entre marron y rosada que parecia sangre mezclada con grumos de jabon. Una pila de prendas masculinas - camisas, pantalones, cazadora- amontonada sobre el asiento del inodoro.

Danny abrio el grifo del lavabo con un nudillo, bajo la cabeza, se enjuago y bebio. Al levantar la mirada, sorprendio su cara en el espejo; por un instante no se reconocio. Regreso al cuarto principal, saco guantes de goma del maletin, se los puso, volvio al cuarto de bano y examino la ropa, tirandola al suelo.

Tres pares de pantalones. Tres camisas de algodon. Tres pares de calcetines enrollados. Un sueter, una cazadora, una chaqueta deportiva. Tres victimas.

Otra entrada.

Danny salio del cuarto de bano caminando hacia atras, giro hacia una cocina diminuta, esperando un gigantesco torrente rojo. Alli la limpieza era perfecta: fregona, Ajax y un jabon guardado en un anaquel encima de una pica limpia; platos limpios en una bandeja de plastico; un calendario de 1949 clavado en la pared, los primeros once meses arrancados, ninguna anotacion en la pagina de diciembre. Un telefono en una mesita junto a la pared lateral y una estropeada nevera junto a la pica.

Sin sangre ni dibujos escalofriantes. El mareo paso, el pulso se le calmo con chisporroteos de cable pelado. Otros dos cuerpos arrojados en alguna parte; una incursion ilegal en terreno del Departamento de Policia, Division Hollywood, donde el escandalo Brenda Allen se cobraba el precio mas alto, donde odiaban mas al Departamento del sheriff. Su violacion de la orden directa del capitan Dietrich: ni violencia ni arrogancia en la ciudad. No habia modo de dar parte de su hallazgo. La vaga probabilidad de que el asesino llevara alli al numero cuatro.

Danny bebio agua del grifo, se enjuago la cara, dejo que el agua le empapara los guantes y los punos de la chaqueta. Penso en buscar una botella; el estomago le resollaba; cogio el telefono y llamo a la oficina. Respondio Karen Hiltscher.

– Sheriff, Hollywood Oeste. ?En que puedo servirle?

Danny hablo con voz irreconocible.

– Soy yo, Karen.

– ?Danny? Tienes una voz rara.

– Solo escucha. Estoy en un sitio donde no deberia estar y necesito algo, y necesito que me llames aqui cuando lo tengas. Y nadie debe saberlo. Nadie. ?Entiendes?

– Si. Danny, por favor, no seas tan brusco.

– Solo escucha. Quiero un informe verbal sobre cada cadaver denunciado en la ciudad y el condado en las ultimas veinticuatro horas, y quiero que me llames aqui deprisa. Llama dos veces, cuelga y llama de nuevo. ?Entiendes?

– Si. Querido, ?estas…?

– Maldicion, solo escucha. Estoy en Hollywood-4619 sin permiso, y podria tener problemas por ello, asi que no se lo cuentes a nadie. ?Lo has entendido?

– Si, querido -susurro Karen, y colgo.

Danny colgo a su vez, se enjugo el sudor del cuello y penso en agua helada. Vio la nevera, abrio la puerta, retrocedio hacia la pica cuando vio lo que habia adentro.

Dos ojos recubiertos de gelatina clara en un cenicero. Un dedo humano cortado sobre un paquete de judias verdes.

Danny vomito hasta que le dolio el pecho y se le vacio el estomago; abrio el grifo y se empapo hasta que el agua se le deslizo dentro de los guantes y mascullo que un policia mojado no podia examinar la escena de un delito por el cual Vollmer o Maslick habrian sido capaces de matar. Cerro el agua y se sacudio para secarse, apoyando los brazos en el borde de la pica. Sono el telefono; le parecio un escopetazo, desenfundo el arma y apunto hacia ninguna parte.

Otro timbrazo, silencio. Un tercer timbrazo. Danny cogio el receptor.

– ?Si? ?Karen?

La muchacha hablaba con su sonsonete compungido.

– Han ingresado tres cadaveres. Dos mujeres blancas, un varon negro. Las mujeres, un suicidio por pildoras y un accidente automovilistico; el negro, un alcoholico que murio a la intemperie. Y me debes el Coconut Grove por mostrarte tan poco amable.

