apariencia de estar sumido en un total desinteres -mirando por la ventana o entreteniendose con un libro-, Darcy tuvo cuidado de mantenerse a una distancia que le permitiera escuchar a Elizabeth. Pero su subterfugio no tuvo mucho exito, pues una vez la senora Bennet adquirio el control de la conversacion, ya no lo solto. Ahora disertaba sobre las atenciones que Jane habia recibido de un caballero de Londres, cuando tenia solo quince anos.

– Le escribio unos versos y bien bonitos que eran -concluyo con pomposidad.

– Y asi termino su amor -se apresuro a intervenir Elizabeth. Darcy se detuvo y la miro con curiosidad-. Creo que ha habido muchos que lograron combatirlo de la misma forma -siguio diciendo con voz contenida-. ?Me pregunto quien seria el primero en descubrir la eficacia de la poesia para acabar con el amor!

– ?Acabar con el amor, senorita Elizabeth? ?Curioso! ?Tenia entendido que la poesia era el alimento del amor, no su verdugo! -Elizabeth levanto la cabeza al oir la replica de Darcy y el vio con complacencia la chispa que devolvieron a sus ojos esas palabras de desafio.

– Puede ser el alimento de un gran amor, solido y fuerte -contesto ella-. Todo nutre a lo que ya es fuerte de por si. Pero si solo se trata de una inclinacion ligera, sin ninguna base, estoy convencida de que un buen soneto acabaria matandola de hambre.

Darcy no pudo evitar la sonrisa que se dibujo en su rostro a manera de respuesta, aunque todo el salon los estuviese mirando. Hubo unos instantes de silencio. Luego la senora Bennet volvio a agradecer las delicadas atenciones que Netherfield le habia prodigado a la pobrecita Jane y se levanto para marcharse. Darcy la observo con cierta inquietud, peguntandose nuevamente que habria decidido sobre el cuidado de Jane.

– Senor Bingley -dijo la hija mas bulliciosa-, usted nos prometio dar un baile en Netherfield, ?recuerda? ?Todo el mundo lo esta esperando! Seria vergonzoso que no cumpliera su palabra.

– Le aseguro que estoy perfectamente dispuesto a mantener mi compromiso -respondio Bingley para desgracia de Darcy-. En cuanto su hermana se reponga, usted misma, si le apetece, podra senalar la fecha. Pero no me gustaria celebrar un baile mientras su hermana se encuentra enferma.

– Algunos de nosotros no querriamos bailar ni cuando ella esta enferma ni cuando esta bien -le susurro Darcy a Bingley, mientras Lydia Bennet quedaba encantada por la gentileza de su amigo. Charles le lanzo una mirada tranquilizadora, que Darcy recibio con resignacion. La ultima cosa que queria era participar en un evento social de la magnitud de un baile, ya fuera en el campo o en la ciudad. Su paz se veria totalmente interrumpida por la agitacion de los preparativos, por no mencionar la espantosa perspectiva de tener que cumplir sus deberes sociales con las damas de Hertfordshire, durante la propia velada. Su unico consuelo, que repentinamente le parecio muy atractivo, seria la oportunidad que le brindaria para reclamar el baile que le fue negado en casa de sir William.

La senora Bennet cacareo como una gallina clueca llamando a sus pollitos y organizo a sus hijas en una fila, mientras presentaba sus respetos a los Bingley y a Darcy. El inclino la cabeza en respuesta a su saludo, pero al levantarse solo alcanzo a ver la parte posterior del sombrero de la senora, mientras se apresuraba a hacer pasar a todas las muchachas por la puerta. El deseo de saber si Elizabeth se iba a quedar pudo mas que la cautela en Darcy. Avanzo entonces hasta la entrada, justo a tiempo para ver como Elizabeth besaba timidamente a su madre en la mejilla, la dama daba media vuelta lanzandole una ultima advertencia y la puerta se cerraba tras ella.

Elizabeth se quedo totalmente inmovil bajo la luz del vestibulo, mirando como desaparecian su madre y sus hermanas. Darcy no pudo adivinar que emociones estaba experimentando en ese momento, pues la muchacha estaba mirando para otro lado, pero la manera lenta y decidida en que echo hacia atras los hombros le indico que su deliciosa antagonista no se iba a marchar de Netherfield ni abandonaria su pequeno combate verbal. Cuando la muchacha dio media vuelta y se dirigio lentamente hacia las escaleras, Darcy regreso al comedor pequeno y cerro la puerta. Sus reflexiones sobre los acontecimientos de la manana le tenian tan absorto que los maliciosos comentarios de la senorita Bingley sobre el molesto comportamiento de sus visitantes le pasaron totalmente inadvertidos.

