aquel tipo habia muerto de sobredosis en Billings, Montana: Buzz habia obtenido el dato mientras hacia un trabajo de extradicion). Los uniformados salieron, pidieron refuerzos y rodearon el vecindario hasta el alba; Davis Haskins llego a la portada del
Tonto, estupido, loco, sentimental, lunatico.
Pero besar a Audrey Anders era peor.
Buzz aparco frente al Ayuntamiento, transfirio todo el dinero a la caja de donuts y la subio a la oficina de Ellis Loew. Al cruzar la Puerta, vio a Loew, Dudley Smith y Mal Considine sentados alrededor de una mesa, todos ellos hablando a la vez acerca de como infiltrar policias. Nadie levanto la mirada, Buzz echo un vistazo a Considine cuatro anos despues de ponerle los cuernos. El hombre aun parecia mas abogado que policia; el cabello rubio estaba encanecido; tenia aspecto nervioso y demacrado.
Buzz llamo a la puerta y arrojo la caja a la silla. Los tres se volvieron; Buzz clavo los ojos en Considine. Ellis Loew cabeceo, todo seriedad.
– Hola, Turner, viejo colega -dijo Dudley Smith, todo dulzura.
Considine lo estudio con curiosidad, como si examinara un reptil que nunca hubiera visto.
Ambos sostuvieron la mirada.
– Hola, Mal -saludo Buzz.
– Bonita corbata, Meeks -comento Mal Considine-. ?A quien se la has robado?
Buzz rio.
– ?Como anda tu ex mujer, teniente? ?Todavia usa bragas sin entrepierna?
Considine lo miro de hito en hito, la boca tremula. Buzz tambien lo miro, la boca reseca.
Empate.
Cincuenta por ciento. Considine o Dragna.
Quiza le conviniera esperar, dar un poco de rienda al Peligro Rojo antes de intervenir.
10
Dos noches de pesadillas y un dia infructuoso lo llevaron a Malibu Canyon.
Mientras se dirigia al norte por la carretera del Pacifico, Danny penso que era una tarea de eliminacion: hablar con los hombres que figuraban en la lista de criadores de perros obtenida en Antivicio mostrarse amable con ellos y obtener alguna respuesta acerca de la tesis del doctor Layman sobre el uso de una «carnada de sangre». No existia semejante bestia en Homicidios del condado ni en Registros de la ciudad; si los criadores, los entendidos en el asunto, desechaban la teoria por descabellada, quizas esa noche pudiera dormir sin la presencia de sabuesos de fauces abiertas, visceras y estridencias de jazz.
Empezo asi:
Despues del Moonglow Lounge y la insinuacion de Janice Modine, se le ocurrio una idea: elaborar su propia ficha sobre la muerte de Goines, anotar cada dato, obtener copias de los informes de autopsia y dactiloscopia, presentar a Dietrich resumenes para salir del paso y concentrarse en sus propias averiguaciones en su caso. Investigaria ese 187 aunque no le echara el guante a aquel canalla antes de que el capitan lo pusiera en otro caso. Fue al Hollywood Ranch Market, manoteo una pila de cajas de carton, compro sobres, etiquetas de color, libretas amarillas, papel carbon y de maquina y regreso a casa, concediendose dos tragos extra de I. W. Harper como recompensa por su esfuerzo. El alcohol lo tumbo en el divan, y el resultado fue escalofriante.
Las mutilaciones de Goines a todo color. Tripas y grandes penes magullados, tan cerca que al principio no pudo distinguir que eran. Perros escarbando en la viscosidad, y el, la Camara Humana, filmando hasta que se juntaba con la jauria y empezaba a morder. Dos noches.
Con un dia espantoso en medio.
Desecho el sueno de la primera noche como una pesadilla causada por un caso frustrante y el hambre. Por la manana comio una doble racion de tocino, huevos, bizcochos, tostadas y panecillos en el Wilshire Derby, se dirigio a la Oficina Central y reviso los archivos de Homicidios. No encontro datos sobre ningun asesinato en el que hubieran participado animales; los unicos homicidios homosexuales que guardaban algun parecido con el de Goines eran casos simples: arrebatos pasionales con el culpable capturado y todavia preso, o ejecutado por el Estado de California.
