un calor intenso en el brazo que tenia apoyado en la balaustrada, y su mente conecto de repente con la piedra del castillo, como habia conectado antes con la columna central. «?Que le ocurre a Brenna?». La pregunta se deslizo por todo el esqueleto del castillo y Elphame jadeo. Vio un reflejo dorado, como un hilo que se estiraba desde su cuerpo a traves de la roca y que llegaba directamente al lugar donde la pequena Sanadora estaba apoyada.
«Desesperanza… Soledad… Anhelos…».
Aquellos retazos de emociones desgarradoras volvieron por el hilo y bombardearon a Elphame. Estaba claro que alguien habia hecho dano a Brenna, y Elphame se puso furiosa al ver como los sollozos agitaban a su amiga. Cuando Elphame habia salido del Gran Salon, Brighid estaba charlando animadamente con la Sanadora. ?Que habia ocurrido? ?Quien le habia hecho tanto dano en tan poco tiempo? ?Por Epona! ?Y donde estaba su hermano cuando alguien estaba hiriendo a Brenna?
La ira de Elphame se transmitio a la piedra, y se puso el hilo dorado de color rojo.
Brenna alzo la cabeza de repente. Dejo de sollozar y se limpio las lagrimas con el dorso de la mano. Entonces, irguio la espalda y comenzo a caminar hacia las tiendas.
Justo cuando desaparecio entre las sombras, un hombre salio del castillo, y Elphame reconocio al instante la figura de su hermano. Cuchulainn se detuvo y miro hacia las espesas sombras que rodeaban el castillo. Entonces, Elphame oyo el eco de la maldicion que profirio al darse cuenta de que las sombras estaban vacias. Cuchulainn volvio a maldecir y se marcho hacia las tiendas.
«No podemos elegir a quien amamos. Seria mas facil que pudieramos, pero no podemos».
Aquella voz espectral estaba a su lado, profunda y un poco ronca, con su acento particular. Elphame dio dos pasos hacia atras, sobresaltada, y tuvo que agarrarse el costado, porque el brusco movimiento le causo dolor.
«Ten cuidado con esa herida, chica. Todavia no te has curado del todo».
– ?La herida no importa! -respondio Elphame-. Me has dado un susto de muerte. Casi me caigo de la torre.
El se rio.
«No queria asustarte, pero tu hermano me ha distraido», dijo el espiritu, y senalo hacia abajo con la barbilla. «Con esa cabeza tan dura, ese chico se va a dar un buen golpe». El espiritu se encogio de hombros. Aquel gesto era tan parecido al de su hermano que a Elphame se le corto la respiracion. «Pero no podemos hacer nada. El amor nos vuelve idiotas a todos. Aunque me preocupa la pequena Sanadora. Si no es capaz de confiar, no podra amar. ?Tu que piensas, muchacha?».
Elphame pestaneo con desconcierto.
«?No sabes responder? No me digas que eres tan borrica como tu hermano».
– Mi hermano no es borrico -dijo ella-. Es obstinado y leal. Y si recuerdo bien la historia que estudie, son rasgos que comparte contigo.
El MacCallan se echo a reir con ganas.
«Si, muchacha, lo recuerdas bien».
Elphame intento relajarse al oir sus carcajadas. El se apoyo contra la balaustrada.
«Pero no has respondido a mi pregunta».
– Eso ya lo se. Recuerda que estas hablando con una Jefa de Clan, y a nosotros no nos gusta que nos hagan preguntas con superioridad.
El viejo espiritu movio la cabeza.
«Tienes razon al recordarmelo, chica. Tu valor es una de las cosas que mas me gustan de ti. Permiteme que reformule la pregunta. Como Jefa de Clan, ?apruebas la union de tu hermano y la Sanadora?».
– Si, creo que harian una buena pareja.
El MacCallan asintio.
«A mi tambien me lo parece. Pero eso no es todo lo que queria preguntarte».
– ?Y que mas quieres saber?
«Quiero saber si crees que el amor puede vivir sin la confianza. Y antes de que te enfades, has de saber que no es una pregunta vana, muchacha. Es una pregunta que todos los Jefes de clan deben hacerse».
Elphame lo miro fijamente. ?Cuanto sabia aquel espiritu? ?Estaba su existencia cenida tan solo al castillo, o tambien a los bosques? ?Sabria lo de Lochlan? Ella se sintio preocupada. Sin embargo, ?que podia hacer si El MacCallan lo sabia? Ya se lo estaba ocultando a su hermano y a su clan. No podia ocultarselo tambien al reino de los espiritus.
– Tengo poca experiencia con el amor, pero me conozco. No creo que pudiera amar a alguien sin confiar en el.
«Esa es una respuesta sabia, muchacha. Y me recuerdas a tu bisabuela. Conserva esa sabiduria. Concede tu amor con tanto cuidado como tu confianza, y seras una lider fuerte, ademas de una companera fiel».
– Pero ?como puedo saberlo? ?Como puedo saber si es sabio confiar cuando el amor, y el deseo, se mezclan? Siempre he sabido juzgar el caracter de la gente, pero mi corazon nunca habia estado involucrado. ?Acaso el corazon no es capaz de complicarlo todo?
«Ah, claro que si. Sin embargo, ?como sabias que tenias que venir a restaurar el Castillo de MacCallan?».
– Tenia el presentimiento de que era lo correcto -dijo ella-. No… Era algo mas que eso. No se me quitaba la idea de la cabeza. Desde que tengo uso de razon me intrigaban las historias del Castillo de MacCallan. Era como si me llamara, hasta que no fui capaz de encontrar la paz en ningun otro sitio.
El MacCallan asintio.
«El amor es muy parecido a eso. Cuando no puedas encontrar la paz si no es a su lado, lo sabras».
– Entonces, ?estas diciendo que debo confiar en mi corazon?
«En tu corazon no, muchacha. No seas tonta. Tu corazon no te guio para que te convirtieras en La MacCallan. Eso estaba en tu sangre, en tu alma. Escucha a tu alma, no a algo tan veleidoso como el corazon».
Elphame suspiro. Realmente, cualquiera hubiera pensado que hablar con el espiritu de un antepasado seria una experiencia esclarecedora. Sin embargo, no era asi. ?Que debia escuchar a su alma y a su sangre? Elphame no tenia ni idea de lo que significaba eso.
«Me agrada que lleves mi regalo», dijo el espiritu, y con su dedo transparente, senalo el broche con el que Elphame se habia sujetado la tunica sobre el pecho.
Ella acaricio el broche ligeramente.
– Para mi es muy importante que me lo dieras -dijo. Entonces, el recuerdo de su muerte le cruzo la mente-. Pero preferiria no haber presenciado tu muerte. Fue… Fue horrible. Se que estas muerto, pero verte morir fue muy duro.
El MacCallan la miro a los ojos.
«Si no es duro, no merece la pena».
Elphame dio un respingo al oir aquello. ?Por que pronunciaba aquel espiritu unas palabras tan parecidas a las que le habia dicho una criatura que, en parte, era Fomorian? Una criatura… Su corazon se rebelo a que su mente lo etiquetara asi.
«Estas cansada, muchacha. Te dejare descansar. Y no pienses que voy a estar espiandote. El castillo y el clan te pertenecen ahora».
– Pero no te vas a ir para siempre, ?no? -le pregunto Elphame, mientras su espectro comenzaba a desvanecerse.
«No, chica. Estare aqui cuando me necesites…».
Lenta y cuidadosamente, Elphame bajo las escaleras de caracol. El MacCallan tenia razon. Estaba exhausta.