11 de noviembre de 1811

Netherfield Hall

Meryton, Hertfordshire

Mi muy querida Georgiana:

Con gran placer recibi tu carta del… y la relei tantas veces que habria sido capaz de recitarla de memoria cada vez que queria asegurarme de que habias recuperado la alegria. Como me hiciste el honor de escribirme sobre eso con tanto detalle, quisiera responderte de la misma manera y te confieso que estaba muy preocupado por ti desde que regresamos de Ramsgate, hace ya varios meses. Agradezco a Dios que hayas reconocido los peligros de la melancolia en que te habias sumido y que ya no sufras sus embates. Dices que eso te ha hecho adquirir mas fortaleza de animo y me gustaria saber mas detalles, pero solo puedo decir que lamento las circunstancias que precipitaron esa terrible leccion que te ha dado la vida y el hecho de que hayas estado tan decaida durante los ultimos meses. Porque la culpa nunca fue tuya. Si hay que culpar a alguien de lo sucedido el verano pasado, el mayor peso de la culpa debe recaer sobre mi. No protestes, querida, porque es verdad, tal como te dije antes. Yo tenia que haber sido mas cuidadoso. El dolor que te causo mi negligencia es un peso terrible para mi corazon.

?Recuerdas -?aunque sucedio hace muchos anos!- cuando eras muy pequena y yo tenia la peregrina idea de que saltarte encima cuando estabas descuidada era muy divertido? Despues de ignorar todas las advertencias de nuestro querido padre para que yo dejara de cometer esa injusticia, recordaras que el decidio, con gran pesar, darme una pequena paliza con su baston. Pero lo que realmente destrozo mi orgulloso corazon de nino fueron las lagrimas que derramaste por los azotes que tanto merecia. Y asi ha sido siempre, hasta el dia de hoy. (Interrumpo aqui un momento para cumplir con una peticion de la senorita Caroline Bingley, en cuya compania estoy tratando de escribir esta carta. Es su mayor anhelo que te envie sus recuerdos y te transmita sus deseos de volverte a ver. De esta manera cumplo con mi deber y tu sabras recibir su carino como consideres).

Continuo: es un gran alivio para mi conciencia saber que he hecho bien al enviarte a la senora Annesley y recibo tus tranquilizadores comentarios con un corazon lleno de gratitud por la bondad de Dios. Ella parecia una mujer muy valiosa y llego a mi con las mejores referencias que haya visto. El hecho de que su influencia haya desempenado un papel esencial en tu recuperacion y haya estimulado la madurez de tu espiritu solo reafirma mi aprecio por ella. Debe de tratarse, ciertamente, de una persona especial y ansio tener la oportunidad de conocerla mejor, cuando me reuna contigo en Pemberley para Navidad.

(Te ruego disculpes el caracter un tanto inconexo de esta carta. La senorita Bingley ha vuelto a importunarme con elogios. Baste decir que a ella le parece perfecto todo lo que hacemos los Darcy).

La senorita Bingley no es la unica persona presente mientras escribo. Charles, desde luego, esta aqui, asi como su otra hermana, la senora Hurst, y su marido. Otras dos personas forman parte de nuestro pequeno grupo provisionalmente: la senorita Jane Bennet y su hermana, la senorita Elizabeth. La senorita Bennet vino a cenar con las hermanas de Charles hace varias noches, pero cayo muy enferma. Su hermana, la senorita Elizabeth, vino a cuidarla hasta que ella este lo suficientemente recuperada como para regresar a su casa.

Por favor, te ruego que vuelvas a excusarme, pues retomo nuevamente esta carta tras otra interrupcion. Muy en contra de mi voluntad, fui involucrado en una discusion con Charles y la senorita Elizabeth. No te relatare los detalles, pero me temo que si tu hubieses estado presente, me habrias reprendido con dulzura por mi carencia extrema de habilidad social. Mis profesores de filosofia de la universidad, por otro lado, se habrian sentido bastante orgullosos de mi actuacion. Como bien sabes, Charles ha sufrido con frecuencia la fuerza de mi logica y soporta, con su bondad natural, que yo haga pedazos sus opiniones erroneas, sin que eso tenga efectos posteriores sobre nuestra amistad. Pero, en este caso, el contaba con un inesperado defensor, la senorita Elizabeth Bennet que te mencione, que entro a la lid armada con el escudo de la sensibilidad, contra el cual la lanza de la logica siempre es considerada como un arma grosera y poco digna. No obstante, empunando la logica con seguridad, me lance al ataque, pero rapidamente vi como se hacia anicos contra esa defensa incontestable. Ahora debo descubrir la forma de recuperar la buena opinion de la senorita Elizabeth. Un asunto sencillo para la mayor parte de los de mi sexo, pero un nudo gordiano para mi. Me temo que ella me esta viendo en este momento como una persona insensible y prosaica, y me ha despachado con la recomendacion de que «sera mejor que termine su carta». Consejo que he seguido inmediatamente, pues hasta la logica acepta su sabiduria.

Terminare con informacion sobre la forma en que Charles se ha establecido entre la aristocracia local y lo complacido que esta con su posicion. Netherfield es una hermosa propiedad, que respondera bien a sus primeros

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