un largo tramo de arboleda. Los letreros que senalaban hacia la arboleda indicaban claros, casas y personas; Danny vio tejados de villas, agujas Tudor, chimeneas de extravagantes cabanas de troncos. Poco a poco la calidad de las fincas disminuyo: sin vistas al oceano, sin brisa marina, un bosque cada vez mas tupido y viviendas cada vez mas ocasionales. Cuando llego a la cima de Malibu Ridge y empezo a conducir cuesta abajo, supo que los criaderos de perros tenian que estar cerca. El paisaje estaba salpicado de pequenas casas revestidas con tela asfaltica y el calor aumentaba a medida que raleaba la vegetacion.

El agente de Antivicio con quien habia hablado decia que los tres criaderos estaban a un kilometro y medio por un camino de tierra senalizado por un letrero: PERROS DE PELEA – REPUESTOS PARA AUTOMOVILES. Danny encontro el letrero cuando el camino bajo a un tramo largo y chato, con el Valle de San Fernando a lo lejos. Viro. El Chevy dio bandazos durante un kilometro. Habia cabanas a ambos lados. Al fin diviso tres edificios grises rodeados por alambre de pua; tres patios de tierra llenos de ejes, arboles de transmision y bloques de cilindros; tres corrales con perros macizos y musculosos.

Danny se aproximo a la cerca, se clavo la placa en la chaqueta y toco la bocina, una pequena cortesia para los ocupantes de los edificios. Los perros ladraron; Danny se dirigio hasta la alambrada y los miro.

No eran los perros de sus pesadillas -negros, relucientes, con dientes blancos y acerados- sino terriers leonados, tostados y manchados, de pecho cilindrico y mandibulas gruesas, puro musculo. No tenian los descomunales genitales de sus perros; sus ladridos no sugerian chasquidos de muerte; no eran feos, eran solo animales criados para una actividad cruel. Danny contemplo a los del corral mas cercano, preguntandose que harian si les daba una palmada en la cabeza, luego les dijo que se alegraba de que no se parecieran a otros perros que conocia.

– Violador, Sierra y Tren Nocturno. En total han ganado dieciseis peleas. Todo un record para un criadero de California Sur.

Danny se volvio hacia la voz. Un hombre muy gordo vestido con un mono estaba plantado en la puerta de la cabana que habia a su izquierda; usaba gafas gruesas, y quiza no veia muy bien. Danny se arranco la placa y se la guardo en el bolsillo, pensando que era un hombre locuaz que se tragaria el anzuelo de un seguro.

– ?Puedo hablar con usted acerca de sus perros?

El hombre camino hacia la cerca entornando los ojos.

– Booth Conklin -se presento-. ?Esta buscando un buen sabueso de pelea?

Danny miro los ojos de Booth Conklin. Uno era acuoso, el otro estaba turbio y lleno de cataratas.

– Dan Upshaw. Podria empezar por darme alguna informacion sobre ellos.

– Puedo hacer mas que eso -se ofrecio Conklin.

Camino contoneandose hasta la jaula de un perro manchado y levanto la tranca. El animal dio un salto, apoyo las patas delanteras en la cerca y se puso a chupar el alambre. Danny se agacho y le rasco el hocico. Una lengua rosada le lamio los dedos.

– Buen chico -dijo, desechando al instante las teorias del doctor Layman.

Booth Conklin retrocedio, empunando una madera larga.

– Ante todo, no le hable como a un crio, de lo contrario no le tendra respeto. Violador es un surtidor, solo quiere mojarle los pantalones. Mi primo Wallace lo llamo Violador porque es capaz de montar cualquier cosa. ?Abajo, Violador!

El perro seguia lamiendo los dedos de Danny; Booth Conklin le propino un maderazo en el trasero. Violador aullo, retrocedio y se froto el lomo contra la tierra, pataleando en el aire. Danny apreto los punos; Conklin metio la madera en la boca de Violador. El perro bajo las patas; Conklin lo levanto y lo mantuvo a distancia. Danny jadeo ante esa exhibicion de fuerza.

Conklin hablo con calma, como si frenar treinta kilos de perro con una madera fuera cosa de todos los dias.

– Estos perros dan tarascadas y tienen que aguantar las que reciben. No le vendere ningun perro si piensa mimarlo.

