estaban destinadas a comprometer a papa Reynolds: una diabolica tecnica difamatoria.

Llegaron a Central Avenue Strip, tranquilo bajo la luz del dia, un bloque de fachadas llamativas: el Taj Mahal, palmeras con adornos navidenos, notas musicales con lentejuelas, rayas de cebra y un gran negro de yeso con ojos rojos y brillantes. Ningun club parecia estar abierto: los porteros y los empleados del aparcamiento, que barrian colillas y astillas de vidrio, eran las unicas personas que habia en la calle. Mal aparco y se dirigio hacia la izquierda; Buzz tomo hacia la derecha.

Hablo con los porteros, interrogo a los empleados del aparcamiento, dio toda la pasta que no habia metido en la garganta de Terry Lux. Tres de los negros lo miraron boquiabiertos, dos no habian visto a Coleman, el saxo alto, desde hacia un par de semanas, un payaso con guerrera roja de almirante le dijo que segun los rumores Healy actuaba en un club privado de Watts donde contrataban a blancos que tuvieran ritmo y mantuvieran las blancas zarpas lejos de las mujeres de color. Buzz cruzo la calle y continuo los interrogatorios acercandose a su companero; tres boquiabiertos mas y Mal avanzo trotando.

– Un tipo vio a Coleman en el club Bido Lito's la semana pasada -informo Mal-. Dijo que estaba hablando con un vejete judio medio muerto. Dijo que le parecia uno de esos viejos fanaticos de jazz del hogar de reposo de la Setenta y Ocho y Normandie.

– ?Lesnick?-dijo Buzz.

– Hemos pensado lo mismo, muchacho.

– Deja de llamarme muchacho, me pone nervioso. Jefe, lei un informe de la Fiscalia en la casa de Ellis. La hija de Lesnick dijo que papa estaba pensando en ir a estirar la pata en un hogar de reposo. Habia una lista, pero no pude hacerme con ella.

– Veamos ese lugar de Normandie. ?Tienes algo?

– Tal vez Coleman este tocando en un club privado de Watts.

– Demonios, trabaje en la Setenta y Siete hace anos, y habia muchos lugares asi. ?Ningun otro detalle?

– No.

– Vamos. En marcha.

Pronto llegaron al hogar de ancianos Estrella de David. Mal se habia saltado semaforos en ambar, superando el limite de velocidad en treinta kilometros por hora. Era un edificio bajo de estuco, parecia una prision preventiva para personas que esperaban la muerte. Mal aparco y se dirigio a recepcion, Buzz encontro una cabina telefonica fuera y busco «Residencias» en las Paginas Amarillas.

Habia treinta y cuatro residencias en el Southside. Buzz arranco las paginas; vio a Mal de pie junto al coche y avanzo hacia el meneando la cabeza.

– Treinta y cuatro residencias en la zona. Un largo dia.

– Nada adentro -suspiro Mal-. No hay ningun Lesnick registrado, nadie con cancer pulmonar. Ningun Coleman.

– Probemos suerte con los hoteles y los camellos. Si no da resultado, conseguiremos monedas y empezaremos a llamar a las residencias. Creo que Lesnick es un fugitivo. Si era el quien estaba con Coleman, algo tendra que ver con el caso, y no usaria su propio nombre para registrarse.

Mal tamborileo en el capo del coche.

– Buzz, Claire confecciono esa lista de hoteles. Minear dijo que ella y Loftis habian tratado de encontrar a Coleman. Si ya han intentado…

– Eso no significa nada. Han visto a Coleman por aqui esta semana. Podria estar deambulando de un lado a otro, pero siempre cerca de la musica. Algo pasa con el y la musica, pues nadie lo creia capaz de tocar un instrumento y la gente de aqui afirma que es un buen saxo alto. Veamos algunos hoteles y proveedores de heroina mientras haya luz. Cuando oscurezca visitaremos los clubes.

– Vamos.

El Tevere Hotel en la Ochenta y Cuatro y Beach: ningun residente blanco. El Galleon Hotel en Noventa y Uno y Bekin: el unico blanco era un borrachin de ciento cincuenta kilos apretujado en una habitacion simple con su esposa negra y sus cuatro hijos. Al regresar al coche, Buzz examino las dos listas y cogio el brazo de Mal.

