mi porra.
– ?Comunista! ?Drogadicta! Sammy la llevo a la clinica para que se curara, y ella…
Buzz vio un esplendido comienzo.
– ?Donde esta esa clinica, senora? Digalo despacio.
– Junto al mar. ?Un doctor diabolico! ?Puta comunista!
La madre de Satanas empezo a soltar alaridos. Buzz se largo de Los Angeles Este y se dirigio a Malibu: brisa marina, un medico que le debia favores. Sin peleas de cucarachas ni virgenes que decian «Follame».
La clinica Pacific Sanitarium estaba en Malibu Canyon. Era un sanatorio para alcoholicos y drogadictos instalado en las colinas a un kilometro de la playa. El edificio principal, el laboratorio y los barracones de mantenimiento estaban rodeados por alambre de espino electrificado; el precio para abandonar el alcohol, la heroina y los farmacos era de mil doscientos dolares por semana; en el lugar se procesaba heroina para desintoxicacion, segun un acuerdo de caballeros entre el doctor Terence Lux, director de la clinica, y el Consejo de Supervisores del condado de Los Angeles. El acuerdo se basaba en la estipulacion de que los politicos de Los Angeles que necesitaran el lugar podian recibir atencion gratuita. Buzz se acerco a la entrada pensando en las referencias que habia dado a Lux: alcoholicos y adictos de la RKO que se habian salvado de la carcel y la mala publicidad porque el doctor Terry, cirujano plastico de las estrellas, les habia dado refugio a ellos y una tajada del diez por ciento a el. Habia un caso que aun recordaba con ira: una muchacha que habia tenido una sobredosis cuando Howard la echo de su refugio preferido y la mando de vuelta a la calle, a prostituirse en bares de hotel. Casi habia quemado los trescientos que Lux le dio por ese negocio.
Buzz toco la bocina; la voz del guardia de la puerta chillo en el altavoz.
– Si, senor.
Buzz hablo por el aparato que habia junto a la alambrada.
– Turner Meeks para ver al doctor Lux.
– Un momento, senor -dijo el guardia. Buzz espero. Luego-: Senor, siga hasta la encrucijada izquierda al final del camino. El doctor Lux esta en el criadero.
La puerta se abrio; Buzz dejo atras el edificio de la clinica y los barracones y viro hacia una calzada lateral en un pequeno pasaje lleno de arbustos. Habia un cobertizo al final: paredes bajas de alambre y techo de hojalata. En el interior cloqueaban pollos; algunas de las aves chillaban como el demonio.
Buzz aparco, salio y miro a traves de la alambrada. Dos peones con botas y pantalones caqui mataban pollos, degollandolos con palos que tenian hojas de afeitar en la punta, las estacas cortantes que los polizontes de Disturbios usaban a principios de los 40 para capar vagos mexicanos de un tajo en los pantalones. Los peones eran buenos: un tajo, el siguiente. Los pocos pollos que quedaban trataban de correr y revolotear; el panico los impulsaba hacia las paredes, el techo y sus verdugos. Buzz penso: esta noche no comere pollo en el Derby. Oyo una voz a sus espaldas.
– Dos pajaros de un tiro. Mal chiste, buen negocio.
Buzz dio media vuelta: atractivo y canoso como una definicion de «medico» tomada del diccionario.
– Hola, doc.
– Sabes que prefiero Terry o doctor, pero siempre he hecho concesiones a tu estilo familiar. ?Visita de negocios?
– No exactamente. ?Que es eso? ?Autosuministro de alimentos?
Lux senalo el corral en silencio. Los peones guardaban pollos muertos en bolsas.
– Dos pajaros de un tiro. Primero, hace anos lei un estudio que aseguraba que una dieta de pollo resulta beneficiosa para las personas que tienen bajo el nivel de azucar, lo cual es tipico de los alcoholicos y drogadictos. Segundo, mi curacion especial para adictos a las drogas. Mis tecnicos les sacan la sangre contaminada y les inyectan sangre fresca y saludable llena de vitaminas, minerales y hormonas animales. Asi que tengo un criadero. Resulta economicamente ventajoso, y beneficioso para mis pacientes. ?Que pasa, Buzz? Si no vienes por negocios, buscas un favor. ?En que puedo ayudarte?
