al parecer habia insultado a varios miembros de una banda juvenil rival, y diecisiete de ellos lo habian arrastrado hasta Sleepy Lagoon para liquidarlo. Habia escasas pruebas contra ellos; la investigacion y el juicio, a cargo del Departamento de Policia de Los Angeles, se habian realizado en una atmosfera de histeria; los disturbios del 42 y el 43 habian suscitado una gran ola de sentimiento antimexicano en Los Angeles. Los diecisiete muchachos fueron sentenciados a cadena perpetua, y el Comite de Defensa de Sleepy Lagoon -dirigentes de la UAES, miembros del Partido Comunista, izquierdistas y simples ciudadanos- organizaron protestas, presentaron peticiones y juntaron fondos para contratar a un equipo de abogados que al fin lograron un indulto para aquellos jovenes. Hipocresia dentro del idealismo: los pacientes de Lesnick, que lloraban por los pobres mexicanos encarcelados, se quejaban de que algunas mujeres blancas del Partido Comunista follaban con «proletarios» mexicanos, y luego se rasgaban las vestiduras por su mojigateria.
Mal se recordo que debia hablar con Ellis Loew acerca del asunto de Sleepy Lagoon: Ed Satterlee queria introducir fotos federales de las protestas del Comite, pero los chicos habian sido exculpados y eso podia resultar contraproducente. Lo mismo sucedia con la informacion sobre las investigaciones del HUAC en el 47. Seria mejor que el y Dudley fueran discretos, no comprometieran la complicidad de Lesnick y usaran los datos solo por implicacion: para aprovechar los presuntos puntos debiles de la UAES. Un ataque a fondo con el material del HUAC podia poner en jaque al gran jurado: J. Parnell Thomas, presidente del Comite, estaba cumpliendo sentencia por acusaciones de soborno; importantes estrellas de Hollywood habian repudiado los metodos del HUAC y los archivos de Lesnick estaban plagados de traumas serios derivados de la primavera del 47: suicidios, intentos de suicidio, freneticas traiciones a la amistad, alcohol y sexo para amortiguar el dolor. Si en el 50 el gran jurado de la ciudad de Los Angeles intentaba usar el material del HUAC del 47 -su primer precedente- podian provocar simpatia hacia los miembros de la UAES y mas testigos hostiles. Mejor no hurgar en los viejos testimonios del HUAC en busca de pruebas de conspiracion; era necesario negar a esos rojos la oportunidad de denunciar las tacticas del gran jurado a la prensa.
Mal juzgo que su perspectiva era solida: buenas pruebas, solida reflexion sobre que usar y que retener. Termino el cafe y paso a los individuos, la media docena mas apta para interrogatorios entre esos veintidos.
El primero era un dudoso: Morton Ziffkin, miembro de la UAES, del PC y de otras once organizaciones clasificadas como organos comunistas. Padre de familia, esposa y dos hijas mayores. Guionista bien pagado: cien mil al ano hasta que mando al HUAC al infierno. Ahora trabajaba por unos centimos en el montaje de peliculas. Habia visitado al doctor Lesnick porque deseaba «explorar el pensamiento freudiano» y aplacar su impulso de enganar a su esposa con una legion de mujeres del PC «en busca de mi dinero, no de mi cuerpo». Un rabioso y malhumorado ideologo marxista, buen candidato para hacer de senuelo en el banquillo, aunque quiza nunca delatara a sus camaradas. Parecia bastante inteligente como para poner en ridiculo a Ellis Loew, y sus desacuerdos con la HUAC le daban aire de martir. Una posibilidad.
Mondo Lopez, Juan Duarte y Sammy Benavides, ex dirigentes del Comite de Defensa de Sleepy Lagoon, reclutados entre los Sinarquistas -una banda mexicana aficionada a los emblemas nazis- por jefes del PC. Ahora eran personajes etnicos simbolicos en la jerarquia de la UAES. Los tres habian pasado la decada de los 40 jodiendo con izquierdistas blancas condescendientes, exasperados por los aires de esas mujeres, pero agradecidos por la diversion; mas exasperados cuando su «puto» jefe de celula les dijo que «explorasen» esa exasperacion visitando a un psiquiatra. Benavides, Duarte y Lopez trabajaban actualmente en Variety International Pictures, la mitad del tiempo como tramoyistas, y la otra mitad haciendo de indios en peliculas de vaqueros baratas. Tambien actuaban como jefes de piquete en Gower Gulch. Eran lo mas parecido a matones dentro de la UAES, y daban lastima si se los comparaba con los pistoleros de Mickey Cohen que estaban contratando los Transportistas. Mal los clasifico como cazadores de hembras que habian dado un mal paso, pues el asunto de Sleepy Lagoon era su unica preocupacion politica autentica. Quiza tuvieran antecedentes penales y contactos procedentes de los viejos dias de los disturbios, un buen punto de partida para el investigador que Ellis Loew debia encontrar.
