– ?No son ilicitas las peleas de perros?
– Si usted sabe a quien untar, no hay ley. ?Esta seguro de que no es policia?
Danny meneo la cabeza.
– Soy de Amalgamated Insurance. ?Recuerda haber vendido un perro a un hombre alto, canoso, maduro, durante los ultimos seis meses?
Conklin pateo suavemente a Violador; el perro se despabilo, se levanto y troto hasta su jaula.
– Amigo, mis clientes son sementales jovenes con camionetas y negros que quieren tener el perro mas feroz de la manzana.
– ?Tiene algun cliente diferente? ?Inusual?
Booth Conklin solto una risotada tan fuerte que casi se trago el mondadientes.
– Durante la guerra, gente del cine vio mi letrero, paso y dijo que queria hacer una pelicula, dos perros vestidos con mascaras y disfraces y luchando a muerte. Les vendi dos perros de veinte dolares por un billete de cien.
– ?Filmaron la pelicula?
– No la vi anunciada en Grauman's Chinese, asi que lo ignoro. Cerca de la playa hay un sanatorio donde personajes de Hollywood hacen curas de reposo. Supuse que aquellos sujetos venian de alli y se dirigian al Valle cuando vieron mi letrero.
– ?Alguno de ellos era alto y canoso?
Conklin se encogio de hombros.
– No lo recuerdo. Uno de ellos me llamo la atencion por su acento europeo. Ademas, mi vista deja mucho que desear. ?Ha terminado con sus preguntas?
Noventa y cinco por ciento contra la teoria de la carnada de sangre, tal vez eso aplacara sus pesadillas; datos inutiles sobre extravagancias de Hollywood.
– Gracias, senor Conklin -se despidio Danny-. Me ha ayudado mucho.
– Ha sido un placer, hijo. Vuelva alguna vez. Violador le tiene simpatia.
Danny fue a la oficina, mando pedir una hamburguesa, patatas fritas y leche aunque no tenia hambre, comio la mitad y llamo al deposito de cadaveres de la ciudad.
– Habla Norton Layman.
– Danny Upshaw, doctor.
– Justo ahora te iba a llamar. ?Tus noticias o las mias?
Danny imagino a Violador devorando el vientre de Martin Goines. Arrojo los restos de la hamburguesa en la papelera y dijo:
– Primero las mias. Estoy seguro de que las marcas dentales son humanas. Hable con un criador de perros de pelea y me dijo que la teoria de la carnada de sangre es posible, pero requeriria mucha planificacion, y creo que la muerte no fue tan premeditada. Me dijo que la sangre menstrual de perra seria la mejor carnada, y pense que usted podria examinar los organos del cadaver cerca de las heridas, para ver si hay otro tipo de sangre.
Layman suspiro.
– Danny, la ciudad de Los Angeles incinero a Martin Mitchell Goines esta manana. Autopsia concluida, cuerpo no reclamado en cuarenta y ocho horas, cenizas a las cenizas. Pero tengo una buena noticia.
«Maldita sea», penso Danny.
– Cuenteme.
– Las heridas de la espalda me interesaron, y recorde el libro de Gordon Kienzle. ?Lo conoces?
– No.
– Bien, Kienzle es un patologo que se inicio como medico en una sala de emergencias. Estaba fascinado por los ataques no fatales, y preparo un libro de fotos y especificaciones sobre heridas infligidas por el hombre. Lo consulte, y los cortes de la espalda de Martin Mitchell Goines son identicos a las muestras que el libro presenta bajo «Estaca cortante», un palo con una o mas hojas de afeitar en la punta. Este artilugio data del 42 y el 43. Era popular entre las pandillas antimexicanas y los policias de Antidisturbios, que lo usaban para rasgar los trajes chillones que llevaban ciertos elementos latinos.
Examinar los archivos de Homicidios de la ciudad y el condado en busca de muertes con estaca cortante.
– Una buena pista, doctor -dijo Danny-. Gracias.
– No me agradezcas nada todavia. Se me ocurrio buscar en los archivos antes de llamarte. No hay homicidios registrados con ese arma. Un amigo mio de Antidisturbios del Departamento de Policia dijo que el noventa y nueve por ciento de los ataques de blancos contra mexicanos no fueron denunciados y que los mexicanos nunca los usaban en sus peleas internas porque lo consideraban un deshonor o algo asi. Pero es una pista.
Asfixia con una bata, estrangulacion con manos o cinturon, mordeduras con dientes, y ahora cortes con estaca cortante. ?Por que tantas formas distintas de brutalidad?
– Lo vere en la clase, doctor -dijo Danny. Colgo y regreso a su coche tan solo para moverse. John de la Selva Lembeck estaba apoyado en el capo, la cara magullada, un ojo morado y cerrado.
– Fueron duros, de veras, senor Upshaw. No le habria dicho a Janice que le avisara si no me hubieran dado tan fuerte. Le debo una, senor Upshaw. Si quiere una compensacion, lo comprendere.
Danny preparo el puno derecho para sacudirle, pero un recuerdo de Booth Conklin y su sabueso lo detuvo.
11
Los puros eran habanos, y al olerlos Mal lamento haber dejado de fumar. Cuando oyo la animada charla de Herman Gerstein y el acompanamiento de Dudley Smith -sonrisas, cabeceos, risitas- lamento no estar de nuevo en la Academia de Policia entrevistando candidatos para el papel de izquierdista joven e idealista. Su primer dia habia sido infructuoso, y le parecia un error iniciar los interrogatorios sin tener preparado el senuelo. Pero Ellis Loew y Dudley se habian dejado entusiasmar por los datos psiquiatricos de Lesnick, y ya se disponian a embestir contra Mondo Lopez, Sammy Benavides y Juan Duarte, miembros de la UAES que hacian el papel de indios en
El jefe de International Variety se paseaba detras de su escritorio, agitando el habano; Mal seguia pensando que Buzz Meeks habia vuelto a su vida en el peor momento posible.
– … y puedo decirles esto, caballeros: mediante la resistencia pasiva y otras tonterias comunistas la UAES obligara a los Transportistas propinar algunos golpes, con lo cual la UAES quedara bien y nosotros mal. Los rojos adoran que les peguen. Comen mierda, sonrien como si fuera
Dudley Smith solto una estridente risotada.
– Y tambien es una ramera. Y ademas es negra. Y todos hemos oido hablar de la aficion del difunto Franklin por los terriers negros. Senor Gerstein, el teniente Considine y yo queremos agradecerle su colaboracion en nuestra empresa, y la hospitalidad que nos ha brindado.
Mal capto la indirecta y se levanto; Herman Gerstein metio la mano en una caja y cogio un punado de puros. Dudley se puso en pie; Gerstein embistio como un zaguero, estrechando manos, llenandoles de habanos todos los bolsillos accesibles, mostrandoles la puerta con palmadas en la espalda. Cuando salieron, Dudley dijo:
– Que falta de delicadeza. Puedes sacar a un judio del albanal, pero no puedes sacar el albanal de un judio. ?Estas preparado para los interrogatorios, capitan?
Mal miro el piquete de la UAES, vio a una mujer de espaldas en pantalones y se pregunto si seria Claire de Haven.
– De acuerdo, teniente.
– ?Ah, Malcolm, que grandioso ingenio tienes!
Bajaron en el ascensor privado de Herman Gerstein. En la planta baja habia dos hileras de platos separados por un pasillo central. Los edificios eran de estuco tostado, altos como silos y combados en la punta, con letreros