Violador estaba quieto, un grunido en la garganta. Cada musculo se mostraba perfectamente perfilado; Danny penso que ese animal era una belleza perfecta en su maldad.

– Vivo en un apartamento, asi que no puedo tener un perro -dijo.

– ?Ha venido a mirar y charlar?

Los grunidos de Violador eran mas profundos y placenteros; se le contrajeron los testiculos y tuvo una ereccion. Danny miro hacia otra parte.

– He venido a hacer preguntas.

Conklin entorno los ojos detras de las gruesas gafas.

– No sera policia, ?verdad?

– No, soy investigador de seguros. Trabajo en un caso de muerte y pense que usted podria darme algunas respuestas.

– Soy un tipo servicial, ?verdad, Violador?-dijo Conklin, moviendo la madera con giros de la muneca mientras el perro olisqueaba el aire. Violador aullo, gano y jadeo; Danny comprendio lo que ocurria y se concentro en las gafas del gordo, gruesas como botellas de Coca-Cola. Violador solto un jadeo final, se aflojo y cayo al suelo. Conklin rio-. Veo que no tiene humor para estos perros. Respondere a sus preguntas. Tengo un primo que anda en seguros, asi que les tengo afecto.

Violador se aproximo a la cerca y trato de frotar el hocico contra la rodilla de Danny; este retrocedio un paso.

– Se trata de un presunto asesinato. Sabemos que un hombre mato a la victima, pero el forense cree que quiza le soltaron un coyote o un lobo despues de la muerte. ?Que piensa usted de la idea?

Conklin cogio un mondadientes y escarbo mientras hablaba.

– Amigo, conozco bien a la familia canina, y los coyotes y lobos quedan descartados… a menos que el asesino los hubiera capturado, hambreado, y luego les dejara el cadaver para que lo limpiaran en un sitio comodo. ?Que lesiones mostraba la victima?

Danny miro como Violador se enroscaba en el suelo y se dormia, saciado, los musculos relajados.

– Localizadas. Dentelladas en el estomago, los intestinos mordidos y lamidos. Tuvo que haber ocurrido bajo techo, porque el cuerpo estaba seco cuando la policia lo hallo.

Conklin rio entre dientes.

– Entonces descarte a los coyotes y a los lobos. Enloquecerian y se lo engullirian entero, y no es facil mantenerlos dentro de una casa. ?Usted esta pensando en perros de pelea?

– Tal vez.

– ?Estan seguros de que no son marcas de dientes humanos?

– No, no estamos seguros.

Booth Conklin senalo las jaulas.

– Amigo, dirijo estos criaderos para mis primos, y se como lograr que los animales me obedezcan. Si estuviera tan chiflado como para querer que uno de mis cachorros le comiera las tripas a un hombre, supongo que encontraria un modo de hacerlo. Pero, aunque me gustan los deportes sangrientos, no puedo imaginar a ningun ser humano haciendo lo que usted dice.

– Si quisiera conseguirlo, ?como lo haria?

Conklin palmeo las ancas de Violador; el perro meneo la cola perezosamente.

– Lo mataria de hambre, lo encerraria, haria desfilar hembras en celo alrededor de la jaula para volverlo loco. Le pondria un bozal, le sujetaria las patas, le ataria la verga para que no pudiera eyacular. Le acariciaria la verga con un guante de goma para excitarlo, le estrujaria los testiculos para que no pudiera terminar. Conseguiria sangre menstrual de perra y se la arrojaria a los ojos y a la nariz durante una semana, hasta que la asociara con el alimento y el afecto. Luego, cuando tuviera ese cadaver, le arrojaria un gran charco de sangre de hembra donde quisiera que el mordiese. Y tambien tendria una pistola a mano por si ese torturado animal decidiera atacarme a mi. ?La respuesta le satisface?

Danny penso: no hubo animales, no encaja. Pero le pediria al doctor Layman que examinara los organos de Goines, las zonas cercanas a las mutilaciones, examenes para buscar un segundo tipo sanguineo, no humano. Le hizo otra pregunta a Booth Conklin.

– ?Que clase de gente le compra perros?

– Gente amante de los espectaculos sangrientos, pero no me refiero a esa locura que dice usted.

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