– ?Que mas sabes?

– Nada. Nunca vi a Reynolds despues de esa vez en el Knight in Arms. ?A quien va usted…?

– A nadie, Charlie. Nadie va a saberlo. Solo dire que he oido decir que Loftis es…

– Oh Dios. ?De nuevo la caza de brujas?

Cuando Buzz salio, el pobre diablo sollozaba.

Habia empezado a llover mientras el interrogaba al abogado: goterones gruesos, la clase de diluvio que amenazaba con fundir las colinas con el mar y ocultar la mitad de la Cuenca de Los Angeles. Buzz aposto tres contra uno a que Hartshorn mantendria la boca cerrada; doble contra sencillo a que un poco mas de presion policial lo sacaria de quicio; uno contra uno a que iria a cenar a Nickodel y pasaria la noche en casa redactando el informe del dia. Olia el sudor del maricon en su cuerpo, mezclandose con su propio sudor; sintio esa depresion que lo aplastaba despues de haber maltratado a un pardillo. A medio camino de la oficina, abrio la ventanilla para recibir el estimulo del aire y la lluvia, cambio de direccion y fue a su casa.

Su casa estaba en el edificio Longview, Beverly y Mariposa, cuatro habitaciones en el sexto piso, vista al sur, un apartamento decorado con restos de platos cinematograficos de la RKO. Buzz entro en el garaje, dejo el coche y subio en el ascensor. Audrey Anders estaba sentada en la puerta. Llevaba un vestido de lame dorado con lentejuelas, salpicado por la lluvia, y un abrigo de vison mojado en el regazo. Lo usaba de cenicero; cuando vio a Buzz apago el cigarrillo en el cuello.

– Modelo del ano pasado -explico-. Mickey me comprara uno nuevo.

Buzz la ayudo a levantarse, sosteniendole las manos un segundo de mas.

– ?De veras tengo tanta suerte?

– No cantes victoria. Lavonne Cohen se fue de viaje con su club de majong y Mickey piensa que se ha abierto la temporada de caza conmigo. Hoy me tocaba el Mocambo, el Grove y copas de ultima hora con los Gerstein. Me las ingenie para escapar.

– Pense que tu y Mickey estabais enamorados.

– El amor tiene su lado malo. ?Sabias que eres el unico Turner Meeks de la guia?

Buzz abrio la puerta. Audrey entro, tiro el vison al suelo y echo un vistazo al salon. Los muebles incluian sofas de cuero y mecedoras de Vacaciones en Londres y adornos de Bwana de la selva; las puertas-vaiven que daban al dormitorio parecian sacadas del saloon de Furia en el Rio Grande. La moqueta era verde lima con franjas rojas, la colcha era la que habia acogido los revolcones de la amazona de Cancion de las Pampas.

– Meeks, ?pagaste por esto?-pregunto Audrey.

– Regalos de un tio rico. ?Quieres un trago?

– No bebo.

– ?Por que no?

– Mi padre, mi hermana y mis dos hermanos son borrachos, asi que opte por prescindir de la bebida.

Buzz estaba pensando que Audrey estaba guapa, aunque no tanto como cuando iba sin maquillaje y con la camisa de Mickey hasta las rodillas.

– ?Y te dedicaste al strip-tease?

Audrey se sento, se quito los zapatos y se abrigo los pies en el vison.

– Si, y no me pidas que te haga el numero de las borlas, porque no lo hare. Meeks, ?que demonios te pasa? Pense que te alegrarias de verme.

Buzz aun percibia el olor del maricon.

– Hoy he maltratado a un tipo. Ha sido espantoso.

Audrey movio los dedos de los pies, haciendo saltar al vison.

– ?Y? Es tu forma de ganarte la vida.

– Por lo general presentan mas resistencia.

– ?Me estas diciendo que es un juego?

Una vez Buzz le habia dicho a Howard que las unicas mujeres que valian la pena eran las que te comprendian.

– Tenemos que ser mejores en algo mas que darnos cornadas y hacernos preguntas.

