descansillo.

– ?Te acuerdas de la torre que tenia que terminar de dibujar hoy? ?La que habian acabado los trabajadores? -pregunto Brenna.

Elphame asintio.

– Es esta. Tu torre ya esta restaurada.

– Todos queriamos acabar la Torre de la Jefa del Clan en primer lugar -le dijo Cuchulainn.

– Todavia esta muy desnuda, pero un dia tu la llenaras de libros y de tus cosas. La haras tuya -dijo su hermano.

– Yo… -Elphame tuvo que carraspear-. Estoy impaciente por verla.

Brenna la tomo de la muneca. Por un momento dejo de ser su amiga y se convirtio de nuevo en la Sanadora.

– No creo que sea buena idea. Se que te he jurado lealtad, pero en lo referente a tu salud, estoy por encima de ti. Ahora, lo que necesita tu cuerpo es descanso y comida, no el ejercicio que supondria subir todas esas escaleras.

Antes de que Elphame pudiera protestar, Cu le dijo:

– La torre lleva aqui mas de cien anos. Puede esperar una noche mas.

– Ademas, creia que querias darte un bano -dijo Brenna.

A Elphame se le ilumino la mirada.

– Si puedes conseguir que suban aqui una banera, te prometo que me olvidare de la torre, por lo menos hasta manana.

– ?Una banera? -repitio Brighid, y se echo a reir-. Creo que tenemos algo mejor para La MacCallan.

La Cazadora asintio para senalar hacia la pared de la chimenea.

– Esta es mi parte favorita. Sigueme -dijo. Entonces guio a Elphame hacia un hueco disimulado que habia en la pared, al otro extremo de la chimenea.

Elphame observo a la Cazadora, que desaparecio en el hueco. Su voz llego a la habitacion desde el interior, extranamente amortiguada por los gruesos muros de piedra.

– Ten cuidado. Hay mucho espacio, pero esta un poco humedo y los cascos resbalan.

Elphame entro en aquel hueco y pestaneo. No era una habitacion. Habia unas escaleras muy amplias que se formaban a sus pies, y estaban iluminadas con antorchas que ardian en los apliques de las paredes. Vio que Brighid desaparecia a medida que la escalera descendia y giraba suavemente hacia la izquierda.

– Continua -le dijo Cuchulainn-. Te va a encantar.

Elphame comenzo a bajar suavemente las escaleras, y termino en una estancia pequena, como una caverna. La Cazadora estaba junto a una profunda piscina de la que emergian volutas de vapor. El aire era muy calido. Elphame se dio cuenta de que habia una pequena cascada que alimentaba la piscina, que al otro extremo desaguaba lentamente a traves de un hueco de la pared. Habia braseros que contenian piedras redondas y suaves, que iban a reemplazar las que ya debian de estar en el fondo de la piscina calentando el agua.

– Los jabones y los aceites son un regalo de las mujeres -dijo Brighid-. Cada una hemos traido nuestro jabon favorito -anadio. Yo te he traido jabon de roca.

– Y yo te he traido un aceite de camomila que es calmante -dijo Brenna-. Asegurate de ponerte un poco en el costado. Y no te quedes demasiado tiempo en el bano.

– Te lo prometo -dijo Elphame.

– Yo no te he traido jabon ni perfumes -intervino Cuchulainn-, pero he convencido a la duena de la posada para que te regalara esas toallas.

– Son perfectas -susurro Elphame.

– No -dijo Brighid-. Sera perfecto cuando te hayamos dejado sola y puedas banarte sin publico.

Brenna fruncio el ceno, pero no protesto cuando Brighid la tomo de los hombros y la empujo suavemente hacia la salida. Despues, miro a Cuchulainn.

– Tu hermana sabe banarse sola.

El refunfuno, pero salio del bano.

– Gracias, Brighid -dijo Elphame-. Eres una buena amiga.

