otro no quiero oir hablar de ello. Larguese, agente. Y consigase ropa decente. Mickey Hebraico tiene una tienda, y se que hace descuentos a sus muchachos.
Danny regreso hacia el Chevy hecho una furia. Condujo por el camino del parque hasta Los Feliz y Vermont. Desde un telefono publico llamo al doctor Layman, le dijo que dos colegas de Martin Goines iban en camino y le pidio que se encargara de la autopsia. Al cabo de un instante el coche de Niles y la camioneta del forense pasaban rumbo al sur sin luces ni sirenas, perdiendo el tiempo en una bonita manana de invierno. Danny les dio cinco minutos de ventaja, tomo atajos hacia el centro y aparco a la sombra de un almacen frente a la entrada del deposito de cadaveres de la ciudad. Transcurrieron catorce minutos hasta que llego la caravana. Niles condujo las camillas cubiertas hasta la rampa con gran ceremonia, Norton Layman salio a ayudar. Danny oyo que amonestaba a Niles por haber separado los cuerpos.
Se instalo en el coche para esperar las revelaciones de Layman; estirandose en el asiento, cerro los ojos e intento dormir, consciente de que el doctor tardaria cuatro horas o mas en realizar los analisis. No podia dormir; un dia caluroso empezo a calentar el coche, poniendo pegajosa la tapiceria. Cuando se estaba adormilando de pronto recordo sus mentiras, que podia decir o no y a quien. Podia apoyar su mentira del desayuno en Western a las seis poniendo cara timida para insinuar que estaba con una mujer; tenia que persuadir a Karen Hiltscher de que mantuviera en secreto su estancia en Tamarind 2307. No podia permitir que nadie viera el contenido de su maletin. Tenia que informar al Departamento de Policia sobre la carta que lo habia llevado al cubil de Martin Goines, pero daria al episodio una fecha posterior y le restaria importancia, para que ellos descubrieran la carniceria por si solos. Leo Bordoni era una carta peligrosa, pero quiza tuviera el buen tino de guardar silencio. Tenia que inventar una historia para dar cuenta de su paradero del dia anterior, y lo mas conveniente era un informe falso ante Dietrich. Y el gran miedo y las grandes preguntas: si el Departamento de Policia registraba Tamarind, ?informaria algun vecino que habia visto un Chevrolet 1947 marron claro aparcado toda la noche frente al 2307? ?Debia aprovechar su pista, buscar testigos en el vecindario y luego informar acerca de la carta, esperando que la peor acusacion fuera la de no llamar al Departamento? Si el Departamento decidia ceder los dos homicidios -ya que Niles odiaba los «asuntos de maricas»-, ?llevarian a cabo alguna investigacion? El habia recibido la llamada del Hospital Estatal de Lexington a traves de la centralita de Karen Hiltscher. Si las cosas se complicaban, ?hablaria ella para salvarse? ?La rivalidad entre ambos Departamentos reduciria los homicidios a algo que solo a el le importaba?
El calor que rebotaba en el parabrisas y el corto circuito de muchos cables cerebrales arrullaron a Danny sumiendolo en el sueno. Los calambres y el resplandor lo despertaron. Estaba sudado e irritado, golpeo la bocina con el pie y la negrura del despertar se convirtio en ondas de sonido rebotando en cuatro paredes ensangrentadas. Miro el reloj. Eran las doce y diez. Habia dormido por lo menos cuatro horas, tal vez el doctor hubiera terminado con los cadaveres. Se apeo del coche, se desperezo y cruzo hasta el deposito de cadaveres.
Layman estaba cerca de la rampa, comiendo algo ante una plancha de metal, usando una sabana para cadaveres como mantel. Vio a Danny, trago un trozo de bocadillo y dijo:
– Tienes mal aspecto.
– ?Tanto se nota?
– Tambien pareces asustado.
Danny bostezo. Le dolieron las encias.
– Vi los cuerpos, y creo que al Departamento de Policia no le importa. Eso me asusta.
Layman se enjugo la boca con la punta de la sabana.
