sobre el hombro herido de Elphame.
– ?Todavia te duele?
– ?El que? -ella estaba tan cerca de el que sentia su calor.
– El hombro.
El contacto con Lochlan la habia afectado profundamente. El se daba cuenta, porque ella habia separado inconscientemente los labios y tenia los ojos brillantes y humedos. El hecho de poder afectarla tanto con solo un roce hizo que el sonriera, y dejo a la vista sus incisivos, muy blancos y afilados.
Elphame aparto la vista rapidamente, pero Lochlan le puso un dedo bajo la barbilla e hizo que lo mirara a los ojos.
– Son solo dientes.
– ?Deja de leerme el pensamiento!
– Ya te he dicho que no puedo hacerlo.
– Entonces deja de leer la expresion de mi cara.
– No puedo evitarlo. Tienes una cara muy bonita, muy expresiva.
Cuando el volvio a sonreir, ella no aparto los ojos.
Tenia los colmillos distintos, largos y peligrosos. Elphame empezo a recordar fragmentos de los libros de historia que habia en la biblioteca de su madre. Los Fomorians eran demonios y estaban sedientos de sangre, sobre todo durante el apareamiento. Se alimentaban de la sangre de las demas criaturas y atacaban a los humanos.
– ?Tu… te alimentas de la sangre de los demas?
Lochlan pestaneo con sorpresa.
– No. No me alimento de la sangre de los demas. Me gusta la comida cocinada. Y muerta.
– Entonces, ?por que?
– ?Que por que tengo asi los colmillos?
Elphame asintio.
– Es parte de mi herencia, Elphame. Soy lo suficientemente humano como para no alimentarme de sangre de los demas, pero soy lo suficientemente Fomorian como para poseer los vestigios de su sed de sangre.
– He leido que los Fomorians beben sangre unos de los otros.
Lochlan suspiro.
– Eso es cierto. Un Fomorian desea probar la sangre de su pareja, como ella desea la de el. El intercambio de sangre es parte del vinculo que forman juntos. ?Te parece algo horrible?
Ella miro su boca, sus labios, y las lineas fuertes de su mandibula.
– No lo se -susurro. Despues, su mirada viajo hasta sus ojos grises. ?Como seria besarlo?
«Preguntaselo». Aquel pensamiento le cruzo la mente. «Preguntaselo».
Y para su sorpresa, lo hizo.
– Si me besaras, ?me cortarias los labios con los colmillos?
– No, no te cortaria -respondio el suavemente.
El la hipnotizaba. Elphame sentia los latidos del corazon en los oidos.
– Has dicho que todavia tienes vestigios de la sed de sangre. ?Quieres probar mi sangre?
A traves de sus manos, que en algun momento se habian quedado unidas, ella sintio el temblor que atraveso el cuerpo de Lochlan, como si fuera una respuesta instantanea a su pregunta.
– Hay muchas cosas que deseo de ti -dijo el-, pero no tomare nada que tu no desees dar.
– Yo… Yo no se lo que quiero. Nunca me han besado -balbuceo.
– Lo se.
Los ojos de Lochlan pasaron de ser grises a ser tormentosos.
– Creo que te estaba esperando -murmuro Elphame.
– Como yo te he estado esperando a ti -susurro el.
«Ve despacio… no la presiones», le ordeno la parte racional de su mente. «Es muy joven… No tiene experiencia… Se asustara con facilidad».
Pero tenia que probarla.
Lentamente, dandole tiempo para que ella pudiera apartarse si queria, Lochlan se inclino hacia ella y la beso.
Fue muy diferente a cualquier cosa que Elphame hubiera imaginado. Ella creia que besar seria algo embarazoso, por lo menos al principio. Habia sido una ingenua. Los labios de Lochlan eran calidos y firmes, y tambien seductores. Sus bocas encajaron a la perfeccion, y cuando sus lenguas se encontraron, a ella se le detuvo el pensamiento. Su cuerpo tomo las riendas. Elphame cerro los ojos y se empapo de el. Lochlan era el bosque, salvaje, bello e indomito. Y la atraia. El metio una mano entre su pelo, y con la otra la cino contra si. Elphame se lo permitio, se estrecho contra su cuerpo. Automaticamente, le rodeo el cuello con los brazos.
Incluso perdida en aquel beso, se dio cuenta de que algo le rozaba los antebrazos, y la novedad de aquella sensacion hizo que abriera los ojos y separara los labios de los de el.
Sus alas habian empezado a desplegarse y a extenderse sobre el. Ella miro desde sus alas erectas a su rostro. El tenia la respiracion muy profunda, y sus ojos grises se habian oscurecido de deseo.
– Mi pasion se refleja en ellas -le explico a Elphame-. No puedo controlarlas. Y menos cuando tu estas tan cerca, y te deseo tanto.
– Parece como si no fueran parte de ti.
– Son una parte oscura de mi, una parte contra la que tengo que luchar.
Ella volvio a mirarle las alas. Estaban extendidas por encima de ellos, como si el se la fuera a llevar por los aires. Elphame penso que la parte inferior era del color de la luna.
– Son muy bonitas -susurro.
Lochlan aparto la cabeza hacia atras como si lo hubiera abofeteado.
– No lo digas ni siquiera en broma.
– ?Y por que iba a bromear? -pregunto ella, y lamento ver el dolor que habia aparecido en sus ojos-. ?Puedo tocarlas?
El no podia hablar. Asintio lentamente.
Ella no vacilo. Alzo una mano y toco la parte del ala que estaba extendida sobre el hombro izquierdo de Lochlan.
– Oh -susurro-. Son suaves. Pensaba que lo serian.
Entonces, abrio la mano y paso la palma, delicadamente, sobre la superficie esponjosa. Las alas temblaron bajo su caricia, y se expandieron, mientras Lochlan exhalaba el aire de los pulmones con un gemido.
Elphame aparto la mano al instante.
– ?Te he hecho dano?
El cerro los ojos.
– ?No! -exclamo-. No pares. No dejes de acariciarme.
El deseo puro que ella percibio en su voz la intrigo mucho, tanto como su cuerpo exotico. Elphame no queria dejar de acariciarlo, y volvio a alzar la mano hacia la suavidad del ala. Sin embargo, antes de que pudiera tocarlo, el atrapo su mano. Ella lo miro con desconcierto.
– Se acerca alguien -dijo el; ladeo la cabeza y anadio rapidamente-: Es la Cazadora.
– ?Tienes que irte! No puede verte.
– Tengo que estar contigo de nuevo. Pronto -dijo Lochlan con un deje de frustracion.
– Yo encontrare la manera. Por favor, vete. La Cazadora pensaria que me estas atacando -le suplico Elphame.
– Llamame, corazon mio. Nunca estare lejos de ti.
Lochlan se inclino y la beso una vez mas, con una desesperacion que rayaba en la violencia. Sin embargo, Elphame no se estremecio, ni se aparto de el. Respondio a su pasion con su propia fuerza inhumana.
El se separo de ella y, con un quejido, se adentro en el bosque. No volvio la cabeza para mirarla. No podia.