– Vaya.

– ?Que?

– Algo concuerda. Purple Eagle Hotel, Noventa y Seis y Central, en la lista de Claire. Roland Navarette, Cuarto 402 del Purple Eagle en la lista de Lux.

– Has tardado un poco, ?no?

– La tinta esta borrosa.

Mal le dio las llaves.

– Conduce tu, yo vere que mas has pasado por alto.

Se dirigieron al sudeste. Buzz no dejaba de manipular el cambio de marchas, Mal estudio las dos listas y dijo:

– La unica coincidencia. ?Sabes que estoy pensando?

– ?Que?

– Lux conoce a Loftis y De Haven, y Loftis le conseguia heroina a Claire. Tal vez tambien tenian acceso a los proveedores de Lux.

Buzz localizo el Purple Eagle, un edificio gris de seis pisos con adornos cromados de capo soldados sobre un raido toldo rojo.

– Podria ser -comento, y aparco en doble fila. Mal bajo y entro casi a la carrera.

Buzz lo alcanzo en recepcion. Mal interrogaba al empleado, un negro escualido con los punos abrochados en un vestibulo sofocante. Mascullaba «Si senor, si senor» mirando a Mal, una mano bajo el mostrador.

– Roland Navarette -dijo Mal-. ?Esta todavia en el 402?

El adicto dijo «No senor, no senor» sin dejar de mover la mano, Buzz dio la vuelta y le sujeto la muneca justo cuando estaba cogiendo un paquete de droga. Le abrio los dedos. «Si senor, si senor», dijo el adicto.

– Un hombre blanco, casi treinta anos, tal vez barba -espeto Buzz-. Musico de jazz. ?Le compra droga a Navarette?

– No senor, no senor, no senor.

– Muchacho, di la verdad o te rompo la mano con que te inyectas y te llevo a meditar a la Siete-Siete.

– Si senor, si senor, si senor.

Buzz lo solto y puso el paquete sobre el mostrador. El empleado se froto los dedos.

– Un hombre y una mujer blancos preguntaron lo mismo hace veinte minutos. Les dije lo mismo que a ustedes: Roland se reformo, esta limpio, no vende heroina.

Los ojos del empleado volaron hacia un telefono, Buzz lo arranco y lo tiro al suelo. Mal corrio hacia la escalera.

Buzz lo siguio resoplando, y lo alcanzo en el rellano del cuarto. Mal estaba en medio de un pasillo nauseabundo, arma en mano, senalando una puerta. Buzz recupero el aliento, desenfundo el revolver y se acerco.

Mal conto hasta tres y derribaron la puerta. Un negro en ropa interior sucia estaba en el piso clavandose una aguja en el brazo, empujando el embolo, indiferente al ruido y a los dos blancos que lo encanonaban. Mal le pateo las piernas y le saco la aguja del brazo. Buzz descubrio un billete de cien bajo una jeringa que habia en el tocador y comprendio que Claire y Loftis acababan de comprar una buena pista.

Mal abofeteo al heroinomano, tratando de bajarlo de la novena nube. Buzz sabia que era inutil. Arrastro al hombre al cuarto de bano, le metio la cabeza en el lavabo e hizo correr el agua. Roland Navarette volvio al mundo terrenal en medio de espasmos, temblores y escupitajos; lo primero que vio desde el lavabo fue la 38 que le apuntaba.

– ?Adonde mandaste a los blancos que preguntaron por Coleman?

– Hombre, se que no lo haras -dijo Roland Navarette.

– No me obligues -mascullo Buzz amartillando el arma.

– Coleman toca en un local de la Ciento Seis y Avalon -murmuro Roland Navarette.

Watts, codigo tres sin sirena. Buzz acariciaba la porra, Mal zigzagueaba en el trafico del atardecer. Ciento Seis y Avalon era el corazon del corazon de Watts: todas las chabolas de la manzana tenian cabras y pollos detras de cercas de alambre de espinos. Buzz penso en negros chiflados sacrificandolos en ritos vudu, quiza invitando a

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