furia. Recordo la jerga de los homosexuales y la intercalo en las preguntas que haria a Felix Gordean: un detective joven y listo que iba preparado, que podia hablar como cualquiera, aunque conversara sobre perversiones con un alcahuete para invertidos.
De policia a
Danny fue a su apartamento, se ducho y busco el traje que mejor pegaba con su nuevo peinado. Se decidio por un traje negro que le habia comprado Karen Hiltscher: demasiado elegante, demasiado cenido, solapas demasiado estrechas. Cuando se lo puso, advirtio que le daba un aire peligroso, y que los hombros angostos le destacaban el revolver calibre 45. Se tomo dos copas y un sorbo de enjuague bucal y enfilo hacia el Chateau Marmont.
La noche era humeda y fria, anunciaba lluvia; reverberaba musica en el patio interior del Marmont: cuerdas, discordancias de boogie, tremolos de balada. Danny tomo el sendero del 7941, irritado por el corte del traje de Karen. El 7941 estaba muy iluminado, y las cortinas de terciopelo por donde habia espiado estaban abiertas; el piso donde habia visto parejas bailando, tres noches atras, relucia detras de la ventana panoramica. Danny se aliso la chaqueta y llamo al timbre.
Sonaron unas campanillas. Un hombre menudo de barba corta y oscura y cabello fino y perfectamente peinado abrio la puerta. Usaba un esmoquin con faja de tartan, y tenia una copa de brandy apoyada contra la pierna. Danny olio el mismo Napoleon gran reserva que el se compraba una vez al ano como recompensa por pasar la Navidad con su madre.
– ?Si?-dijo el hombre-. ?Es usted del Departamento del sheriff?
Danny vio que se habia desabrochado la chaqueta, dejando el arma expuesta.
– Si. ?Es usted Felix Gordean?
– Si, y no me gustan los deslices burocraticos. Entre.
Gordean se hizo a un lado; Danny entro echando ojeadas al salon donde habia visto hombres bailando y besuqueandose. Gordean fue hasta una biblioteca, metio la mano en un anaquel y regreso con un sobre. Danny vio una direccion, Bonnie Brae Sur 1611, centro de operaciones de Antivicio, donde se presionaba a los corredores de apuestas, se atendia a las prostitutas recalcitrantes, se cobraban los servicios de proteccion.
– Siempre lo despacho por correo -dijo Gordean-. Diga al teniente Matthews que no me gustan las visitas personales, con su tacita amenaza de cobros adicionales.
Danny miro la mano de Gordean: unas pulidas, anillo de esmeralda, y probablemente mil dolares en efectivo.
– No soy recaudador. Soy un detective que trabaja en un triple caso de homicidio.
Gordean sonrio y dejo colgar el sobre.
– Entonces, permitame instruirlo acerca de mi relacion con su Departamento, senor…
– Agente Upshaw.
– Senor Upshaw, colaboro plenamente con el Departamento del sheriff a cambio de ciertas cortesias. La principal es que exijo contacto telefonico cuando ustedes requieren informacion. ?Comprende?
Danny experimento una rara sensacion: el aplomo de Gordean le inspiraba aplomo.
– Si, pero ya que estoy aqui…
– Ya que esta aqui, digame en que puedo servirle. Nunca me han interrogado acerca de un triple homicidio y, con franqueza, siento curiosidad.
Danny espeto los nombres de las tres victimas.
– Martin Goines, George Wiltsie, Duane Lindenaur. Muertos. Violados. Mutilados.
Gordean reacciono con mas aplomo aun.
– Nunca he oido hablar de Martin Goines. Durante anos le presente gente a George Wiltsie, y creo que George menciono en alguna ocasion a Duane Lindenaur
Danny se sintio como si se deslizara sobre hielo, comprendio que los ataques frontales no surtirian efecto.
– Duane Lindenaur era chantajista, senor Gordean. Intento sacar dinero a un hombre llamado Charles Hartshorn, a quien presuntamente conocio en una fiesta organizada por usted.
Gordean se aliso las solapas del esmoquin.
– Conozco a Hartshorn, pero no recuerdo haber conocido a Lindenaur. Y organizo muchas fiestas. ?Cuando tuvo lugar esa presunta fiesta?
– En el 40 o el 41.
– De eso hace mucho tiempo. Usted me mira con mucha intensidad, senor Upshaw. ?Hay alguna razon para ello?
Danny se toco las solapas, noto lo que estaba haciendo y se quedo quieto.
– Normalmente la gente suelta una exclamacion o tuerce el gesto cuando le informo de que un conocido ha sido asesinado. Usted no se altero en absoluto.
– ?Y eso le consterna?
– No.
– ?Le despierta curiosidad?
– Si.
– ?Soy sospechoso de estos asesinatos?
– No, su descripcion no concuerda con la del homicida.
– ?Necesito coartadas para reafirmar mi inocencia?
Danny comprendio que se enfrentaba con un experto.
– De acuerdo. Noche Vieja y la noche del cuatro de enero. ?Donde estaba usted?
Ni un segundo de vacilacion.
– Estaba aqui, dirigiendo fiestas muy concurridas. Si usted desea verificarlo, por favor hable con el teniente Matthews. Somos viejos amigos.
Danny vio fugaces imagenes de su fiesta: esmoquines, tangos enmarcados en terciopelo. Tirito y se puso las manos en los bolsillos. Gordean parpadeo al notar su nerviosismo.
– Hableme de George Wiltsie -dijo Danny.
Gordean camino hacia un mueble bar, lleno dos vasos y regreso con ellos. Danny olio la buena mercancia y hundio las manos en los bolsillos para no revelar ansiedad.
– Hableme de George Wilt…
– George Wiltsie tenia una imagen viril que resultaba excitante para muchos hombres. Yo le pagaba para que asistiera a mis fiestas, se vistiera bien y actuara como un ser civilizado. Entablaba contactos aqui, y esos hombres me pagaban por mis servicios. Supongo que Duane Lindenaur era su amante. Es todo lo que se sobre George Wiltsie.
Danny cogio la copa que le ofrecia Gordean, para tener las manos ocupadas.
– ?Con quien conecto a Wiltsie?
– No lo recuerdo.
– ?Que?
– Yo organizo fiestas, vienen invitados y conocen a los jovenes que yo proveo. Me envian el dinero discretamente. Muchos de mis clientes son padres de familia, y mi falta de memoria forma parte de los servicios que les brindo.
La copa temblaba en la mano de Danny.
– ?Espera que le crea?
Gordean bebio conac.
– No, pero espero que acepte esa respuesta como la unica que le dare.
– Quiero ver los libros de sus servicios, y quiero ver una lista de clientes.
– No. No anoto nada. Se me podria acusar de alcahuete, ?entiende?
– Entonces, de nombres.
– No, y no me lo pida de nuevo.
Danny se obligo a rozar apenas la copa con los labios, a paladear apenas el conac. Agito el liquido y lo olfateo, cerrando dos dedos sobre el pie de la copa. Dejo de hacerlo cuando noto que estaba imitando a Gordean.
– Senor Gor…