– Entonces aqui tienes mas razones para asustarte. Hora de la muerte: veintiseis a treinta horas atras. Ambos fueron violados analmente por un cero positivo, segun el semen. Las heridas de la espalda eran identicas en tamano y contenido fibroso a las de Martin Mitchell Goines. El hombre al que le falta un dedo murio de un corte en la garganta producido por un cuchillo afilado y dentado. No tengo la causa de la muerte del otro, pero apostaria por una sobredosis de barbituricos. En nuestro amigo sin dedo encontre una capsula pinchada con una aguja, sucia de vomito, bajo la lengua. Hice algunas pruebas y encontre un compuesto casero: secobarbital sodico y estricnina. El secobarbital actuaria primero, dejandolo inconsciente, la estricnina lo mataria. Creo que Sin Dedo sufrio una indigestion, vomito parte de la droga y lucho por sobrevivir. Asi perdio el dedo, peleando con el hombre del cuchillo. En cuanto analice la sangre de ambos y les haga un lavado de estomago, lo sabre con certeza. El hombre sin dedo era mas grande. Mas corriente sanguinea, por eso el compuesto no lo mato como al otro.
Danny penso en el 2307, los restos de vomito entre la sangre.
– ?Las mordeduras en el estomago?
– No humanas pero humanas -dijo Layman-. Encontre saliva cero positivo y jugo gastrico humano en las heridas, pero las dentelladas eran demasiado freneticas y estaban demasiado superpuestas para sacar moldes. Tengo tres cortes de dientes individuales, demasiado grandes para atribuirlos a un molde dental humano y demasiado desgarrados para identificarlos con metodos forenses. Ademas encontre un grumo de empaste dental en una herida. Usa postizos, Danny. Muy probablemente, encima de sus propios dientes. Podrian ser de acero o de otro material sintetico, podrian ser dientes sacados de cadaveres de animales. Y ha hallado un modo para mutilar a las victimas con ellos y tragar. No son humanos. Se que esto no suena profesional, pero creo que este hijo de perra tampoco es humano.
14
Ellis Loew celebro la ceremonia en su oficina, con Mal y Dudley Smith como testigos oficiales.
Buzz Meeks se planto junto a la mesa con la mano derecha alzada; Loew recito el juramento:
– Turner Meeks, ?juras por Dios cumplir leal y conscientemente los deberes de investigador especial de la Division Gran Jurado de la Fiscalia de Distrito de la ciudad de Los Angeles, defendiendo las leyes de este municipio, protegiendo los derechos y la propiedad de sus cuidadazos?
– Claro -dijo Buzz Meeks. Loew le entrego un documento de identidad que incluia el fotostato de la licencia y la placa de la Fiscalia. Mal se pregunto cuanto le pagaria Howard Hughes a ese canalla, y calculo que no menos de tres mil.
Dudley se reunio con Meeks y Loew en un circulo de espaldas insultantes; Mal abonaba un viejo rumor que aun circulaba: Meeks creia que Mal era responsable del tiroteo que le habia ganado su pension; Jack D. habia fallado y habia olvidado sus rencores cuando el policia de Oklahoma dejo de pertenecer al Departamento. Que lo creyera. Cualquier cosa con tal de mantener a su nuevo colega a la mayor distancia posible entre dos policias que trabajaban en el mismo caso.
Y Dudley.
Y quiza tambien Loew.
Mal miro mientras los tres brindaban con Glenlivet en vasos de cristal. Llevo su libreta hasta el extremo de la mesa mientras Meeks y Dudley intercambiaban frases y Ellis lo miraba con el ceno fruncido, aunque dando a entender que su enfado era solo temporal. Mal penso: el deberia estar en deuda conmigo, ahora yo estoy en deuda con el. Cogio la pluma para garabatear, le palpitaron los nudillos. Supo que Loew tenia razon.
Despues del episodio con Celeste, habia andado sin rumbo hasta que se le hincho la mano. El dolor brutal echaba a perder todos los planes de consolar a su hijo. Fue al Central, mostro la placa y recibio un tratamiento especial: una inyeccion que lo remonto a mas altura que diez cometas. Le arrancaron fragmentos de dientes de los dedos, lo limpiaron, suturaron y vendaron. Llamo a casa y hablo con Stefan, farfullando explicaciones: por que lo habia hecho, como Celeste lo habia herido aun mas, que ella los queria separar para siempre. El chico, aturdido y desconcertado, habia tartamudeado detalles acerca de la cara ensangrentada de Celeste, pero habia terminado la conversacion llamandolo «Papa» y diciendo «Te quiero».
Y esa pequena inyeccion de esperanza le hizo pensar como policia. Llamo a Ellis Loew, le conto lo ocurrido, aviso que habria abogados y una batalla por la custodia, que no debia permitir que Celeste presentara cargos y obtuviera una ventaja. Loew tomo las riendas. Fue hasta la casa y condujo a Celeste al Hollywood Presbyterian, donde les esperaba el abogado de ella. El hombre fotografio la cara magullada y ensangrentada; Loew lo convencio de que Celeste no presentara cargos contra un oficial de la Fiscalia de Distrito, amenazando con