La Chica Explosiva lanzo el vison hacia arriba de una patada. El abrigo aterrizo en su regazo.

– ?El dormitorio es tan llamativo como el resto?

Buzz rio.

– Casbah Nocturna y El paraiso es rosa. ?Eso te dice algo?

– Esa es otra pregunta. Preguntame a mi algo provocativo.

Buzz se quito la chaqueta, se desengancho la sobaquera y la arrojo en una silla.

– De acuerdo. ?Mickey te hace vigilar?

Audrey nego con la cabeza.

– No. Le hice desistir de eso. Me hacia sentir barata.

– ?Donde tienes el coche?

– A tres calles.

Tenia luz verde para transformar su mayor estupidez en una superproduccion.

– Has pensado en todo.

– Supuse que no dirias que no -dijo Audrey. Agito el abrigo de vison-. Y he traido una toalla para manana.

Buzz penso: RIP Turner Prescott Meeks, 1906-1950. Respiro hondo, escondio la barriga, atraveso la puerta- vaiven y empezo a desnudarse. Audrey entro y se rio al ver la cama: una colcha de saten rosa, dosel rosa, gargolas rosas con bordados como postes. Se desnudo en un santiamen; a Buzz se le aflojaron las piernas cuando le vio los pechos al aire. Audrey se le acerco y le desanudo la corbata, le desabrocho la camisa, le aflojo el cinturon. El se quito los zapatos y los calcetines de pie, se libro de la camisa temblando. Audrey rio y le acaricio los musculos de los brazos, luego le paso las manos por las partes que mas odiaba de si mismo: la barriga, los michelines, las cicatrices del pecho. Cuando ella empezo a lamerlo alli, Buzz comprendio que a ella no le molestaban; la levanto en brazos para mostrarle lo fuerte que era -falto poco para que las piernas lo traicionaran- y la llevo a la cama. Se quito los pantalones y los calzoncillos impulsivamente y se tendio junto a ella. En medio segundo ella se convirtio de un torbellino de brazos y piernas que lo besaba con la boca abierta y lo apretaba como si nunca hubiera deseado otra cosa.

El la beso: con suavidad, con dureza, con suavidad. Le froto el cuello con la nariz y olio jabon Ivory, no el perfume que habia imaginado. Le tomo los pechos con las manos y apreto los pezones recordando todo lo que le habian dicho los policias sobre la estrella del Burbank Burlesque. Audrey emitia distintos ruidos segun donde la acariciara; le beso y le lamio la entrepierna y obtuvo un gran gemido. El gemido crecio cada vez mas, Audrey movio los brazos y las piernas como en un espasmo. Enloquecio tanto que Buzz no pudo mas y la penetro. El contoneo de Audrey lo hizo estallar en cuanto entro; trato de prolongarlo y ella lo aferro mientras el ponia todo su empeno en los ultimos espasmos. Aunque pesaba la mitad que el, ella siguio pujando mientras terminaba. El le aferro la cabeza y hundio la cara en la cabellera de Audrey hasta que se relajo y ella dejo de moverse.

Estaban envueltos en sudor y sabanas de saten rosa. Buzz rodo a un lado, cogiendo a Audrey por la muneca para mantener el contacto con ella mientras recuperaba el aliento. Ocho anos sin un cigarrillo y jadeaba como un perro de carreras mientras ella estaba tranquila y serena. Una vena palpitante en el brazo era el unico indicio de que todavia estaba agitada por dentro. El pecho de Buzz resollaba. Trato de pensar en algo que decir mientras Audrey le acariciaba las cicatrices.

– Esto podria complicarse -dijo.

Buzz recobro el aliento.

– ?Ya te estas arrepintiendo?

Audrey curvo las unas como si fueran zarpas y fingio que lo aranaba.

– Solo quiero saber donde estoy.

El momento empezaba a alejarse de Buzz, como si el peligro no valiera la pena. Aferro las manos de Audrey.

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