Despues, mas averiguaciones.
Llamo a Karen Hiltscher y la persuadio de que indagara por telefono acerca de otras agencias que pudieran haber proporcionado trabajos a Martin Goines, y clubes de jazz de Los Angeles que lo hubieran contratado en forma independiente. Le pidio que llamara a las demas oficinas del Departamento del sheriff y solicitara informes sobre robos de casas: antecedentes de musicos-ladrones que pudieran estar relacionados con Goines. La muchacha accedio a reganadientes; el le envio besos por telefono, prometio llamar luego para ver los resultados y regreso a la agencia 3126.
Alli, la mujer le permitio echar otra ojeada a los antecedentes laborales del Cuerno de la Abundancia, y Danny copio direcciones de clubes y locales de carretera que se remontaban hasta la primera actuacion de Martin en el 36. Paso el resto del dia recorriendo locales de jazz que se habian transformado en lavanderias automaticas o casas de hamburguesas; locales de jazz que habian cambiado de dueno media docena de veces; locales de jazz que habian conservado el mismo dueno durante anos. Y obtuvo siempre la misma respuesta: hombros encogidos ante las fotos de Goines, la pregunta «?Martin que?», rostros petreos ante la mencion de los robos y el chico de la cara vendada.
Al atardecer llamo a Karen para preguntarle los resultados. Cero: mas «Martin que?», archivos de robo que daban once nombres -siete negros, dos mexicanos, dos blancos- cuyos antecedentes penales revelaban sangre AB positivo y cero negativo. Nada en absoluto.
Recordo la promesa que le habia hecho a Janice Modine, llamo a San Dimas y hablo con el jefe de Robo de Automoviles. John Lembeck aun estaba alli bajo custodia, acusado de varios robos. Danny comento que Lembeck era su confidente, y enfatizo que lo harian papilla si ingresaba en una carcel del condado. El jefe del escuadron acepto a darle la libertad; Danny comprendio que John de la Selva recibiria primero una buena tunda, aunque no tan brutal como la que el mismo pensaba darle.
Luego regreso al apartamento, se tomo cuatro copas de I. W. y se puso a trabajar en la ficha. Preparo etiquetas y las pego en carpetas: «Entrevistas», «Eliminaciones», «Cronologia», «Detalles», «Pruebas fisicas», «Antecedentes». Un pensamiento lo sacudio mientras redactaba un resumen detallado: ?donde habia vivido Martin Goines desde el alta en el hospital de Lexington hasta su muerte? Ese pensamiento lo indujo a llamar por telefono al hospital para pedir una lista de otros hombres que hubieran salido con rumbo a California en la misma epoca que Goines. Recibio la respuesta despues de una espera de veinte minutos en una conferencia de larga distancia: ninguno.
A continuacion, agotamiento, calambres y falta de sueno. Tras cuatro copas mas y varias vueltas en la cama logro sumirse en un sueno intranquilo. De nuevo los perros y la Camara Humana con dientes -sus dientes- mordiendo un deposito entero de cadaveres cero positivos tendidos en camillas. La manana y otro suculento desayuno lo convencieron de proceder por eliminacion; llamo a Antivicio, obtuvo la lista de criadores y la advertencia de que se fuera con cuidado: los criaderos de perros de Malibu Canyon estaban a cargo de matones, primos de los energumenos de Tennessee. Alli criaban sus toros de lidia, lo cual no transgredia la ley; esos perros solo luchaban al sur de Los Angeles, y desde la guerra ninguno de esos hombres habia sido arrestado por peleas de perros.
Danny salio de la carretera del Pacifico en Canyon Road y avanzo tierra adentro entre colinas cubiertas de arbustos achaparrados y bordeadas por manantiales y valles. Era una angosta carretera de dos carriles, a la izquierda campamentos infantiles, establos y clubes nocturnos, a la derecha un muro para contener un bosque y