El tufo de la sangre y las plumas lo estaba aturdiendo. Buzz vio un sistema de poleas que conectaba los barracones de mantenimiento con la clinica, una vagoneta aparcada en una rampa a diez metros del cobertizo de los pollos.
– Vamos a tu despacho. Tengo algunas preguntas sobre una mujer que sin duda fue tu paciente.
Lux fruncio el ceno y se limpio las unas con un escalpelo.
– Nunca proporciono informacion confidencial acerca de mis pacientes. Lo sabes. Es una de las razones por las cuales Hughes y tu usais mis servicios con exclusividad.
– Solo unas preguntas, Terry.
– Supongo que no preferiras dinero.
– No necesito dinero, necesito informacion.
– ?Y si no te doy esa informacion iras con la musica a otra parte?
Buzz senalo el vehiculo.
– No me ire sin respuestas. Se amable conmigo, Terry. Ahora trabajo para la ciudad de Los Angeles, y podria sentir el impulso de hablar de la droga que fabricas aqui.
Lux se rasco el cuello con el escalpelo.
– Solo con propositos curativos, y con la aprobacion del estamento politico.
– Doc, ?me estas diciendo que no le vendes mercancia a Mickey C. para sus propios recomendados? La ciudad odia a Mickey, ?sabes?
Lux senalo la vagoneta con la cabeza; Buzz echo a andar y subio. El doctor pulso un interruptor y los cables chisporrotearon; subieron lentamente y aparcaron junto a un portico con una espectacular vista al mar. Lux guio a Buzz por pasillos blancos y asepticos hasta un cuarto pequeno atiborrado de archivos. En las paredes colgaban posters medicos: una imagen didactica para cirujanos plasticos, reconstruccion facial al estilo de Thomas Hart Benton.
– Claire Katherine de Havern -dijo Buzz-. ?Es comunista?
Lux abrio un archivo, hojeo algunas carpetas, escogio una y leyo la pagina inicial:
– Claire Katherine de Haven, nacida el 5 de mayo de 1910. Alcoholica cronica controlada, esporadicamente adicta al fenobarbital, ocasional uso de bencedrina, ocasionales inyecciones de heroina. Se sometio tres veces al tratamiento especial del que te hable: en el 39, en el 43 y en el 47. Eso es todo.
– No, quiero algo mas. ?Tu archivo tiene detalles? ?Algun dato interesante?
Lux levanto la carpeta.
– Casi todo consiste en graficos medicos y cuentas financieras. Puedes leerla si quieres.
– No, gracias. La recuerdas bien, Terry. Me doy cuenta. Asi que
Lux guardo el archivo en la gaveta y cerro el gabinete.
– Sedujo a algunos pacientes cuando estuvo aqui la primera vez. Causo mucho alboroto, asi que en el 43 la mantuve aislada. En ambas ocasiones vino con un ataque de arrepentimiento, y en su segunda internacion le di ciertos consejos psiquiatricos.
– ?Eres terapeuta?
Lux rio.
– No, pero me gusta que la gente me cuente cosas. En el 43 De Haven me dijo que deseaba reformarse porque un amante mexicano habia recibido una tunda en los disturbios de Sleepy Lagoon y ella queria trabajar con mayor eficacia para la revuelta popular. En el 47 las audiencias del HUAC en el Este la sacaron de quicio. A un amigo le apretaron ya sabes que. El HUAC sabia hacer bien las cosas, Buzz. Muchos arrepentimientos, sobredosis, intentos de suicidio. Los comunistas con dinero son los mejores, ?no crees?
Buzz recordo el resto de la lista que le habian dado.
– ?A quien le apretaron las pelotas? ?A un amiguito de Claire?
– No recuerdo.
– ?Morton Ziffkin?
– No.
– ?Uno de los mexicanos? ?Benavides, Lopez, Duarte?
– No, no era mexicano.