pico y hazte a la idea de que esto ha sido una pesadilla.

Bordoni asintio; Danny lo solto y abrio el cerrojo de las esposas. Bordoni recogio sus cosas del suelo, muy cuidadoso con sus herramientas. En la puerta, dijo:

– Lo tomas como algo personal, ?verdad?

Buddy Jastrow se habia esfumado, cuatro copas por noche no bastaban, los manuales y las clases no eran reales.

– Es todo lo que tengo -dijo Danny.

De nuevo solo, Danny miro por la ventana. Los letreros luminosos de los cines se apagaron, convirtiendo el Boulevard en otra calle solitaria y oscura. Anadio «posible complice de robos» a «alto, canoso», «maduro», «homosexual» y «entendido en heroina»; tomo la afirmacion de Bordoni de que Martin no era homosexual como sincera pero erronea. Se pregunto cuanto tiempo podria permanecer dentro del cuarto sin perder el juicio, sin correr el riesgo de que el propietario o un vecino de enfrente se dejaran caer por alli.

Buscar luces encendidas que lo delataran a el mirando hacia alli era pueril; la busqueda de formas siniestras era un juego de chicos, el juego que el mismo practicaba de nino. Danny bostezo, se sento en la silla e intento dormir.

Se sumio en algo parecido al sueno, a medio camino entre la inconsciencia y el pensamiento. Vio imagenes que no obedecian a su voluntad. Senales de trafico, camiones, un saxofonista tocando su instrumento, flores, un perro al final de un palo. El perro le hizo temblar; trato de abrir los ojos, los sintio pegados y siguio con las imagenes. Instrumentos de autopsia recien esterilizados, Janice Modine, un Oldsmobile 39 meciendose sobre los amortiguadores, una mirada al interior, Tim follando con Roxy Beausoleil, un trapo empapado de eter en la nariz de la muchacha para que riera y fingiera que era agradable.

Danny se despejo de golpe. La luz entraba por una separacion de las cortinas. Trago una flema seca, vio otra proyeccion de la ultima imagen, se levanto y fue a la cocina a beber agua del grifo. Estaba bebiendo un buen sorbo cuando sono el telefono.

Un segundo timbrazo, silencio, un tercer timbrazo. Danny atendio. -?Karen?

La muchacha estaba sin aliento.

– La radio de la ciudad. Encuentra al encargado de mantenimiento, Griffith Park, el camino que asciende desde el aparcamiento del observatorio. Dos muertos, la policia de Los Angeles va hacia alla. Carino, ?sabias que esto iba a pasar?

– Solo finge que no paso -dijo Danny. Colgo, recogio su maletin y salio del matadero banado en sangre. Se obligo a no correr hacia el coche. Miro alrededor y no vio testigos. Griffith Park estaba a un kilometro y medio. Se quito los guantes de goma, sintio un cosquilleo en la mano. Condujo a toda velocidad.

Dos coches del Departamento se le adelantaron.

Danny aparco junto a ellos al pie del largo trecho de asfalto que se extendia antes de la extension montanosa que formaba el perimetro norte del parque. No habia mas coches en el terreno; vio a cuatro policias de uniforme en el punto donde el camino se internaba en el bosque, tradicional refugio para borrachos y tortolos sin dinero para una pension.

Danny miro la hora: las 6.14. Saco su insignia y subio. Los sobresaltados policias se giraron, llevando las manos a las fundas. Danny senalo la placa.

– Sheriff, Hollywood Oeste. Estoy trabajando en un caso de homicidio, y oi vuestro mensaje en la radio de la oficina.

Dos policias asintieron; los otros dos miraron a otra parte, como si un detective del condado fuera peor que la mugre. Danny trago saliva; la oficina de Hollywood Oeste estaba a media hora de distancia, pero los muy estupidos no repararon en la diferencia de tiempo. Se separaron para dejarle ver; Danny vio un medio plano del infierno.

