tenia mejor aspecto que la manana de Ano Nuevo, con vestido rosa de fiesta y tacones altos, propinando una patada a Tommy Sifakis en las pelotas.

– Hola -saludo.

Ella senalo una mesita de laca china; en el centro habia un fajo de billetes sujetos con una goma elastica.

– Mickey te manda decir mazel tov. Supongo que quiere decir que se alegra de que estes en este asunto del gran jurado.

Buzz se sento en una mecedora y levanto los pies, senal de que pensaba quedarse un rato.

– ?Mickey se esta aprovechando de tu titulo universitario?

Audrey tecleo una operacion, miro el papel de la maquina y anoto algo en una libreta, todo muy despacio.

– ?Crees lo que dicen los programas de El Rancho Burlesque?-dijo ella.

– No, me di cuenta por tu cerebro.

– ?Cerebro para llevar las cuentas de una operacion de prestamo?

– Usura es una palabra mas acertada, pero me referia a tu cerebro en general.

Audrey senalo los pies de Buzz.

– ?Piensas quedarte mucho tiempo?

– No mucho. ?De veras tienes una licenciatura?

– Demonios, insistimos en hacernos esas preguntas. No, no tengo una licenciatura, pero si un titulo en contabilidad de un colegio de segunda de Jackson, Mississippi. ?Satisfecho?

Buzz no sabia si la mujer queria que se largara de una vez o si estaba contenta con la interrupcion. Sumar dinero producto de la usura en un buen dia de invierno no era precisamente agradable. Buzz jugo su unica baza, la unica forma de averiguar que pensaba la chica de el.

– ?Lucy Whitehall esta bien?

Audrey encendio un cigarrillo y exhalo dos perfectos anillos de humo.

– Si. Sol Gelfman la ha acogido en su casa de Palm Springs, y Mickey consiguio que un amigo suyo del Departamento del sheriff emitiera algo que llaman orden de restriccion. Si Tommy molesta a Lucy, la policia lo arrestara. Lucy me dijo que te agradecia lo que hiciste. No le conte que lo hiciste por dinero.

Buzz ignoro la provocacion y sonrio.

– Saluda a Lucy de mi parte. Dile que es tan bonita que lo habria hecho gratis.

Audrey rio.

– No esperes que te crea. Meeks, ?que hay entre tu y Mickey?

– Respondere con una pregunta. ?Por que quieres saberlo?

Audrey soplo otros dos anillos y aplasto el cigarrillo.

– Porque anoche hablo de ti una hora seguida. Porque dijo que no logra entender si eres el estupido mas listo o el listo mas estupido que conoce, y no entiende por que derrochas el dinero con corredores de apuestas negros cuando podrias apostar con el sin efectivo. Dijo que solo los estupidos aman el peligro, pero tu amas el peligro y no eres estupido. Dijo que no sabe si eres un valiente o un chiflado. ?Algo de esto tiene sentido para ti?

Buzz vio esas palabras inscritas en su lapida, bien juntitas para que cupieran. Respondio sin rodeos, sin importarle a quien se lo dijera Audrey.

– Corro los riesgos que Mickey teme, asi que lo hago sentir seguro. El es un tipo pequeno, como yo, y quizas yo sea un poco mejor con las manos y con mi garrote. Mickey tiene mas que perder, asi que se asusta mas que yo. Y si yo soy chiflado, eso significa que el es listo. ?Sabes que me sorprende de esta charla?

La pregunta congelo la sonrisa de Audrey: una ancha franja que mostraba dos dientes ligeramente torcidos y ampollas de herpes en el labio inferior.

– No. ?Que?

– Que Mickey te estime tanto como para hablarte de estas cosas. Eso me sorprende.

La sonrisa de Audrey se evaporo.

– Me quiere.

– Quieres decir que agradece los favores que le haces. Cuando yo era policia, birlaba ese buen polvo blanco y se lo vendia a Mickey, no a Jack D. Llegue a ser el mejor amigo de Mickey. Solo me sorprende que confie tanto en una mujer.

Audrey encendio otro cigarrillo; Buzz comprendio que era una defensa: habia desperdiciado un buen discurso.

– Lo lamento -murmuro-. No queria decir algo tan personal.

