en las puertas de entrada: el nombre, el director, y el plan de rodaje de la pelicula estaban escritos sobre plastico blanco. Pasaban actores en bicicleta: vaqueros, indios, jugadores de beisbol, soldados de la Revolucion Americana; vehiculos motorizados transportaban equipo; un centurion romano servia bollos y cafe a varios tecnicos reunidos alrededor de un carrito. Los platos cerrados se extendian por casi medio kilometro, marcados con numeros negros encima de las puertas. Mal caminaba delante de Dudley Smith, recordando las fichas psiquiatricas de Benavides-Lopez-Duarte, esperando que este enfrentamiento no fuera excesivo ni prematuro.
Dudley lo alcanzo frente al plato 23. Mal pulso el timbre; una mujer con traje de prostituta de
– Somos de la Fiscalia de Distrito, y queremos hablar con Mondo Lopez, Juan Duarte y Sammy Benavides.
La prostituta de
– Estan rodando. Son los indios jovenes y enardecidos que quieren atacar el fuerte, pero el sabio jefe no esta de acuerdo. Terminaran dentro de un momento, y si quereis…
– No necesitamos una sintesis del argumento -interrumpio Dudley-. Si usted les dice que ha venido la policia, ellos haran un parentesis en sus intensas actividades. Y que sea ahora, por favor.
La muchacha se trago el chicle y echo a andar delante de ellos. Dudley sonrio; Mal penso: este hombre es muy convincente, no le permitas dirigir el espectaculo.
El plato era cavernoso: paredes entrecruzadas de cables, luces, gruas con camaras, caballos anemicos sujetos a postes, gente remoloneando. En el centro se alzaba un
La muchacha los detuvo a pocos metros de las camaras.
– Son esos -susurro-. Los que tienen pinta de amantes latinos.
El viejo jefe entono palabras de paz; los tres jovenes matones comentaron, con voz muy mexicana, que los blancos hablaban con lengua de vibora. Alguien grito «?Corten!» y el lugar se convirtio en un hervidero de gente en movimiento.
Mal se abrio paso entre la multitud, dirigiendose a los tres que sacaban cigarrillos y encendedores de los trajes de piel de gamo. No disimulo que era policia. Dudley Smith lo siguio; los matones se miraron intimidados.
Dudley saco la placa.
– Policia. ?Son ustedes Mondo Lopez, Juan Duarte y Sammy Benavides?
El indio mas alto se arranco la banda elastica de la cola de caballo y el cabello cobro forma de peinado pachuco: cola de pato atras, Pompadour delante.
– Yo soy Lopez -respondio.
Los otros dos irguieron los hombros, entre desafiantes y respetuosos ante la autoridad. Mal dedujo que el bajo y musculoso era Duarte, ex lider de los Sinarquistas, amante de los trajes chillones y los brazaletes con esvastica antes de caer bajo la influencia del PC; el flaco era Benavides, un paciente muy reservado con el doctor Lesnick. Su ficha era una lata, excepto la sesion donde Sammy contaba como, a los doce anos, habia abusado de su hermanita de nueve poniendole una hoja de afeitar en la garganta. Los dos hombres movieron los pies en un gesto hurano.
– Yo soy Benavides -dijo Musculos.
Mal senalo una puerta lateral y se toco el broche de la corbata, que en lenguaje de senas policial significaba: Deja que tome las riendas.
– Me llamo Considine, y este es el teniente Smith. Estamos en la Fiscalia de Distrito, y nos gustaria formularles unas preguntas. Es cuestion de rutina, y dentro de un momento podran volver al trabajo.
– ?Tenemos alguna eleccion?-dijo Juan Duarte.
Dudley rio entre dientes; Mal le apoyo una mano en el brazo.
– Si. Aqui o en la carcel.
Lopez senalo la salida con la cabeza; Benavides y Duarte lo siguieron, encendieron cigarrillos y salieron. Actores y tecnicos miraron boquiabiertos esa migracion de indios y rostros palidos. Mal penso un plan de accion: al principio se mostraria corrosivo, luego amable, Dudley haria las preguntas duras, al final el adoptaria el papel de salvador para convencerles de que se presentaran como testigos voluntarios.
Los tres se detuvieron apenas cruzaron la puerta y se apoyaron en la pared con aire indiferente. Dudley se aposto a la izquierda de Mal, medio paso atras. Mal dejo que los hombres fumaran en silencio, luego empezo:
– Vaya, ustedes si que han tenido suerte.
Tres pares de ojos clavados en el suelo, tres falsos indios en una nube de humo de tabaco. Mal decidio abordar al lider. -?Puedo hacerle una pregunta, senor Lopez?
Mondo Lopez levanto la mirada.
– Claro, oficial.
– Senor Lopez, usted debe de ganar casi cien dolares semanales, ?verdad?
– Ochenta y uno y calderilla -admitio Mondo Lopez-. ?Por que?
– Bien -sonrio Mal-, gana casi la mitad que yo, y yo tengo titulo universitario y soy un oficial con dieciseis anos de experiencia. Todos ustedes no acabaron los estudios secundarios, ?verdad?
Los tres intercambiaron una rapida mirada. Lopez hizo una mueca, Benavides se encogio de hombros y Duarte dio una larga chupada al cigarrillo. Mal comprendio que habian captado sus intenciones y trato de endulzar la situacion.
– Les dire por que lo he traido a colacion. Ustedes han tenido suerte. Estuvieron con los Flats de la Calle Uno y los Sinarquistas, maltrataron a algunos judios y salieron bien librados de todo ello. Eso es admirable, y no estamos aqui por algo que hayan hecho ustedes.
Juan Duarte apago el cigarrillo.
– ?Quiere decir que esto tiene que ver con nuestros amigos?
Mal evoco los archivos buscando flancos debiles. Recordo que los tres habian tratado de ingresar en las fuerzas armadas despues de Pearl Harbor.
– He examinado sus registros del Servicio Selectivo. Ustedes se alejaron de los Sinarquistas y los Flats, trataron de luchar contra los japoneses, estuvieron en el lado correcto en Sleepy Lagoon. Si alguna vez se han equivocado, han sabido compensarlo. A mi entender, quien actua asi es buen hombre.
– ?Quien actua como un soplon es buen hombre, a su entender?-intervino Sammy Benavides.
Duarte lo hizo callar de un codazo.
– ?Quien esta equivocado ahora? ?Quien quiere usted que este equivocado?-pregunto.
Al fin una buena abertura.
– ?Que me dicen del Partido, caballeros? ?Que opinan del tio Stalin dandose la mano con Hitler? ?Que dicen de los campos de trabajos forzados en Siberia y todas las cosas que el Partido ha denunciado en Estados Unidos mientras condenaba esas aberraciones en Rusia? Caballeros, he sido policia durante dieciseis anos y nunca he pedido a nadie que delatara a sus amigos. Pero le pedire a cualquiera que delate a sus enemigos, especialmente si tambien lo son mios.
Mal contuvo el aliento, recordando la Escuela de Leyes de Stanford; Dudley Smith callaba. Mondo Lopez miro el tejado, luego a sus companeros de reparto de
Dudley se sonrojo; Mal vio que la cara se le volvia purpura. Lopez bajo lentamente la palma, acallando el aplauso.
– ?Por que no nos dice de que se trata?
Mal hurgo en su memoria buscando datos, pero no encontro nada. -Esto es una investigacion preliminar sobre la influencia comunista en Hollywood. Y no pedimos que delaten a sus amigos, solo a nuestros enemigos.