Capitulo 17
Elphame se paso la mano temblorosa por los labios y se dirigio apresuradamente desde el borde del bosque a las piedras donde habia estado sentada con Lochlan. Tuvo tiempo para acomodarse en la suya y respirar dos veces profundamente antes de ver a Brighid entre los arboles saludandola de lejos. Elphame le devolvio el saludo con la mano y se obligo a responder. Al mirarla, nadie se daria cuenta de que acababan de besarla, ni siquiera la Cazadora. Sin embargo, aunque una Cazadora no pudiera leer las caras, si sabia leer un rastro…
Elphame se sobresalto. Brighid podria leer el rastro de Lochlan. La expresion alegre de la Cazadora se transformo en un gesto de preocupacion al notar que Elphame estaba muy palida.
– Cuchulainn me ha pedido que viniera a recogerte para llevarte al castillo, porque habias pasado demasiado tiempo fuera y tal vez te hubieras debilitado -dijo-. Por tu aspecto, parece que tenia razon.
– Odio que tenga razon -dijo Elphame, intentando que su tono de voz fuera de despreocupacion.
– Todos odiamos que tenga razon. Vamos, te ayudare a bajar -le dijo, y la sujeto mientras bajaba de la piedra. Despues arqueo una ceja y le pregunto-: ?Necesitas que te lleve hasta el castillo?
– No, estoy bien -dijo Elphame.
– ?Estas segura? Ya sabes que a mi no me importa -dijo Brighid.
– Si, ya lo se. Gracias, Brighid. Te agradezco mucho la oferta, pero creo que estoy agarrotada de no caminar durante tantos dias. Me alegro de que hayas venido a buscarme -le dijo-. Te eche de menos ayer.
– Ayer se nos unieron otros cinco hombres, todos con sus jovenes esposas.
– No lo sabia. Cuchulainn… ?Ese burro que se empena en protegerme excesivamente! Me trata como si yo fuera una maldita invalida.
– Tu hermano es muy molesto -dijo Brighid con una sonrisa-. Creo que, si ya te sientes lo suficientemente bien como para discutir con el es que te estas curando. Brenna se va a poner muy contenta -dijo Brighid.
– Pero no Cu -dijo Elphame con una sonrisa de satisfaccion.
Iban caminando lentamente hacia el castillo, y cuando Brighid se dirigio mas hacia el bosque que hacia el mar, Elphame se alarmo por si encontraba algun rastro de Lochlan. Rapidamente, senalo hacia el acantilado.
– Vamos a caminar cerca del borde. Me gusta ver el mar.
Brighid cambio de direccion, aunque cabeceando.
– No se por que te gusta. A mi me pone nerviosa.
Elphame la miro con sorpresa.
– Pensaba que tu nunca te ponias nerviosa.
La Cazadora resoplo.
– Caerme si. Me pone muy nerviosa. Eso deberias entenderlo bien.
Elphame se estremecio.
– En eso tienes razon. No quisiera repetir la experiencia.
Brighid se quedo en silencio mientras daban unos cuantos pasos mas. Despues, carraspeo y miro a Elphame de reojo.
– Tenia ganas de preguntarte una cosa sobre esa noche, pero pensaba que debia esperar hasta que te recuperaras, o hasta que pudieras pensar con mas claridad. Creo que ya ha llegado ese momento.
– ?Y que es?
Brighid se detuvo y penso durante unos momentos antes de hablar.
– Aquella noche, cuando mataste al jabali, ?habia otra criatura contigo en el barranco?
– ?Otra criatura? ?A que te refieres? -pregunto Elphame, que tuvo que hacer un gran esfuerzo por mantener una expresion de calma.
– No estoy segura. Encontre al jabali con la garganta cortada, muerto en mitad del rio. Y vi por donde te habias caido. Pero tambien vi otras cosas. Vi huellas que no reconocia muy cerca de ti.
– ?Otras huellas? No lo entiendo -dijo Elphame, con el estomago encogido. A ella no le gustaba mentir, y hasta el accidente no tenia ninguna practica. Le dolia mentirles a sus amigos.
– Yo tampoco lo entiendo. Es evidente que estaba oscuro y que la lluvia ya habia empezado a borrar las huellas, pero estoy segura de que lo que vi no era normal. Eran las huellas de un animal que nunca habia visto antes -explico Brighid, mirando a Elphame con preocupacion-. Y he visto huellas similares en el bosque que rodea el Castillo de MacCallan.
Elphame intento contener el panico que sentia, y con la mayor despreocupacion posible, dijo:
– ?Y no podia ser un oso grande? Ya sabes que en estos bosques no ha cazado nadie durante un siglo. Debe de haber muchos animales salvajes.
Brighid suspiro.
– Podria ser, pero las huellas no eran de un oso. Es una criatura bipeda. Se que parece descabellado, pero me pregunto si han vuelto los dragones a Partholon.
Elphame no tuvo que fingir la sorpresa. Los dragones eran el tema principal de los cuentos infantiles y de las baladas, lo habian sido durante siglos. Si habian existido de veras, fue mucho tiempo antes.
– Ahora pensaras que tengo alucinaciones -dijo Brighid.
– ?No! No dudo de tu palabra. Tal vez haya dragones en este bosque.
Elphame miro a Brighid y sonrio.
– No se lo digas a Cuchulainn. Se empenara en lanzar una partida de busqueda de dragones.
Brighid se echo a reir.
– Brighid, me tranquilizaria que me prometieras una cosa.
La Cazadora arqueo las cejas.
– Sea lo que sea esa criatura, no vayas tras ella. Dejala. Por lo menos, hasta que estemos mas instalados y puedas llevarte unos cuantos ayudantes.
Elphame penso que aquellas palabras la convertian en una traidora, para Lochlan como para su amiga, pero no sabia que otra cosa podia decir.
Brighid se encogio de hombros.
– Como desees, Elphame. Ya tengo suficiente trabajo cazando para proveer de comida a toda esta horda.
Siguieron caminando en silencio, y ambas iban pensando en las huellas de garras que habia en el bosque.
Capitulo 18
– ?El! ?Por aqui!
Cuchulainn les hizo senas con el brazo en alto a la Cazadora y a Elphame, para que se reunieran con el junto a la entrada del castillo.
Elphame estaba disgustada porque un paseo tan corto la hubiera fatigado tanto, pero irguio los hombros con cuidado y sonrio.
Mientras Brighid y ella se acercaban a su hermano, Brenna salio del castillo, limpiandose las manos en el delantal manchado de sangre.
– ?Que tal esta la mano del trabajador? Espero que la herida no fuera grave -le pregunto Elphame a la Sanadora.
– Va a recuperarse, pero espero que ya no vuelva a sentir ganas de saludar a alguna muchacha atractiva mientras esta cortando madera -dijo Brenna.
Despues miro a Elphame con los ojos entornados, y se dio cuenta de que estaba muy palida. Pese a sus protestas, le levanto la camisa para comprobar el estado del vendaje de su costado.
– ?Esta bien? -pregunto Cuchulainn, mirando por encima del hombro de Brenna-. ?Mando traer una camilla?
– ?No, no necesito ninguna camilla! -exclamo Elphame con enfado-. Lo que necesito es tomar un bano, comer algo y descansar en privado.
Brenna sonrio.