Dos hombres muertos, desnudos, tendidos en un pequeno lecho de tierra rodeado por espinos bajos. La rigidez, las costras de tierra y las hojas indicaban que habian estado alli por lo menos veinticuatro horas; el estado de los cuerpos indicaba que habian muerto en Tamarind Norte 2307. Danny movio un arbusto, se arrodillo y acerco la Camara Humana a una distancia pesadillesca.

Los hombres estaban en la posicion del 69: cabeza-ingle, ingle-cabeza, los genitales acariciandoles las bocas. Cada cual apoyaba las manos en las rodillas del otro, al mas corpulento le faltaba el indice derecho. Los cuatro ojos estaban intactos y abiertos, las victimas tenian heridas en la espalda, como Martin Goines, y tambien en la cara. Danny examino el frente de los cuerpos abrazados, descubrio sangre y restos de entranas.

Se levanto. Los policias fumaban cigarrillos, arrastraban los pies, destruian cualquier posibilidad de investigar bien el terreno. Lo miraron, uno por uno. El mayor dijo:

– ?Esos tipos son como el de su caso?

– Casi exactamente -respondio Danny, pensando en la camara verdadera de su maletin, fotografias para su archivo antes de que los polizontes de la ciudad dieran por cerrado un caso que era suyo-. ?Quien los encontro?

– El encargado de mantenimiento vio a un borracho que corria gritando colina abajo, asi que fue a echar un vistazo -respondio el policia mas veterano-. Nos llamo, volvio a subir y por poco se desmaya. Lo mandamos a casa, y cuando el escuadron llegue aqui lo mandaran a casa a usted tambien.

Los otros polizontes rieron. Danny paso por alto la provocacion y troto camino abajo para coger la camara. Casi habia llegado al Chevy cuando un coche sin insignias y la camioneta del forense llegaron y aparcaron junto a los coches patrulla.

Un hombre corpulento de cara mofletuda bajo del coche y le miro a los ojos. Danny lo reconocio por las fotos de los periodicos: el sargento detective Gene Niles, jefe de escuadron de la Division Hollywood, metido hasta las cejas en el escandalo Brenda Allen. No procesado, pero tampoco ascendido a teniente, su carrera estaba frenada; segun los rumores, no recibia dinero de las muchachas de Brenda, solo cobraba en especies. La ropa del hombre contradecia esta hipotesis: chaqueta elegante y pantalones grises de raya impecable, ropa a medida que ningun policia honesto se podia permitir.

Dos enfermeros sacaron camillas plegables. Danny advirtio que Niles se habia olido que era policia y se le acercaba, cada vez mas curioso y enfadado: un extrano en su territorio, demasiado joven para estar trabajando en la Oficina de Homicidios de la ciudad.

Le salio al encuentro mientras inventaba una nueva historia, algo que pudiera satisfacer a un policia listo. Cara a cara, le dijo:

– Soy del Departamento del sheriff.

Niles rio.

– ?Se ha equivocado de jurisdiccion, agente?

Escupio «agente» como si fuera sinonimo de «cancer».

– Estoy investigando un homicidio parecido a los dos que tiene colina arriba.

Niles lo taladro con la mirada.

– ?Duerme con la ropa puesta, agente?

Danny cerro las manos.

– He estado de guardia.

– ?Alguna vez ha oido hablar de llevar hojas de afeitar en estos casos, agente?

– ?Alguna vez ha oido hablar de cortesia profesional, Niles?

El sargento Gene Niles miro su reloj.

– Un hombre que lee los periodicos. Veamos. ?Como llego aqui veintidos minutos despues de que recibieramos la denuncia en nuestra oficina?

Danny sabia que el unico modo de cubrir esa mentira era echandole cara dura.

– Estaba desayunando en Western, y habia un coche patrulla con la radio encendida. ?Como tardo tanto usted? ?Paro para hacerse una manicura?

– Hace un ano lo habria castigado por eso.

– Hace un ano usted tenia futuro. ?Quiere hablar del homicidio o quiere continuar discutiendo?

Niles arranco un hilillo de fibra de la chaqueta.

– Por la radio dijeron que parecia un asunto entre maricas. Odio los asuntos de maricas, asi que si usted tiene

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