Ocho paredes llenas de salpicaduras de sangre y una aspirante a policia que queria ir a bailar. Danny rio y abrio la nevera para encontrar el lado comico del asunto. El dedo era largo, blanco y delgado, y los ojos eran castanos y empezaban a resecarse.

– Donde quieras, carino, donde quieras.

– Danny, ?de veras estas…?

– Karen, escucha bien. Me quedare aqui para ver quien aparece. ?Esta noche haces turno doble?

– Hasta manana a las ocho.

– Entonces hazme un favor. Quiero saber si encuentran cadaveres blancos en la ciudad y el condado. Quedate ante la centralita, escucha las transmisiones por radio a bajo volumen y fijate si alguien informa sobre homicidios de varones blancos. Si consigues algo, llamame como has hecho ahora. ?Comprendido?

– Si, Danny.

– Y recuerda, nadie debe saberlo. Ni Dietrich ni nadie. Nadie.

Un largo suspiro: Katharine Hepburn exhausta, en version Karen.

– Si, agente Upshaw. -Un suave chasquido.

Danny colgo y examino el apartamento.

Saco muestras de tierra y polvo de los tres cuartos, guardandolas por separado en sobres transparentes; saco su camara Rolleiflex y tomo primeros y medios planos de las salpicaduras de sangre. Recogio, etiqueto y entubo sangre de la banera, sangre del divan y la silla, sangre de la pared, sangre de la alfombra, sangre del suelo; tomo muestras de fibra de los tres tipos de ropa y anoto las marcas en las etiquetas.

Anochecio. Danny dejo las luces apagadas y trabajo con una linterna de bolsillo entre los dientes. Busco huellas dactilares ocultas, agotando todas las superficies que se podian palpar, aferrar y apretar. Descubrio un par de guantes de goma -probablemente del asesino-, huellas de una mano derecha completa y parte de una izquierda que no coincidian con las de Goines. Sabiendo que las huellas de Goines tenian que aparecer por alguna parte, siguio hasta obtener su recompensa: las de la mano izquierda junto al borde de la pica de la cocina. Imagino al asesino duchandose para lavarse la sangre y registro cada superficie del cuarto de bano. Obtuvo huellas de uno, dos y tres dedos, y tambien de manos completas, puntas de guante de goma, las manos de un hombre corpulento, muy espaciadas cuando se apoyaba en la pared de la banera.

Medianoche.

Danny saco el dedo cercenado de la nevera, lo entinto, lo apoyo en un papel. Concordaba con el digito medio derecho del conjunto desconocido. Era un corte irregular por encima del nudillo, cauterizado con una llama, pues terminaba en carne negra y chamuscada. Danny reviso la sarten de la sala. Premio: piel frita pegada al fondo; el asesino queria conservar el dedo, un golpe para quien descubriera esa carniceria.

?O planeaba regresar con otra victima?

?Mantendria el lugar bajo vigilancia para saber cuando se iba al traste esta opcion?

La una menos cuarto.

Danny examino el lugar por ultima vez. El unico armario estaba vacio, no habia nada oculto bajo las alfombras. Un vistazo a la pared con la linterna le dio otro detalle para la reconstruccion: dos tercios de las manchas de sangre tenian textura parecida. La segunda victima y la tercera debian de haber muerto casi al mismo tiempo. Revisando el suelo de rodillas obtuvo una ultima prueba: un grumo de residuo pastoso y blanco endurecido, de olor neutro. Lo etiqueto y embolso, etiqueto y embolso los ojos de Martin Goines, se sento en el borde limpio del sofa, el arma apoyada en la rodilla. Espero.

El agotamiento lo domino. Danny cerro los ojos y vio dibujos de sangre, blanco sobre rojo, los colores invertidos como negativos fotograficos. Tenia las manos entumecidas tras horas de trabajar con guantes de goma; imagino que el tufo metalico del cuarto era el olor de un buen whisky, trato de aspirarlo, desecho la idea y elaboro teorias para olvidar el hedor.

Tamarind 2307 estaba a media hora en coche de la punta del Strip. El asesino habia tenido dos horas para jugar con el cadaver de Martin Goines y decorar el lugar. El asesino tenia una audacia monstruosa, suicida. Habia matado a otros dos hombres -tal vez al mismo tiempo- en el mismo lugar. Puede que el asesino tuviera el inconsciente deseo de que lo capturaran, propio de muchos psicopatas; era un exhibicionista y quiza le

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