– Cualquier cosa por La MacCallan -dijo la Cazadora, y le guino un ojo. Comenzo a subir las escaleras, pero se giro y miro a Elphame-. Se me olvidaba. Estamos organizando una cena especial para esta noche, en honor a tu recuperacion. He cazado algo especial para comer. Pero tomate tu tiempo, porque Wynne me ha prometido que te va a guardar un plato caliente.

– ?Lo has cazado solo para mi? ?Que es?

– Jabali.

Elphame, ignorando el dolor que le palpitaba en la sien, echo la cabeza hacia atras y solto una carcajada.

Capitulo 20

Elphame se puso una mano sobre el costado y respiro profundamente. Como siempre, Brenna tenia razon. Subir aquellas escaleras empinadas y retorcidas requeria un esfuerzo demasiado grande para aquella noche, pero no habia podido resistir la tentacion de subir a la famosa Torre de la Jefa del Clan. Su torre. La verdad era que, aparte de la falta de aliento y de los dolores, se sentia muy bien. Cansada, si, y tal vez un poco llena debido a la cena, pero maravillosamente.

Se habia dado un buen bano y habia comido jabali asado con todos los demas, en mesas largas y anchas, grandes para acomodar a centauros y humanos, en el Gran Salon. Todavia no habia cristales en las ventanas, y las paredes seguian ennegrecidas por el humo del fuego, y no habian colgado tapices para adornar la estancia, pero la atmosfera de camaraderia era palpable. Brenna y Brighid se habian sentado a un lado de Elphame, y Cuchulainn y Danann al otro. Rodeada por ellos, y con su clan charlando ruidosamente a su alrededor, le habia resultado facil olvidar los dolores de su cuerpo… al contrario que a Lochlan.

Si miraba al vacio de vez en cuando y perdia el hilo de la conversacion, nadie le dio importancia. La MacCallan estaba fuerte y se estaba curando, y acababa de superar unas graves heridas. Nunca habrian imaginado adonde vagaban sus pensamientos.

Despues de la cena, Brenna se empeno en que se retirara a su habitacion a descansar, y ella obedecio, entre saludos y buenos deseos de todo el mundo. Sin embargo, aunque su dormitorio fuera muy comodo y ella estuviera muy cansada, Elphame no habria podido conciliar el sueno, asi que decidio subir a la torre.

Antes de que la escalera terminara, sintio la caricia de la brisa nocturna y el olor de la madera recien cortada con la que habian arreglado el tejado. Olia a bosque, al bosque en el que vigilaba y esperaba su amante. Inhalo profundamente, y al instante percibio una esencia que le recordo a Lochlan.

Emergio a la Torre de la Jefa del Clan desde el suelo, y se dio cuenta de que era mas grande de lo que parecia desde abajo. Era perfectamente redonda, y las ventanas eran hendiduras de suelo a techo, espaciadas ritmicamente alrededor de la circunferencia. En las paredes habia antorchas, y una gran chimenea, pero ninguna de ellas estaba encendida. La luna creciente proporcionaba una luz palida y debil a la torre, y Elphame giro lentamente para acostumbrar la vision a la penumbra. Una de las ventanas era mas amplia que las demas, y se acerco a ella.

Entonces, se dio cuenta de que no era una ventana, sino que daba a un pequeno balcon. Elphame salio y absorbio la vista. Aquel balcon estaba orientado hacia el este, hacia el bosque. Desde aquel punto observo el interminable mar de pinos, cuyas ramas se movian al viento. Las sombras aumentaban y disminuian bajo sus ojos, y Elphame los entrecerro. ?Era aquello la forma de un ala que se mecia con la brisa?

Imposible.

Suspiro, y deslizo la vista por el castillo, bajo ella. A traves de los agujeros del tejado que todavia no se habian reparado se filtraba la musica y la luz. Sin embargo, Elphame se dio cuenta de que su clan ya habia empezado a retirarse. Algunos grupos de gente y centauros salian del castillo y se dirigian hacia las tiendas. Cuchulainn le habia dicho que en dos ciclos mas de luna ya habrian arreglado habitaciones suficientes como para que todos pudieran dormir dentro del castillo. Aquello agradaba a Elphame. Queria que su gente estuviera dentro

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