Los ojos de Audrey llamearon.

– Claro que si, Meeks. Eso es precisamente lo que querias.

Buzz se levanto y camino por el cuarto, echando un vistazo a los adornos chinos y preguntandose si los habria escogido la esposa de Mickey o su cabaretera contable, que lo ponia nervioso como un arma que podia dispararse si decia algo equivocado. Intento iniciar una charla intrascendente.

– Que bonito es todo esto. Lamentaria que Jack D. hiciera agujeros de bala aqui.

– Mickey y Jack estan hablando de hacer las paces -explico Audrey con voz tremula-. Jack quiere hacer un trato con el. Tal vez droga, tal vez un casino en Las Vegas. Meeks, amo a Mickey y Mickey me ama.

Las ultimas palabras fueron como «bang, bang, bang» para Buzz, quien recogio el dinero, se lo guardo en el bolsillo y espeto:

– Si, le encanta llevarte al Troc y al Mocambo, porque sabe que alli todos los hombres se babean por ti y le temen. Luego pasa una hora en tu casa y vuelve a su esposa. Es agradable que los dos hableis de vez en cuando, pero a mi entender no recibes mucho de un chico judio que no tiene suficiente inteligencia para valorar lo que tiene.

Audrey quedo boquiabierta; el cigarrillo se le cayo en el regazo, lo recogio y lo apago.

– ?Estas tan chiflado o solo eres estupido?

Bang, bang, bang. Como canonazos.

– Tal vez solo confio en ti -replico Buzz. Se le acerco y la beso en los labios, sosteniendole la cabeza con una mano. Audrey Anders no abrio la boca, no lo abrazo ni lo rechazo. Cuando Buzz comprendio que eso era todo lo que iba a conseguir, la solto y regreso al coche flotando sobre arenas movedizas.

El regreso a la ciudad fue «bang, bang, bang», rebotes, recordar viejas tonterias para compararlas con esta.

En el 33 habia atacado a seis matones sindicales frente a la MGM. Le pegaron en el brazo con garrotes provistos de clavos, ahuyento a los muchachos a porrazos y contrajo el tetano. Estupido, pero la audacia le habia ayudado a conseguir su nombramiento en el Departamento de Policia.

A principios del 42 habia trabajado en la Seccion de Inmigracion, juntando japoneses para arrearlos a las caballerizas del hipodromo de Santa Anita. Detuvo a un chico listo llamado Bob Takahashi justo cuando estaba a punto de montar a una hembra por primera vez. Le dio lastima y lo llevo en un viaje de seis dias por Tijuana. Alcohol, rameras, las carreras de perros y una lacrimogena despedida en la frontera. Bob habia seguido rumbo al sur, un extranjero de ojos rasgados en una tierra de ojos redondos. Muy estupido, pero habia disimulado su ausencia capturando un coche sospechoso en las afueras de San Diego y arrestando a cuatro vendedores de hierba que transportaban medio kilo de marihuana de primera calidad. Los malandrines sumaban un total de diecinueve demandas de arresto en Los Angeles; obtuvo una recomendacion y cuatro muescas en la pistola por cumplimiento del deber. Otro desastre con final feliz.

Pero el episodio de su hermano Fud superaba todo lo anterior. A los tres dias de salir de la carcel estatal de Texas, Fud fue a ver al entonces sargento Turner Meeks, le informo que acababa de asaltar una tienda de licores en Hermosa Beach, que habia aporreado al propietario con la pistola, y se proponia devolverle a Buzz los seis mil dolares que le debia con el dinero conseguido en el asalto. Mientras Fud hurgaba en la bolsa de papel manchada de sangre, llamaron a la puerta. Buzz observo por la mirilla, vio dos uniformes azules, decidio que los lazos de sangre eran muy fuertes y lanzo cuatro disparos de su revolver reglamentario en la pared del salon. Los uniformados intentaron derribar la puerta; Buzz arrastro a Fud al sotano, lo encerro, destrozo la ventana que daba al porche trasero y pisoteo las petunias de la duena de la casa. Cuando los policias entraron, Buzz les dijo que era del Departamento y que el culpable era un adicto que habia enviado a San Quintin: Davis Haskins (en realidad

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