Los demas presentaban aspectos comprometidos.
Reynolds Loftis, actor de cine. Su ex amante homosexual, Chaz Minear, guionista de infima calidad, lo habia delatado al HUAC. Loftis no sospechaba que Minear era un soplon, y no se habia vengado de la denuncia. Ambos estaban todavia en la UAES, aun se trataban cordialmente en los mitines y otras reuniones politicas a las que asistian. Minear, sintiendose culpable del soplo, le habia dicho al doctor Lesnick: «Si usted supiera por quien me abandono, comprenderia por que lo hice.» Mal habia examinado las fichas de Loftis y Minear buscando mas menciones del «otro», pero no encontro nada; habia una gran laguna en las fichas sobre Loftis -desde el 42 hasta el 44- y las de Minear no aludian a la tercera punta del triangulo. Mal recordaba a Loftis de peliculas del oeste que habia ido a ver con Stefan: un hombre alto, flaco, de pelo plateado, guapo como la imagen ideal de un senador norteamericano. Y un comunista, un subversivo, un testigo hostil del HUAC y un bisexual confeso. Un potencial testigo amigable por excelencia: despues de Chaz Minear, el rojo que mas trapos sucios escondia.
Y, por ultimo, la Reina Roja.
Claire de Haven no tenia ficha, y varios hombres la habian descrito como demasiado lista, fuerte y capaz como para necesitar los cuidados de un psiquiatra. Ademas, se acostaba con la mitad de su celula del PC y con todos los jerarcas de la Comision de Defensa de Sleepy Lagoon, incluidos Benavides, Lopez y Duarte, que la adoraban. Chaz Minear estaba loco por ella, a pesar de ser homosexual; Reynolds Loftis la mencionaba como la «unica mujer que he querido de verdad». Los testimonios sobre su sagacidad eran de segunda mano: Claire se movia en la trastienda, no gritaba consignas y conservaba los contactos politicos y legales de su difunto padre, un estolido conservador que habia sido consejero de la comunidad empresarial de Los Angeles. Minear habia dicho al doctor Lesnick que la influencia politica del padre habia impedido que el HUAC citara a Claire de Haven en el 47 y que los demas testigos mencionaran su nombre. Claire de Haven follaba como un conejo, pero no tenia fama de pelandusca; inspiraba la lealtad de guionistas homosexuales, actores ambivalentes, tramoyistas mexicanos y comunistas de toda clase.
Mal apago la luz, recordandose que debia escribir una nota para el doctor Lesnick: todos los archivos terminaban en el verano del 49, cinco meses atras. ?Por que? Dirigiendose al ascensor, se pregunto que aspecto tendria Claire de Haven, donde podria conseguir una foto, si podria lograr que su infiltrado aprovechara sus apetitos sexuales: la politica y el sexo para obligarla a presentarse como testigo voluntario, la Reina Roja extorsionada como una ramera de Chinatown, insignias de capitan bailando al final de una pelicula porno.
9
Hora de la recaudacion.
Su primera parada era Variety International, donde Herman Gerstein le dio una conferencia de cinco minutos sobre los males del comunismo y le entrego un abultado sobre lleno de billetes de cien; la segunda parada era un pequeno paseo entre los piquetes de los Transportistas y la UAES para entrar en Hollywood Prestige National Pictures, donde Wally Voldrich, el jefe de Seguridad, le dio una caja de donuts llena de billetes de cincuenta pringados de azucar glaseado y chocolate. Ya tenia en el bolsillo los diez mil de Howard; la aportacion de Mickey C. a los Amigos de lo Americano en el Cine seria su ultima recaudacion de la manana.
Buzz tomo por Sunset hasta Santa Monica Canyon, rumbo al escondrijo donde Mickey se divertia con sus subordinados, recibia mujeres y se ocultaba de su esposa. El dinero que llevaba en el bolsillo resultaba estimulante: si Mal Considine andaba por ahi cuando entregara el maletin a Ellis Loew, lo provocaria para ver como le habian afectado los cuatro anos pasados desde lo de Laura. Si la sensacion era favorable, le diria a Howard que contara con el para combatir el comunismo: Leotis Dineen le estaba reclamando mil quinientos dolares, y no era nada conveniente jugar con el.
El refugio de Cohen era un
Buzz abrio la puerta y vio a Audrey Anders sentada ante una mesa, tecleando una calculadora. La falta de maquillaje, los pantalones holgados y la camisa con el monograma de Mickey le restaban encanto; en realidad